Fuerza espiritual para cada día
“Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad.” Lamentaciones 3:22-23
Recordemos siempre que es tan sólo por la misericordia de Dios que seguimos vivos. En breve, ha de iniciarse un nuevo año, y yo le pido a todos ustedes: Aprendan a tomar de la plenitud de la gracia de Dios. La mayoría de los hijos de Dios tienen una gran dificultad en cuanto a esto. ¿Por qué será? Porque la gracia es un favor inmerecido, ¿y quién está dispuesto a vivir con alegría de un favor que no merece? Sólo el hijo de Dios que crece en el conocimiento de sí mismo puede hacerlo. El aprende a odiarse a sí mismo y, así, está en condiciones de tomar de la plenitud de la gracia de Jesucristo, como dice Juan 1:16: “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia.” Cuando tomamos de esta gracia, vivimos tanto en el descanso y en la serenidad interior como exterior. Entonces, dirás lleno de gratitud: Es la misericordia del Señor la que hace que todavía no esté muerto, lo que hace que viva, que me permite conocer a Jesús y me permite seguirlo.
En el lugar donde el poder de Satanás se manifiesta con mucha intensidad, sólo el nombre de Jesús tiene un poder mayor. ¿Por qué? Porque detrás de ese nombre precioso está Su sangre derramada, la vida de Jesús entregada en la cruz. A través de esa sangre, Satanás perdió su poder. ¡Quien tiene la sangre del Cordero es invencible! Tú, que estás melancólico o deprimido, no niegues el poder del Señor, creyendo que la oscuridad en tu alma es más fuerte que el nombre de Jesús. Invoca este nombre maravilloso y tendrás una puerta abierta. ¿Dónde abrirá el Señor esa puerta? Bien delante tuyo: “He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; ... aunque tienes poca fuerza...” Esta puerta siempre está frente a ti, nunca a tu espalda. Por eso, nunca mires hacia atrás. Tú debes caminar en dirección a esa puerta, debes entrar por ella, y así seguir adelante pese a toda la tribulación, hasta llegar a la feliz presencia de Dios. La doble garantía de que esta puerta está delante tuyo y permanece abierta, se sustenta en la omnipotencia de Dios y en tu propia impotencia, amigo lector. “He aquí, he puesto...” dice el Señor. El tiene todo lo que te hace falta. Y tú, ¿qué tienes? En ti mismo, tu vida es pobre, miserable y vacía. Pero lo maravilloso es que Dios interpone este pasaje, este camino, entre tu vida y la de El: “He aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta.”
Jesucristo es el fundamento seguro y fiel. ¿Donde puedes encontrar seguridad? ¡En ningún lugar! Pese a que tengas muchas pólizas de seguro, tu inseguridad, tu inquietud y tu insatisfacción no se irán de tu vida. Refúgiate en El. Así, estarás seguro en los brazos de Jesús; seguro junto a Su pecho.