Fuerza espiritual para cada día
“La esperanza de los justos es alegría.” Proverbios 10:28
Cuando estamos doloridos, tanto física como emocionalmente, sentimos el deseo de experimentar nuevos y diferentes estímulos y soluciones. Siempre queremos que esté sucediendo alguna cosa; cuanto más barullo tanto mejor. Pero en el terreno emocional, eso nos conduce a traicionar al Espíritu Santo, cuyo templo es nuestro cuerpo, y nos lleva a pasiones desordenadas y a la destrucción de la esperanza espiritual. Si en nuestra vida espiritual insistimos en experimentar, siempre, nuevas emociones en lugar de esperar sencillamente en el Señor, esto finalmente nos llevará a la aniquilación de nuestra esperanza viva. Si esperamos en el Señor, debemos tener la convicción inamovible: El vive y, sin duda alguna, volverá nuevamente. La realidad de la presencia de Dios no depende de un determinado lugar, sino de nuestra decisión de siempre querer estar en Su santa compañía. Pues, si siempre tenemos al Señor delante nuestro, andaremos con cuidado al pensar, al mirar, al hablar y al actuar. Los problemas surgen cuando nos rehusamos a contar con la realidad de su presencia y del futuro que nos tiene preparado. El salmista testifica: “Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar.” Esa confianza nos es proporcionada cuando nos fundamentamos en la realidad de su presencia. ¡El siempre estuvo y siempre estará con nosotros!