¿Tiene la Iglesia de Cristo responsabilidad ante Israel? - Parte 1

Johannes Pflaum

Israel y la honra de Dios - Parte 1

¿Cuál es la misión de la Iglesia en lo que respecta al pueblo judío? Una reflexión bíblica sobre el tema.

Hace algunos años presencié una conversación entre dos pastores. El tema en cuestión era la gran comisión de la Iglesia de Cristo. Hablaron sobre la evangelización y el caso particular de Israel. Uno de ellos le dijo al otro, más o menos así: “La evangelización es muy importante. Debemos evangelizar. Pero de Israel se ocupará Dios mismo. Él cumplirá sus propósitos con esa nación. Por eso no es un tema de mucha relevancia para nosotros”.

¿No suena bastante razonable? Por supuesto, la evangelización mundial es lo primordial. Por eso Hudson Taylor llamaba a la gran comisión de Mateo 28, la última orden del Resucitado. Se trata de la salvación de las personas, de que alcancen la fe en Cristo. Pero ¿significa esto que no tenemos responsabilidad ni mandato en lo que refiere a Israel? ¿Es Israel tan solo un tema al margen, poco importante? ¿Será simplemente el tema favorito de algunos religiosos exóticos o de gente rara como nosotros?

¿El cumplimiento de los propósitos de Dios para con Israel habilita a la Iglesia de Cristo a dejar el tema de lado? Para decirlo de manera provocadora: el Señor Jesús prometió que edificaría su Iglesia y que las puertas del Hades no prevalecerían sobre ella (Mateo 16:18).

No existe alguna razón para restar importancia al tema. La voluntad final de Dios para el pueblo elegido responsabiliza y comisiona a la Iglesia en lo tocante a Israel. Por eso, Pablo analiza esta cuestión con todo detalle en los capítulos 9 al 11 de la Carta a los romanos.

¡Qué testimonio se hubiese dado en el Tercer Reich, si toda la Iglesia hubiera asumido la responsabilidad y cumplido su misión! Pero tan solo una parte de los seguidores de Jesús en Alemania entendió esto y lo llevó a cabo con valor. Grandes sectores de algunas denominaciones se doblegaron bajo la presión y ante las mentiras contra los judíos del nacionalsocialismo.

Nuestra intención no es señalarlos con el dedo en una actitud de autocomplacencia. Es posible que en la actualidad la inundación mediática nos haga aún más manipulables que la gente de aquella época. Pero ese capítulo oscuro de la historia debería llevarnos hacia una verdadera humillación y hacia un reconocimiento de la responsabilidad que tenemos frente a Israel como Iglesia de Cristo; en especial, cada vez que recordamos los horrores sufridos por los judíos. Por eso quisiera mencionar en esta serie algunas razones por las que somos responsables ante el pueblo de Israel y explicar además cuál es nuestra verdadera tarea frente a este pueblo. En esta “Primera parte” nos ocuparemos del tema “Israel y la honra de Dios”.

Dios ha ligado de manera inseparable su honra en esta tierra, con el pueblo y la tierra de Israel. Israel no lo buscó ni lo merece. Tampoco se debe a que tenga cualidades especiales, sino a la soberanía y gracia de Dios en su libre elección. Es así que el Señor habla en muchos pasajes de “mi tierra” y de “mi pueblo”, por ejemplo, en Joel 3:1-3, en el contexto de un futuro juicio de Dios sobre las naciones: “Porque he aquí que en aquellos días, y en aquel tiempo en que hará volver la cautividad de Judá y de Jerusalén, reuniré a todas las naciones, y las haré descender al valle de Josafat, y allí entraré en juicio con ellas a causa de mi pueblo, y de Israel mi heredad, a quien ellas esparcieron entre las naciones, y repartieron mi tierra; y echaron suertes sobre mi pueblo, y dieron los niños por una ramera, y vendieron las niñas por vino para beber”.

Por supuesto que toda la tierra le pertenece al Dios vivo, como lo expresa el salmo 24. Pero él eligió, de forma particular, al pueblo y a la tierra de Israel con el fin de llevar a cabo su plan de salvación. Así, por ejemplo, leemos con respecto a la futura salvación de Israel: “Y sabrán que yo Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor” (Ez. 34:30).

La nueva vida en Cristo nos capacita para vivir conforme al propósito por el que fuimos creados: honrar a Dios. También en la eternidad, honraremos al Señor. Por lo tanto, todo lo que tenga que ver con esta acción, debe importarnos. Por eso, la Iglesia tiene una responsabilidad y una comisión en lo relativo a Israel. Por cierto, la salvación de todo ser humano también tiene que ver con honrar a Dios. Podemos leerlo, por ejemplo, en Apocalipsis 5 y en muchos otros pasajes (compárese con Efesios 1:3-14).

Un asunto más a considerar en este contexto: vivimos en medio de una humanidad caída, que rechaza al Dios vivo y es hostil a él. El evangelio según Juan habla del odio y del rechazo de este mundo. Cuanto más rechaza la humanidad a la Biblia, tanto más aumenta la enemistad contra todo lo relacionado al Dios de la Biblia, entre otros, Israel como pueblo elegido de Dios y portador de sus promesas, más allá de su estado moral. Incluso la Iglesia profesante de Jesús está siendo marginada por un Occidente decadente y secularizado.

Ya que conocemos el plan divino, tenemos la responsabilidad de adoptar una clara actitud positiva ante Israel y los judíos. Como dijimos, se trata de la honra de Dios, la cual ha ligado con firmeza a su pueblo y a su tierra. Por esta razón, no han perdido validez las palabras vinculadas a la honra de Dios y a la promesa a Israel: “Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos: Tras la gloria me enviará él a las naciones que os despojaron; porque el que os toca, toca a la niña de su ojo” (Zac. 2:8).

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