
Las fuerzas públicas dialogan sobre la reforma judicial
Israel vivió días turbulentos: mientras cientos de miles de personas protestaban en las calles de todo el país contra la reforma judicial, el primer ministro Benjamín Netanyahu anunció que el Gobierno tenía la intención de proseguir sin interrupción el esfuerzo de reforma. A este anuncio siguió inmediatamente otro. El ministro de Defensa, Yoav Galant (Likud), advirtió acerca de las consecuencias de la reforma para la seguridad nacional. Solo 24 horas después, el primer ministro Netanyahu le hizo saber que estaba despedido, lo cual llevó a más israelíes a las calles. Siguieron horas nocturnas que parecían de estado de excepción. Por la mañana, la Histadrut, el mayor sindicato del país, se unió a las protestas y convocó una huelga general. Otros organismos siguieron su ejemplo, de modo que el aeropuerto quedó paralizado, los centros comerciales cerrados y las administraciones municipales y regionales suspendieron todos sus servicios, con alrededor de un tercio de sus responsables en huelga de hambre. Esto puso de manifiesto que incluso personas que no se oponían fundamentalmente a la reforma mostraban su preocupación y su oposición a la rapidez con la que el Gobierno intentaba sacar adelante la legislación. El primer ministro Netanyahu se enfrentó a una gran mayoría del país, que exigía el diálogo sobre la cuestión de la reforma judicial. Además, la presión de Estados Unidos era cada vez mayor, por lo que finalmente cedió. Suspendió la reforma hasta la sesión de verano de la Knesset para iniciar un diálogo. La discusión se lleva a cabo con el presidente Isaac Herzog y todos los partidos de la Knesset.