El secreto peor guardado

Zwi Lidar

La Cumbre en Bahréin reveló que Israel es aceptado como jugador central de la región. Esto hace posible que Israel puede intensificar abiertamente su cooperación con los Estados del Golfo. Incluso Iraq mostró interés.

Aun cuando se trataba tan solo de un globo sonda político, el asunto en sí fue una sensación. “Mi país”, dijo recientemente el embajador iraquí en Washington, “tiene buenas razones objetivas para iniciar relaciones con Israel”. El embajador Fareed Yasseen, quien expuso esto en árabe en una conferencia en la capital estadounidense, además nombró algunas de esas razones: la “tecnología extraordinaria” que Israel ha desarrollado en cuanto a agua y agronomía, al igual que el hecho que en Israel existe una comunidad grande y significativa de judíos provenientes del Iraq, que continúan sintiéndose orgullosos de su procedencia. Esta declaración causó fuertes críticas en el Iraq. Algunos diputados del Parlamento exigían que el embajador fuera destituido. El ministerio de exterior iraquí se conformó, sin embargo, con la explicación, que las “exposiciones habrían sido sacadas de contexto” y que Iraq continúa “unido a la causa palestina”. El embajador no necesitó disculparse, como algunos exigían, y quedó en su puesto en los EE. UU.. Algo así habría sido impensable antes de la Cumbre Económica a la que convocaron los EE. UU. en Bahréin para oficialmente anunciar su visión de una ayuda económica para el pueblo palestino y los frutos de la paz. El plan estadounidense que salió a luz durante el encuentro es grandioso: 50 mil millones de dólares estadounidenses serán invertidos en el transcurso de una década. La mayor parte, 28 mil millones de dólares, fluirá a Gaza y a Cisjordania para comenzar 175 proyectos en las áreas de agua, electricidad y medios de transporte, e iniciativas económicas que puedan mejorar la calidad de vida de los palestinos. Pero el objetivo grandioso de este plan pasó a segundo plano en vista de la normalización de las relaciones entre Israel y los Estados árabes moderados que se manifestó al mismo tiempo. Las fotografías, en las que representantes de Bahréin, los Emiratos Árabes Unidos y de Arabia Saudita, en los pasillos del hotel de conferencias en Manama, la capital de Bahréin, conversan de forma desenvuelta con empresarios y periodistas israelíes, hicieron desintegrarse el mito de un tabú regional y en definitiva revelaron el secreto peor guardado del Oriente Medio: también sin paz mejoran las relaciones entre Israel y los Estados sunitas moderados del Golfo y avanzan a la sombra de la lucha unida contra el enemigo común Irán. Israel, entretanto, es aceptado como un hecho. Nuevas alianzas regionales desplazan ideología y eslóganes. El ministro de exterior de Bahréin, Jeque Chalid bin Ahmad Al Chalifa, dio una entrevista para la televisión israelí. Él dijo claramente que el gobierno de su país ve en Israel un componente integral del Oriente Medio, y que se estaría esforzando en establecer relaciones binacionales estrechas. Además dijo que el único asunto que estaría entre los árabes y una paz integral con Israel, sería la ausencia de una solución para la causa palestina. En el momento en que una solución haya sido encontrada, ya no habría limitaciones hacia arriba. Un mensaje similar se escuchaba de otros participantes árabes de esa cumbre. También el entonces primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair, participó y explicó que tan solo la Solución Dos Estados podría llevar a una paz. Con eso, él representaba la opinión de los participantes europeos.

Lo que sucedió en Bahréin representa un logro enorme para Israel. En Manama, se sentó los fundamentos para la normalización entre Israel y los estados árabes moderados. De todos modos, ya existirían muchas relaciones con los Estados del Golfo y otros países árabes del Oriente Medio, dijo el primer ministro de Israel Netanyahu después de la Cumbre en Bahréin.

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