La era de lo “políticamente correcto”

Fredi Winkler

Cada vez más se escucha decir que, al fin y al cabo, “todos creemos en el mismo Dios”—pero nada está más lejos de la realidad. 

Vivimos en la era de lo “políticamente correcto”, en la que ya no conviene decir la verdad sin rodeos. Esto es especialmente cierto en el ámbito religioso. Cada vez más se escucha decir que, al fin y al cabo, “todos creemos en el mismo Dios”—pero nada está más lejos de la realidad. Esto queda evidente de una manera especial en el islam. La gente habla de las tres religiones monoteístas: el judaísmo, el cristianismo y el islam, con el común patriarca, Abraham. 

Los musulmanes celebran la llamada fiesta del Sacrificio, en la que recuerdan que Abraham debía sacrificar a su hijo al Señor. En la Biblia, esto se refiere a Isaac, el hijo de la promesa, en quien se basa la fe judía. Los musulmanes, sin embargo, dicen que fue Ismael, y a nadie parece molestarle mucho esta discrepancia. Sin embargo, el sacrificio de Isaac nos muestra una fundamental verdad bíblica que encuentra su cumplimiento en el Nuevo Testamento: ilustra proféticamente cómo Dios entrega a su Hijo unigénito para la redención de la humanidad. 

El Corán también dice que no fue Jesús quien murió en la cruz, sino otra persona, que se parecía a Jesús. Esto es una increíble afrenta al fundamento más importante de la fe cristiana; empero, tampoco parece molestarle a nadie. Lo principal es evitar el conflicto, aunque sea a costa de verdades fundamentales.

El islam fue fundado entre los años 610 y 632 por Mahoma, que adoptó elementos del Antiguo y del Nuevo Testamento. Desde el principio de la nueva religión se formó una división entre chiíes y suníes. Los chiíes opinaban que solo un miembro de la familia de Mahoma podía ser califa, es decir, lugarteniente de Mahoma. Los suníes, en cambio, decían que no era un requisito. Las dos ramas del islam evolucionaron luego de formas diferentes. 

Los chiíes adoptaron más elementos de la fe cristiana que los suníes. Los cristianos creemos que Jesús regresará y establecerá su Reino eterno. Los chiíes creen que el duodécimo califa (o imam), llamado el Mahdi, que nació en 874, regresará, al igual que Jesús. Entonces este personaje guiaría al islam (y en su caso por supuesto al islam chiíta) hacia la dominación mundial y convertiría así a toda la humanidad a esta religión. 

Originalmente, el islam chií era menos militante que el suní, pero desde la revolución islámica iraní de Ruhollah Jomeini en 1979, esto cambió radicalmente. 

El Nuevo Testamento enseña que vendrán guerras y tiempos difíciles sobre la Tierra antes del regreso de Jesucristo. Adoptando y tergiversando esta idea, los chiíes creen que la guerra es buena para ellos, porque según su doctrina conducirá al regreso del Mahdi

Durante ocho años los iraníes hicieron la guerra contra Irak bajo Saddam Hussein, pero no contribuyó a su popularidad. Sin embargo, una guerra contra el Israel sionista tiene el potencial de ganar a muchos otros para su ideología.

Cuando analizamos todo esto, comprendemos que la guerra contra Israel es una guerra de motivación religiosa, y este tipo de guerras siempre han sido las más persistentes y fanáticas.

Pero gracias a Dios tenemos como firme ancla la esperanza del regreso de Jesús, que hará fin a todos estos conflictos y establecerá Su Reino eterno de paz.

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