Fuerza espiritual para cada día
“Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” Colosenses 1:16
A través de todo el Antiguo Testamento reluce la voluntad de Dios de revelar al Hijo como salvador. Pero Moisés, ciertamente, fue el primer hombre a quien el Señor le revela su mayor anhelo hasta los mínimos detalles, o sea, el sacrificio de Su Hijo amado. Es sumamente conmovedor cuando el Señor habla a Moisés sobre: “la sangre de mi sacrificio.” ¡Oh, si pudiésemos comprender, de una vez por todas, cuál es el mayor interés de Dios para con nosotros! A nosotros nos sucede lo mismo que le sucedió otrora a Moisés: Dios quiere revelar al Cordero en y a través nuestro. Esta era la gloria que Moisés reflejaba. Jesús fue el Cordero, el templo, el camino, el sacrificio y el sacerdote, todo al mismo tiempo: “La gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.” El propósito más grande de Dios es la revelación de Jesucristo. Cristo es todo en todos, tanto en la creación como también en el individuo. Dios creó al hombre a Su semejanza: “... para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo.”