¿Cómo consigo librarme del mentir?
Pregunta: En una de las charlas que usted dio en medio nuestro, dijo algo que cayó sobre mí como un relámpago: que muchos hijos de Dios son mentirosos. De repente toda mi miseria volvió a irrumpir nuevamente. Desde mi conversión estoy luchando en el nombre de Jesús para librarme de esta atadura que tengo desde mi niñez. Yo fui educada para tener “miedo” cuando era una niña, y a pesar de que hoy lo venzo vez tras vez en el nombre de Jesús, tengo miedo en cada ocasión, y consecuentemente tengo grandes problemas que escondo ante todos. El mentir por costumbre ha cesado gradualmente después de que rendí mi vida al Señor. Pero, repentinamente, a menudo en las cosas más triviales y fútiles, vuelvo a mentir. Y esto es una ofensa contra Dios, Le duele a Quien es la verdad y a Quien temo. Muchas veces estoy realmente desesperada.
Respuesta: Al leer sus líneas pensaba: ¡Ojalá esa hermana conociera el glorioso poder de victoria del Señor Jesucristo, porque entonces estaría sin preocupación! ¡Pues usted es una hija del Padre! ¡Usted fue comprada por la sangre de Jesús, y con esto usted está libre del poder del mentiroso! Su verdadero problema no es que la mentira le aceche de repente sin quererlo sino su timidez. Usted tiene miedo antes la buena batalla . Pero la Biblia le dice también a usted: “Pelea la buena batalla de la fe …” (1 Tim. 6:12). ¡A pesar de toda su desesperada debilidad, usted tiene al poderoso Vencedor de su lado! Usted puede vestirse, con denuedo, de la armadura de Dios. El poder de la mentira, el ahogo del miedo, será destruido y desechado en su vida inmediatamente, si usted sigue sencillamente lo que leemos en Efesios 6:16-17: “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.
Resumiendo: ¡Crea a la Palabra, entonces usted estará abrigada y escondida! Entonces, al sentir el impulso hacia la mentira, usted podrá resistir inmediatamente en el nombre de Jesús. Y cuando a pesar de todo le sucede que miente, humíllese en seguida en su interior y diga: “Señor Jesús, límpiame por tu sangre”, y exclame, siempre de nuevo, juntamente con David: “Escogí el camino de la verdad” (Salmos 119:30). El andar en la luz excluye la mentira. En lo que concierne el miedo, esa enfermedad tan contagiosa de nuestra época, mantenga, por la fe, el hecho: “Jehová está conmigo; no temeré” (Salmos 118:6). He orado por usted.
Wim Malgo