¿Tiene la Iglesia de Cristo responsabilidad ante Israel? - Parte 4

Johannes Pflaum

Israel y la provocación a celos - Parte 4

¿Cuál es la misión de la Iglesia en lo que respecta al pueblo judío? Una reflexión bíblica sobre el tema.

Muchas veces los cristianos fundamentalistas se equivocan en la manera de pensar: no diferencian entre la elección de Israel y su salvación. Algunos opinan que tan solo por ser Israel el pueblo elegido de Dios, todos los judíos serán salvos. Para esta afirmación suelen apoyarse en Romanos 11:26: “y luego todo Israel será salvo”. Otros se van al otro extremo, afirmando que como el judío no es salvo por practicar el judaísmo, el Israel actual ha dejado de ser el pueblo elegido de Dios, siendo hoy día una nación como cualquier otra.

Israel es y permanece siendo, en todas las épocas, el pueblo elegido de Dios. Y la actitudes que las naciones tengan con Israel y los judíos, muestran la manera en que estas se comportan delante de Dios. Sin embargo, no significa que el judío sea salvo por pertenecer al pueblo elegido. Hebreos 4:2 dice lo siguiente sobre la “generación del desierto”: “Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron”.

Como la elección de Israel no es garantía para una salvación automática, el pueblo judío necesita escuchar nuestro testimonio acerca de Jesús. Debemos preguntarnos entonces cómo llegar a ellos de manera efectiva. Ciertamente la enseñanza acusadora y arrogante no sirve para este cometido. Demasiadas veces la cristiandad se ha equivocado al tomar una actitud soberbia frente a ellos.

El único camino es un testimonio que revele el amor a Israel. Pablo lo expresa con las siguientes palabras: “Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos. […] Porque a vosotros hablo, gentiles. Por cuanto yo soy apóstol a los gentiles, honro mi ministerio, por si en alguna manera pueda provocar a celos a los de mi sangre, y hacer salvos a algunos de ellos” (Ro. 11:11,13-14).

Debemos provocar a celos a Israel, es decir, acercarnos a los judíos de manera amorosa, contándoles todo lo que hemos recibido en el Mesías Jesús y lo que él significa para nosotros. Testifiquemos de manera personal: “He encontrado la paz con Dios por medio de Jesucristo, él murió por mis pecados.” De esta manera, surgirán algunas preguntas en sus corazones: “¿Por qué esta persona es diferente? ¿Por qué me ama? ¿En dónde obtuvo esa paz interior? ¿Por qué tiene tanta esperanza en Israel?”

Esta es la gran responsabilidad y misión de la Iglesia de Jesús: provocar a celos –en un buen sentido– a los integrantes del pueblo judío, con el fin de que algunos de ellos se salven. No debemos preguntarnos tanto si Israel necesita el mensaje de Jesucristo, pues es obvio que sí, sino pensar en la mejor manera de brindarles nuestro testimonio.

Ahora bien, ¿qué sucede entonces con Romanos 11:26? Pablo dice en este pasaje de las Escrituras que con el retorno del Señor Jesús, todo Israel será salvo. ¿Es necesario entonces testificar a Israel acerca del Mesías? ¿Por qué debemos provocarlo a celos?

Pero podríamos hacernos también otra pregunta: en la misma carta, dos capítulos antes, el apóstol dice de manera muy clara: “También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo” (Ro. 9:27).

¿Cómo se relaciona esto con lo anterior? Por un lado, la salvación es solo para el remanente, pero dos capítulos más tarde parece extenderse a todo Israel. Para entender esta supuesta contradicción debemos ir a Romanos 11:5, el cual nos habla de un remanente escogido por gracia.

Este remanente se compone de todos los judíos que reconocen a Jesús como su Mesías y depositan su fe en él. Esto nos muestra que no son salvos por el solo hecho de pertenecer al pueblo escogido por Dios. Jesús es siempre el único camino. Pero cuando Jesucristo retorne con poder y gloria, cada judío vivo en la tierra lo reconocerá y será salvo. Lo leemos, entre otros pasajes, en Zacarías 12:10: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito”. En el día del retorno de Cristo, todo Israel se convertirá y será salvo, dicho de otro modo, cada judío vivo en la tierra lo reconocerá como el Mesías. Aunque se trate de todo el Israel de la época, será, desde un punto de vista cronológico, tan solo un remanente, la última generación, la del tiempo del retorno del Señor.

Es por eso que tenemos hoy la misión y la responsabilidad de provocar a celos a Israel de forma amorosa, alcanzándoles al Mesías a través del mensaje del evangelio.

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