Fuerza espiritual para cada día
“Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.” 2 Corintios 5:21
Estoy seguro que entre mis lectores hay algunos que tienen sus corazones llenos de desesperación y no saben qué hacer. ¿Te sientes tú así? El Señor Jesús está delante tuyo y te pregunta: “¿Quieres ser sano?” El quisiera realizar un cambio en ti: Si tú le dices que sí, entonces El te da Su vida y tú puedes entregarle la tuya llena de pecado. Será entonces que tu corrompida soberbia y tu presunción serán quitadas, y las muchas cosas buenas que hasta ahora no habías valorizado, serán implantadas en tu vida. Ese es el trueque que Jesús te ofrece. ¿Pero cómo se hizo posible este cambio? Debido a que en la cruz del Calvario, Jesús cargó el pecado. Ahora, puedo imaginarte diciendo: “Sí, yo quiero que mi desesperación se aleje de mí. Anhelo ser semejante a Jesús”. Pero debo decirte: Piénsalo bien. He observado que muchos que se convirtieron, recién después de hacerlo se dieron cuenta del alto precio que tendrían que pagar para ser semejantes a Jesús. Solamente podrás alcanzar esa meta sublime que Dios tiene para tu vida si te entregas totalmente a El.