Fuerza espiritual para cada día
“Esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.” Juan 8:6
Una mujer adúltera es llevada ante Jesús por sus acusadores. A través de este acontecimiento el Señor se enfrenta, aparentemente, con un dilema insoluble, porque la justicia divina debía satifacerse completamente. Si en tu conciencia eres acusado porque eres digno de condenación delante de la santa presencia de Dios, entonces, eso es verdad, porque Dios es santo. Pero mira la maravillosa escapatoria que Jesús crea para esta mujer, ésta adúltera, en su dilema: “Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.” Es como si con esta actitud El quisiera decir: “Sí, realmente, esta mujer ha pecado, pero yo me humillo en su lugar.” ¿Será qué escribió palabras de misericordia en la tierra? Suponemos que sí, porque inmediatamente después de Su desafío a los acusadores de la mujer: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella.” se retiraron, uno después de otro, convencidos de su culpa, El se levantó otra vez y dijo: “Mujer ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; ve, y no peques más.” Esta mujer halló perdón y pudo exclamar: ¡Jesús cambió mi vida!