Fuerza espiritual para cada día
“De tal manera que nada os falta en ningún don, esperando la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Corintios 1:7
Cuando esperamos a Jesús, El toma nuestras preocupaciones y recibimos la gracia de ser orientados únicamente por El. Pero debemos entender esta palabra “únicamente.” Aquél que espera en El, solamente en El, única y exclusivamente en Su persona, no tiene necesidad de ningún don, ni físico, ni mental, ni espiritual, sino que es el receptor de muchas bendiciones, ya que su vida está centrada puramente en el Señor Jesús.
Al esperar a Jesús somos, paulatinamente, liberados de nuestras ocupaciones terrenales: “... renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos...” Por lo tanto, solamente las personas perdonadas pueden esperar en Jesús. Pero la gracia no es un paraguas debajo del cual podemos llevar de paseo a nuestro viejo hombre y decir: Ahora sí, total, ya estoy perdonado. ¿Acaso pensamos que porque hemos sido perdonados el pecado ya no es tan grave? No, todo lo contrario. La gracia de Dios nos castiga para que neguemos nuestra naturaleza impía. El “yo”, el prestigio personal y el orgullo propio son castigados por medio de la gracia, de modo que podamos abandonar los deseos mundanos. Sólo entonces podremos lograr esperar en forma adecuada la bienaventurada venida de nuestro salvador Jesucristo.