
Auge
En el correr de la historia cultural de la humanidad, los judíos han estado en el centro de teorías de conspiración incontables veces. En la actualidad, a menudo brilla la región árabe con teorías disparatadas sobre la “conspiración mundial judía”.
En el Corán uno encuentra todo tipo de historias y parábolas misteriosas, al igual que seres míticos e híbridos y también Dshinn, seres psíquicos creados del “fuego sin humo”, a los que el Corán les dedica un sura entero. Aun cuando el occidente adjudica al oriente y al islam muchas fábulas, leyendas y mitos que aparentan ser exageradas ya tan solo a causa de su lenguaje florido, también la cultura occidental ha producido cosas similares. Eso es así también en cuanto a teorías de conspiración. Contrario a las leyendas, las teorías de conspiración mezclan hechos con aseveraciones inventadas. La clave del asunto es que, de este modo, se margina a un grupo determinado, se insinúa que estarían cometiendo las fechorías más terribles, y en definitiva se alimenta imágenes estereotipadas de enemigos, que en muchas personas ponen en marcha un circuito de temor y desconfianza exagerados.
Las teorías de conspiración alrededor del asesinato del presidente de los EE. UU. John F. Kennedy, la muerte de Lady Diana, como también del aterrizaje en la Luna son ampliamente conocidas. En todo eso es irrelevante, si uno pertenece a los convencidos, los escépticos o a los que menean la cabeza. Una de las teorías de conspiración más antiguas es la leyenda de los asesinatos rituales que se les adjudicó a los judíos en el año 1144. También la teoría de conspiración sobre el envenenamiento de los pozos de agua surgida durante las grandes epidemias de pestes del siglo XIV tenían que ver con judíos. Aun en la actualidad, las difamaciones antisemíticas –como los así llamados “Protocolos de los Sabios de Sion”, que aún 90 años después de desenmascararlos como falsificaciones siguen siendo presentadas contra los judíos– son muy populares, si bien hoy en día muchas teorías de conspiración tienen que ver con los servicios de inteligencia en general, y de ese tipo de instituciones de Estados poderosos en especial.
Si uno conoce los autores de tales teorías, también llega a saber de sus motivos. Lastimosamente, aun la mejor formación académica y una profesión intelectualmente exigente no protegen de las teorías de conspiración. Ese también es el caso de Abd al-Hamid al-Hamshari. En el internet uno encuentra indicios, de que este columnista que escribe para el diario jordano Ad-Dustour, no solamente es miembro de la Asociación Nacional de Jordania para el avance de la libertad y de los métodos democráticos, sino que además también parece estar empleado en el Centro Árabe-Jordano para derechos humanos y paz internacional. Ese también parece ser el caso de Ismail al-Sharif, ya que este intelectual que ha estudiado en Jordania y en los EE. UU. también tiene una carrera periodística brillante que le hizo ascender a la gerencia del diario jordano para el que también trabaja al-Hamshari.
En el tiempo del aniversario de los acontecimientos con respecto al World Trade Center en Nueva York, al-Sharif sostenía que los “musulmanes fueron las verdaderas víctimas de los ataques”, ya que según su recuento “desde entonces, seis millones de musulmanes perdieron la vida por crímenes directos al igual que indirectos, y por guerras del occidente”. Él menciona los sucesos en diversos países musulmanes y señala correctamente a India y Myanmar como Estados en que los musulmanes son perseguidos. Pero cualquier lector debería quedar estancado al llegar al párrafo sobre Siria, ya que de manera elegante trata de imputar a los EE. UU. el 11.5 por ciento de la población siria que perdió la vida por la guerra civil.
Poco después del aniversario de los atentados, el diario jordano publicó otro aporte que “brillaba” no menos “conspirador”, ya que el mencionado al-Hamshari atribuye que las autoridades de seguridad estadounidenses habrían planificado los atentados con el objetivo de desestabilizar el Oriente Medio. De este modo, los EE. UU. habrían querido evitar que se levante una superpotencia árabe, que se las pueda ver con la hegemonía de los EE. UU. en la región. Su conclusión adicional es que los atentados contra las Torres Gemelas habrían sido realizados para permitir que Israel sacara provecho. Mientras que para lo primero le fallan los números –de hecho un criterio importante, ya que a las teorías de conspiración les gusta darse un toque de exactitud de hechos a través de números–, la segunda vía de argumentación es tan abstrusa que uno ni siquiera desea analizarla más a fondo. Si bien las publicaciones fueron realizadas en un diario privado, este, sin embargo, alcanza a decenas de miles de lectores y además es publicado en un país, que entre los Estados árabe-musulmanes, debe ser considerado como relativamente moderado. Ya tan solo eso debería dar qué pensar.