Fuerza espiritual para cada día
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí.” Gálatas 2:20
Un alma deformada tiene un carácter deformado. Eso produce la triste figura de un cristiano que tiene su vida dominada por el enemigo. Una persona así, debido a que es negativa en sus emociones, vive acusando a los otros. Se irrita por todo y con todos y se altera por cosas insignificantes, excepto por sus propios errores. Finalmente, se retira a un rincón, ofendida y lastimada, ... mientras el infierno da carcajadas, pues es una persona más que podría haber sido usada en forma maravillosa por el Señor, pero que ahora fue paralizada por el enemigo. Las personas así, muchas veces tienen muchos dones y estarían en condiciones de lograr cosas maravillosas para el loor de la gloriosa gracia de Dios. Pero, en sus corazones, no existe lugar para los demás. Cuanto más deformado esté ese carácter que está dirigido por las emociones, tanto menor será su radio de acción espiritual. Por eso, vuelve al punto de partida. En otras palabras: Vuelve a la posición de estar crucificado con Jesús. Aquél que interiormente ha llegado al punto de partida, tiene espacio dentro de sí para la total y completa victoria de Jesús. Aquél que se toma en serio, hasta las últimas consecuencias, las palabras de Jesús cuando dice: “He aquí os doy potestad... sobre toda fuerza del enemigo”, también tiene victoria en todas las demás áreas.