Fuerza espiritual para cada día
“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.” 1 Corintios 3:11
¿Quién podrá jamás llegar a sondear la profundidad de la entrega de Jesús? Aunque tú hallas sido muy humillado y tu humillación te haya llevado hasta las profundidades más oscuras, cuando pienses en el punto más bajo al cual llegaste, reconocerás que Jesús fue humillado en forma infinitamente mayor. Tanto en Belén como en el Calvario, vemos la renuncia del Señor a Su poder: “Dios fue manifestado en carne.”
Pero Jesús no era una criatura, El era el creador mismo. El no era un hombre, El era Dios. Todos sabemos eso muy bien, pero sólo cuando comprendemos en Espíritu Su renuncia al poder y Su abnegación, comenzamos a comprender el misterio de su victoria. El Calvario, donde El renunció definitivamente al poder que le pertenecía por derecho, y donde fue crucificado en debilidad, fue el lugar donde Su poder se manifestó más gloriosamente. En el Calvario, en el momento de Su desamparo más grande, nos proporcionó la ayuda más grande. Allí, totalmente vencido por sus enemigos, El conquistó la mayor victoria. ¡Contempla al Cordero despojado de Su poder! ¡El, solamente El, se convierte ahora en nuestra fuente de poder!