Fuerza espiritual para cada día

“¡Can­tad con go­zo a Dios, for­ta­le­za nues­tra! Acla­mad con jú­bi­lo al Dios de Ja­cob. En­to­nad him­nos y to­cad el tam­bo­ril, la sua­ve li­ra y el ar­pa.” Salmo 81:1-2

La Pa­la­bra del Se­ñor no de­pen­de del tiem­po y es muy ac­tual, por­que es la Pa­la­bra eter­na pa­ra to­dos los tiem­pos. Aquí lla­ma a Is­rael a can­tar con ale­gría y a to­car di­fe­ren­tes ins­tru­men­tos. Hay in­nu­me­ra­bles pa­sa­jes bí­bli­cos que re­cuer­dan, una y otra vez, la sal­va­ción ex­pe­ri­men­ta­da. En Sal­mos 81:7, el Se­ñor re­cuer­da a Su pue­blo có­mo El es­cu­cha las ora­cio­nes: “Cla­mas­te en la ca­la­mi­dad, y yo te li­bré. Te res­pon­dí en lo ocul­to del true­no. Te pro­bé jun­to a las aguas de Me­ri­ba.” ¿Por qué el Se­ñor vuel­ve a re­cor­dar­nos las co­sas? ¿Por qué man­dó a Is­rael que re­la­ta­ra Sus ma­ra­vi­llas a los hi­jos, y a los hi­jos de los hi­jos, y que es­cri­bie­ra Sus man­da­mien­tos en los pos­tes de las ca­sas? Jus­ta­men­te por­que sa­be lo ol­vi­da­di­zos que so­mos. Por eso, tam­bién re­cuer­da a Su pue­blo que El res­pon­de a sus ora­cio­nes. El he­cho de que ya no ora­mos mu­cho es prue­ba de que so­mos ol­vi­da­di­zos, que siem­pre nos de­ja­mos es­tar, y que el ene­mi­go to­da­vía lo­gra en­ga­ñar­nos. Por­que el Se­ñor es el eter­na­men­te In­al­te­ra­ble, quie­re res­pon­der a las ora­cio­nes tam­bién hoy. ¡El es­cu­cha el cla­mor de los jus­tos y ha­ce lo que de­se­an los que te­men a Dios!

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