Perspectivas sombrías

Antje Naujoks

En el marco de la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU, el ministerio de energía israelí presentó una evaluación territorial que sopesa las consecuencias del cambio climático para Israel. De hacerse realidad, aunque fuera solo una fracción de las suposiciones, el país se enfrentará a tiempos difíciles.

Muchas personas se sienten mal ante la idea de todo lo que podría venir sobre nosotros a causa del cambio climático. Al mismo tiempo, no todos concuerdan con respecto a las causas. También las medidas son cuestionables. En eso no solamente contribuyen los políticos que representan una opinión diferente a la de la mayoría de los jefes de gobierno y científicos del mundo. El presidente estadounidense Trump no cree en un cambio climático causado por mano humana y dispuso que los presupuestos para investigación del clima fueran reducidos. Justamente Europa ve este “reblandecimiento de las leyes medioambientales” con ojos críticos, pero también se queda atrás con los objetivos que se ha propuesto. Eso también es cierto para Israel.

Gracias a los yacimientos de gas natural en el Mar Mediterráneo, este país está en proceso de cambiar cada vez más su producción de energía eléctrica de carbón y petróleo a gas. No obstante, el 95 por ciento de la energía necesaria en Israel es producida de los combustibles fósiles, mientras que esa parte en Europa se encuentra por debajo del 50 por ciento. Si bien en Israel no se produce electricidad nuclear, la parte de las fuentes de energía renovables se encuentra muy por debajo del diez por ciento en este país bañado por el sol. La emisión de CO2 en Israel aumentó consistentemente entre 1979 y 2013, y recién disminuye desde iniciación de algunas medidas a partir del 2014, si bien solo ligeramente, de modo que en Israel, en 2014, se emitían 7.86 toneladas de CO2 por habitante al medio ambiente, mientras que en Europa eran 6.38 toneladas.

También Israel participó en la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU, que fue realizada a fines de 2019 en Madrid, España. La delegación israelí se encontraba bajo la dirección del ministro de energía, Dr. Yuval Steinitz. Con él viajaron representantes de los ministerios de protección del medio ambiente y otros jefes de departamentos, al igual que científicos. Por este motivo fue que el ministerio, bajo la dirección del Dr. Steinitz, publicó su informe territorial. Por consiguiente, Israel podría enfrentarse a escenarios desastrosos. Poco ayuda que el portavoz de este ministerio decía: “Esto no solamente se refiere a Israel, sino a todo el Oriente Medio que debe ser considerado como hot spot (foco) en cuestión del calentamiento global de la Tierra”.

Según el informe, Israel tendrá que luchar con temperaturas más altas y meses de verano aún más largos, todo esto acompañado de condiciones climáticas cada vez más extremas. Otro problema grande es causado por la subida del nivel del mar, ya que justamente en Israel la gran mayoría de la población vive a lo largo de la costa del Mediterráneo. Como consecuencia, en Israel aumenta casi desproporcionalmente el riesgo de catástrofes de la naturaleza, de inundaciones, hambrunas, contaminación del agua potable y epidemias. Todo esto también lleva a la suposición que el país además podría tener conflictos limítrofes.

En detalle esto significa: desde 1950, la temperatura promedia en Israel ya aumentó en 1.4 grados centígrados. Se parte de la base que, hasta el 2050, los valores sigan aumentando en otros 0.9 hasta 1.2 grados. El aumento del calor tendrá repercusiones en la vida diaria y también en la productividad del mercado laboral, pero a su vez, también significará que los recursos de agua se secarán aún más y que las precipitaciones disminuirán cuantitativamente y ­serán más irregulares. Juntamente con condiciones climáticas tormentosas, eso tiene consecuencias para todos los ecosistemas del país, para la agricultura, para las infraestructuras y para la salud pública. El informe también parte de la base que se tendrá que contar más a menudo con olas epidémicas causadas por insectos (fiebre del Nilo), y con pacientes asmáticos. Todo eso también tendrá sus consecuencias sobre la salud pública. Grupos de la población que de todos modos son vulnerables (niños, personas mayores y enfermos) estarán en desventaja aún mayor. Se avecinan presiones enormes al país. Una perspectiva sombría para un país pequeño con una densidad de población alta, no autosuficiente y a su vez rodeado por vecinos en condiciones nada mejores, y que ya ahora no tienen una disposición amigable hacia este país.

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