Sombras de disturbios sobre las fiestas en Israel

Antje Naujoks

En vísperas de la fiesta judía de Pascua, un grupo de jóvenes palestinos se atrincheró en la mezquita de Al-Aqsa, en el Monte del Templo. Planeaban causar disturbios en las próximas horas de la mañana. La policía israelí lo impidió, tomando medidas preventivas, y se ganó una protesta en el mundo árabe por ello. Como era de esperar, la acusación fue que Israel había profanado un lugar sagrado musulmán. Se pasó por alto el hecho de que había jóvenes musulmanes dispuestos a la violencia esperando en la mezquita, con el calzado puesto, listos para luchar, en contra de las instrucciones del islam de que no se puede entrar en las mezquitas con “equipo de combate”. A esto siguieron dos noches de lanzamiento de cohetes desde Gaza, que llevaron a los residentes de la región fronteriza israelí a refugiarse durante la importante fiesta judía. Dos días después se produjo un aluvión de cohetes desde Líbano contra Israel, que no había sido tan masivo desde 2006; otros dos días después se lanzaron cohetes desde Siria contra el lado israelí en los Altos del Golán. En el día intermedio, Israel tuvo que hacer frente a dos graves atentados terroristas: en una incursión en el valle del Jordán, un terrorista palestino mató a dos hermanas con un arma de fuego; su madre, gravemente herida, murió en el hospital unos días después. Por la noche, un árabe israelí arrolló con un automóvil a una multitud en la playa de Tel Aviv. Varias personas resultaron heridas y murió un turista italiano. Mientras se desarrollaban estos acontecimientos, personas cercanas al Sistema de Seguridad Nacional manifestaron su convicción de que Irán había dirigido y coordinado estas actividades. Después de una semana, durante la cual Israel solo reaccionó mínimamente a los bombardeos y recurrió a la movilización de reservistas para la seguridad de sus ciudadanos, se supo con certeza que Irán, efectivamente, estaba detrás de todo esto e incentivaba una nueva confraternización entre las organizaciones terroristas Hezbolá y Hamás. Así pues, está claro que Irán entró en una nueva ronda y provoca una escalada de la guerra que el régimen de los ayatolás e Israel se libran desde hace varios años en la sombra.

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