
¿Estado regido por la Torá?
La influencia de los ultra ortodoxos en política y economía como también en la vida diaria de Israel va en aumento. Al mismo tiempo, crece el rechazo de los israelíes seculares hacia este grupo de la población.
Es Shabbat en Israel. Millones de personas van a las sinagogas. En las calles no anda ni un solo automóvil. Toda actividad en empresas y fábricas está suspendida. Comercios y lugares de entretenimiento como son los restaurantes, los bares y los cines están cerrados. También las playas del país están desiertas. En definitiva, los guarda costas no pueden trabajar, razón por la cual no se puede nadar en el mar. A la mañana siguiente, el domingo, muchos millones de niños van a las escuelas para dedicarse en primer lugar al estudio del Torá y de otros escritos religiosos del judaísmo.
Ese es el sueño de los ultra ortodoxos, una situación que este grupo judío muy piadoso desea fervientemente. Su sueño es la pesadilla de todos los demás. Según predicciones demográficas, es tan solo una cuestión de tiempo hasta que Israel se convierta en un estado regido por la Torá que siga exclusivamente el código de ley judío, el Halajá. Según estudios publicados recientemente por Dan Ben-David, profesor en el Instituto Shoresh para estudios socio-económicos, la población ultra ortodoxa aumenta muy rápidamente a causa de un promedio de siete hijos por familia. Alrededor del siete por ciento de los ciudadanos de Israel de 20 años para arriba son ultra ortodoxos. Ya ahora sus hijos representan alrededor del 19 por ciento del grupo etario de los que tienen hasta 14 años. Si esta población continúa creciendo de esta manera, los niños de la comunidad ultra ortodoxa en el año 2065 representarán aproximadamente el 50 por ciento de todos los niños del país. En cuanto estos tengan edad para votar, los ultra ortodoxos conseguirán la mayoría de los escaños en la Knéset y transformarán el rostro de Israel en el transcurso de un proceso democrático.
Ya ahora, la política del país se ve determinada por aspectos demográficos. En los años del 1970, los partidos ultra ortodoxos tenían alrededor del 3,7 por ciento de los votos. En las últimas elecciones para la Knéset del 9 de abril, 2019, los votos de los dos partidos ultra ortodoxos Shas y Judaísmo Unido de la Torá fueron el 11,8 por ciento, de modo que ellos tendrán 16 escaños que serán el puntal de la coalición gubernamental de conservadora de derecha. Sin participación de la coalición de estos partidos no habrá ningún gobierno. Con este poder, también crece el apetito de estos partidos, ya que ellos reclaman varios ministerios, exigen que se conceda menos permisos de trabajo para el día de descanso, el Shabbat, y quieren cambiar la ley de tal modo que un servicio militar obligatorio para los hombres ultra ortodoxos esté fuera de discusión (en 2018 se trataba de 158 000 hombres de la edad correspondiente en 734 centros de estudio de Talmud-Torá). Además de eso, estos partidos desean lograr que en los colegios religiosos se disminuya la obligación de enseñar materias generales. A su vez, naturalmente, tratan de lograr conseguir más fondos del presupuesto gubernamental para su población, entre otros para escuelas y centros de estudio, pero también servicios sociales para las familias.
El estudio de Ben-David demuestra que la participación de los partidos ultra ortodoxos en la coalición, algo que ellos lograron por primera vez en 1977, va acompañada de consecuencias económicas y sociales de gran alcance. Desde entonces, fueron aumentando el presupuesto estatal y con eso también las subvenciones de las que disfruta la población ultra ortodoxa. Eso hace que sufran otras áreas. Fue así que el número de camas de hospital en ese período de tiempo descendió en un 45 por ciento, y el número de académicos en las universidades disminuyó en un 60 por ciento. Al mismo tiempo, se puede observar que en los colegios de educación general desmejoraron las notas en las materias matemáticas y ciencias naturales, y que la comprensión lectora de los estudiantes es cada vez peor. Si uno mira los logros de los estudiantes israelíes en la comparación internacional, de todos los países industrializados ellos son los que están peores. Que en los colegios de la población ultra ortodoxa no se enseñe materias mundanas como inglés, matemáticas y ciencias naturales tiene como consecuencia, que alrededor del 43,1 por ciento de las familias ultra ortodoxas no se puedan integrar en una vida laboral productiva. Ellos quedan cautivos en el ciclo de la pobreza.
Una encuesta más reciente muestra que alrededor de dos tercios de la población israelí se expresan en contra de la preferencia de la población ultra ortodoxa y de una orientación cada vez más religiosa del Estado. De ahí que también se rechaza una participación de los partidos ultra ortodoxos en la coalición del gobierno. Eso recientemente lo puso en palabras extremadamente fuertes Aluf Ben, uno de los redactores de renombre del diario Haaretz, el último diario liberal secular izquierdista. En una columna, Aluf advertía de que la carga que se les imponía a los contribuyentes seculares de Israel a causa de las necesidades ultra ortodoxas sería demasiado pesada y que, de seguir creciendo esta población, incluso podría llevar a una sublevación de la población no religiosa. “Si la tranquilidad interior es trastornada porque está a la vista un colapso económico o porque se tendrá que llevar a la tumba a demasiados soldados exclusivamente seculares”, escribió, “aparecerá en el cielo político un populista secular que será levantado por el odio contra la población ultra ortodoxa. En ese caso, podría suceder algo extremo: una persona de ese tipo podría convencer a la población secular de que sea necesario levantarse a la fuerza contra los ultra ortodoxos, que a aquellos que eluden el servicio militar se les debería echar en la cárcel y que en los colegios se debería integrar materias de enseñanza seculares”.