Fuerza espiritual para cada día
“Prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.” Filipenses 3:14
Hace mucha falta la fidelidad perseverante para seguir rumbo hacia nuestra meta. ¿Tú también te dejaste desviar de la meta que Dios te estableció? Con cuanta insistencia nos amonesta la carta a los Hebreos para que no perdamos de vista nuestro objetivo: “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.” ¡Nuestro objetivo siempre es Jesús! Debemos transformarnos cada vez más a Su semejanza, estar cada vez más unidos a El, y ser cada vez más poseídos por El. ¿Cómo puede suceder esto? Por medio de la oración, de la santificación, del andar en el camino del Cordero. Precisamente ahora, en esta época, es muy válido hacer el llamado: ¡Mantén tu objetivo en la mira! ¡No lo pierdas de vista! ¡El Señor vuelve! Déjate purificar de las metas materiales y egoístas. ¿Acaso te has perdido en el desvío del pecado? Si es así, ya no puedes ver claramente el objetivo, que es Jesús. Te exhorto seriamente, a ti que, de una u otra forma, te desviaste de la meta: Vuélvete, con decisión, al punto donde comenzaste a desviarte del camino recto, vuelve a la cruz, vuelve al crucificado. La noche del juicio desciende sobre esta generación. Una nube negra y paralizadora parece haber descendido sobre la humanidad, robándole el sentido de dirección y el sentido de la vida. ¡Felices aquellos que, con convicción, eligieron a Jesús como su objetivo!