¿Realmente debemos tomar la profecía de manera literal? - Parte 2

Thomas Ice

La interpretación literal de la profecía bíblica y la doctrina del arrebatamiento pretribulacionista que va de la mano con esta, se ve expuesta a menudo a fuertes críticas. Presentaremos a continuación una exposición y un dictamen al respecto. Parte 2

¿Por qué los no pretribulacionistas como Hanegraaff rechazan la interpretación literal? Es porque si la profecía bíblica fuese dejada tal como está, estos autores no tendrían ningún fundamento para contradecir nuestro punto de vista de los tiempos finales. Es obvio que Hanegraaff no cree tener buenas razones para contradecir nuestra manera de interpretar la profecía bíblica, por esta razón la rechaza o tergiversa.

Algunos oponentes de la interpretación literal han admitido con honestidad que si nuestro enfoque es seguido de manera consistente, conduce hacia una visión dispensacionalista. Un ejemplo de esto es lo dicho por Floyd Hamilton:

“A menudo tenemos que admitir que una interpretación literal de las profecías antiguotestamentarias nos proporciona exactamente esa imagen del dominio terrenal del Mesías que dibujan los premilenialistas. Este era el tipo de reino mesiánico que los judíos esperaban en el tiempo de Cristo, basados en una interpretación literal de las promesas del reino en el Antiguo Testamento”.

De manera similar, Oswald Allis, erudito en asuntos del Antiguo Testamento, dijo: “Con una interpretación literal no se puede considerar a las profecías antiguotestamentarias como cumplidas, o partir de la base que las mismas se cumplirán en la era presente”.

Una forma de justificar la interpretación literal de la profecía es el cumplimiento de las profecías pasadas. El pretribulacionista Paul Tan dice: “Durante la primera venida de Cristo se cumplieron de forma completa más de 300 profecías”. Tan llega a la conclusión que: “Cada profecía cumplida se cumplió literalmente. Tanto el Nuevo Testamento como la historiografía dejan en claro que la profecía bíblica siempre se ha cumplido literalmente”.

También Ryrie dice que el cumplimiento literal de las profecías pasadas confirmaría que las futuras deberían cumplirse de la misma manera. Él dice: “Las profecías antiguotestamentarias sobre la primera venida de Cristo –su nacimiento, su crecimiento, su servicio, su muerte y su resurrección– se cumplieron de forma literal. Ese es un argumento fuerte a favor del enfoque literal”.

Desde Génesis, Dios ha mostrado que la profecía se cumple de manera literal, aun cuando se emplean expresiones idiomáticas y símbolos. En el libro de Génesis, figuran una serie de sueños y visiones en los que Dios revela el futuro a algunas personas de su pueblo. Un ejemplo clásico es José, cuando soñó por dos veces que sería puesto sobre su familia (Gn. 37:5-11). En ambos sueños, Dios utilizó símbolos que dejaban en claro lo que deparaba el futuro. En uno de ellos, José y sus hermanos son representados por manojos de trigo, en el otro, Jacob es representado con el sol, Raquel con la luna, y sus hermanos con las estrellas. Si bien se emplearon imágenes simbólicas, el significado de estos sueños se cumplieron de manera literal en la vida de José y la de su familia: más tarde llegaría a ser el cogobernante de Egipto y gobernaría sobre ellos.

En Apocalipsis 12, nos reencontramos con algunos de los símbolos de los sueños proféticos de José. El sol se refiere a Jacob, la luna a Raquel y las estrellas son las doce tribus de Israel. Si bien se utilizan símbolos, el precedente bíblico exige que la profecía se cumpla de manera literal.

El hecho conocido de que las ideas acarrean consecuencias, también es aplicable con toda seguridad a la interpretación correcta de las Escrituras, en especial en lo que refiere a la profecía bíblica. Podríamos resumir el libro de Proverbios en una pregunta: ¿hasta dónde puede llevarnos el punto de vista de una persona? Para hallar respuesta a esta pregunta, deberíamos observar hasta dónde nos han llevado los métodos de interpretación en el pasado. Creemos que si los enfoques alegóricos o no literales fueran ampliamente aceptados, la iglesia recaería, desde el punto de vista hermenéutico, en la época temprana de la Edad Media.

En los primeros doscientos años de la historia eclesiástica, surgieron dos escuelas antagónicas de interpretación. La escuela siria de Antioquía defendía una interpretación literal e histórica, mientras que la de Alejandría, en Egipto, estaba a favor de una hermenéutica alegórica o espiritualizada. Bernard Ramm dice: “La escuela siria combatía especialmente a Orígenes como inventor del método alegórico, y seguía dando prioridad a la interpretación literal e histórica”. Clemente de Alejandría (150-215) y Orígenes (185-254) desarrollaron en la primera parte del siglo iii el enfoque alegórico para la interpretación bíblica.

Joseph Trigg dice: “La crítica fundamental contra Orígenes, que ya había comenzado durante su vida, consistía en aplicar una interpretación alegórica para justificar sobre todo la reinterpretación de la doctrina cristiana en el sentido de una filosofía platónica”. Orígenes creía que Proverbios 22:20 autorizaba a los intérpretes a buscar un significado triple en cada pasaje bíblico: uno significado carnal, psíquico y espiritual. Como este padre de la Iglesia consideraba que el significado espiritual pertenecía a un orden más elevado que el literal, se sentía atraído por el sentido espiritualizado o alegórico del texto. Ronald Diprose dice respecto a Orígenes: “Él fundamentaba esta opinión apelando al principio de la inspiración divina y enfatizaba que las declaraciones hechas por los autores bíblicos, si son tomadas literalmente, a menudo no son ciertas y que muchos acontecimientos presentados como historias son por naturaleza imposibles. Por eso, solamente creyentes sencillos se limitarían al significado literal del texto”.

Cuando los partidarios de la interpretación alegórica exponen este tipo de razones para rechazar la interpretación literal de la profecía bíblica, se muestran como Orígenes del siglo xx. Es así como Hank Hanegraaff, por ejemplo, dice respecto a la opinión de Tim LaHaye sobre Apocalipsis 14:20 que se trata de un “método de interpretación literal a toda costa”. El texto dice que en la batalla de Armagedón, la sangre llegará “hasta los frenos de los caballos” en un trayecto de más de 300 kilómetros. Hanegraaff explica que: “Interpretar las imágenes apocalípticas en un sentido extremadamente literal inevitablemente llevará a una perspectiva absurda”. ¿Por qué cree esto? El autor sigue diciendo: “Ya que es difícil imaginar que la sangre de los enemigos de Cristo pudiera crear un río tan profundo que llegara hasta ‘los frenos de los caballos en una extensión de trescientos kilómetros’, LaHaye necesita utilizar una licencia literaria sumamente extraordinaria”. Una página después continúa: “El lenguaje figurado requiere que el lector utilice su imaginación […] Tales saltos imaginativos son la regla más que la excepción […]”.

Hanegraaff imagina que la sangre a la que alude el pasaje es un símbolo de la “sangre que fluyó de las venas de Emanuel”, en lugar de ser tan solo las de los enemigos de Dios, heridos por el juicio. Mientras su imaginación sigue especulando, nos enteramos que “el número 1600 está lleno de significado”. Menciona para esto el comentario preterístico de David Chilton: “el número 1600 enfatiza de manera singular a Palestina. Cuatro al cuadrado simboliza la tierra y diez al cuadrado simboliza la anchura de la tierra”. ¿De dónde concluye que “cuatro al cuadrado” o “1600” se refiere a eso? Aquí vemos claramente cómo se introdujo un significado al texto. ¿Dónde está la prueba de que su explicación sobre el número 1600 sea el significado del pasaje? ¿Por qué no podría ser un múltiplo de ocho, en lugar de cuatro o diez? ¿Y cómo sabe Hanegraaff que eso no sucederá de manera literal? Representantes de la interpretación literal creen que sucederá de esa manera, simplemente porque el texto lo dice.

Es decisiva, para los intérpretes de la escuela siria de Antioquía, su declaración “lo literal es obvio-literal y figurativo-literal”. Con eso, querían decir que “un enunciado obvio-literal es una oración en prosa, sin ningún modismo involucrado. ‘El ojo del Señor cuida de los que le temen’, es por el contrario una frase metafórica”. Un enfoque de este tipo tiene un efecto enorme sobre la profecía bíblica. El comentarista liberal R. H. Charles observa: “Los alejandrinos, que estaban bajo la influencia del helenismo y de la escuela de interpretación tradicional alegórica que se intensificó con Filón, rechazaron el sentido literal del Apocalipsis y le adjudicaron un significado exclusivamente espiritual”.

La desvalorización de Hanegraaff del significado profético del Estado actual de Israel tiene sus raíces en Orígenes y en una hermenéutica alegórica. Diprose nota lo siguiente:

La actitud despectiva frente a Israel se había convertido en la regla en el tiempo de Orígenes. El nuevo elemento de su propia visión de Israel es que ‘no tiene ninguna sublimidad [de pensamiento]’. De ello se deduce que el intérprete siempre debe presuponer un significado más profundo o mayor en las profecías relativas a Judea, Jerusalén, Israel, Judá y Jacob, las que en su opinión ‘no deberían ser entendidas por nosotros en un sentido carnal’. Según la comprensión de Orígenes, la única función positiva del Israel físico era que servía como un tipo del Israel espiritual. Las promesas no fueron dadas al Israel físico porque este era indigno de ellas y no las podía comprender. De este modo, Orígenes, deshereda al Israel físico.

Hanegraaff trata a Israel del mismo modo que Orígenes. En su modelo escatológico, deshereda al Israel físico, reemplazándolo por lo que él llama el Israel espiritual o la iglesia.

Diprose continúa diciendo: “Orígenes compara a Israel con una esposa divorciada, en quien fue hallado algo indecoroso”, luego observa: “Una señal de que recibiera la carta de divorcio es que Jerusalén juntamente con lo que ellos llaman el santuario fue destruida”. Hanegraaff opina de manera similar cuando denomina a Israel prostituta insaciable, mientras que describe a la iglesia como la novia purificada. A pesar de evidenciar en su libro estas cosas desde el punto de vista histórico, Hanegraaff dice “nunca haberse expresado a favor de una teología de sustitución”. Norman Geisler proveyó una evaluación más razonable cuando dijo: “Las ideas tienen consecuencias, y la idea tipológica-alegórica ha tenido consecuencias graves en la historia de la iglesia. La negación de un cumplimiento literal de las promesas de Dios a Israel ha llevado al antisemitismo”. Geisler llega a la conclusión de que aquellos “que reemplazan al Israel literal por la iglesia espiritual declaran inválidas las promesas literales para la tierra y el trono, y así abren la puerta al liberalismo y al sectarismo”.

Si bien la escuela siria, en los primeros siglos, tuvo gran influencia, la escuela alejandrina logró imponerse gracias a la influencia de Jerónimo y Agustín, quienes aprobaban el enfoque alegórico para la profecía bíblica. Con respecto a Agustín, el historiador liberal Henry Preserved Smith llegó a la siguiente conclusión: “Puede afirmarse que la alegoría triunfó con su apoyo”. Esta influencia preparó el camino para la posición dominante de la interpretación alegórica en la Edad Media, sobre todo en el área de la profecía bíblica. Agustín, por cierto, desarrolló una hermenéutica doble. Aunque solía interpretar la Biblia de manera literal, espiritualizaba o alegorizaba la escatología.

El método de interpretación alegórico dominaba en la Edad Media. Como Orígenes enseñaba que el significado espiritual de un texto era más profundo y real, ¿para qué ocuparse entonces del subordinado mensaje literal de un pasaje, si del otro modo se podía llegar a conocer mucho más sobre el área espiritual? Una convicción prevaleciente en la Edad Media tardía era que cada frase en las Escrituras debía ser entendida en relación a Cristo. Este principio erróneo de interpretación se basaba en una equivocada interpretación y aplicación de Lucas 24:44, donde Jesús dijo: “Estas son las palabras que os hablé estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos”.

Este pasaje no dice que cada palabra o frase del Antiguo Testamento se refiere a Jesús el Mesías, sino que Jesús es con exactitud el Mesías del que habla el Antiguo Testamento. Si así fuera, un pasaje claramente histórico como 1 Crónicas 26:18: “En el atrio de los utensilios, al occidente, había cuatro para el camino, y dos para el atrio mismo”, tendría que ser interpretado con respecto a Cristo. Pero sabemos que no es así. Sin embargo, por medio de la alquimia alegórica fue interpretada de alguna manera cristológica. Farrar observa: “En estos nueve siglos, encontramos muy poco fuera del ‘brillo y la decadencia’ de la interpretación patrística”. Luego continúa diciendo: “Gran parte de la erudición que aún existe era dedicada a la exégesis, pero ni un escriba de cientos mostró una noción verdadera de lo que realmente requiere la exégesis”.

Recién al comienzo de la Reforma, los intérpretes comenzaron a volver a la razón de la interpretación literal. La Reforma no podría haber tenido lugar si los reformadores no hubieran confiado en que sabían lo que decía la Palabra de Dios: “La tradición de la escuela siria […] llegó a ser la doctrina hermenéutica esencial de los reformadores”.

Ramm señala que en Europa hubo “una reforma hermenéutica que precedió la reforma eclesiástica”. De este modo, vemos una vez más en la historia que fue de este método de interpretación que produjo la exégesis, y finalmente una verdadera convicción teológica. Lutero y Calvino hicieron que la iglesia regresara a la interpretación literal. Si no lo hubieran hecho, el protestantismo nunca habría nacido y las reformas no habrían tenido lugar. Lutero dijo: “Tan solo el sentido literal de la Escritura es el centro mismo de la fe y de la teología cristiana”. Calvino a su vez opinó: “La primera tarea del intérprete es dejar que el autor diga lo que dice, en lugar de imponerle lo que nosotros pensamos que él debería decir”. Como sucede con la mayoría de nosotros, Lutero y Calvino no siempre se adhirieron a su propia teoría, aunque sin duda ellos, al igual que otros reformadores de similar mentalidad, llevaron la corriente hermenéutica en la dirección correcta. Lastimosamente, no tomaban el texto de manera literal, cuando el sentido obvio del original decía claramente a qué se refería.

Para el tiempo posterior a la Reforma, muchos protestantes se habían quitado lentamente mil años de interpretación bíblica alegórica. Al principio aplicaban la interpretación literal a los temas referidos a la doctrina de la salvación, avanzando su uso hasta que fue utilizado para la interpretación de toda la Biblia. En la época temprana del siglo xvii hubo un regresó al premilenialismo, ya que algunos comenzaron a aplicar la hermenéutica literal en Apocalipsis 20. En aquel tiempo, muchos protestantes reconocieron que existía un futuro literal para el pueblo de Israel, guiados por la lectura de los textos premilenialistas de los primeros padres de la iglesia –y en el mundo angloparlante por los comentarios de la Biblia de Ginebra–.

Si bien durante la Reforma, y el tiempo después de esta, se regresó a la interpretación literal, los intérpretes bíblicos necesitaron un tiempo para liberarse de forma permanente de la influencia alegórica de la Edad Media. Para el influyente teólogo puritano William Perkins: “el sentido cuádruple medieval fue reducido a un sentido duplicado o doble-literal”. Eso se asemeja a la hermenéutica doble de Agustín. Sin embargo, la mayoría de los intérpretes bíblicos protestantes se movían cada vez más en la dirección de la hermenéutica literal y actuaban según ese contexto, de modo que el método histórico, gramatical y contextual es denominado hermenéutica protestante.

En el siglo xvii, la mayoría de los eruditos bíblicos prefería el método literal. A pesar de esto, pasaron unos cien años hasta que este entendimiento influyera en todas las áreas de interpretación bíblica, en especial de la profecía bíblica. Si bien el premilenialismo volvió a florecer, fue dominado en gran manera por una mezcla de interpretación literal y ­alegórica, conocida como historicismo, la que efectúa un cálculo temporal según una teoría artificial día/año. Los seguidores del historicismo hablan de un tiempo de 1260 años, cuando en Daniel y Apocalipsis mencionan 1260 días. ¡Esa no es una interpretación literal!

Recién en la época tardía del siglo xviii y la temprana del siglo xix, los intérpretes de la Biblia comenzaron a aplicar una hermenéutica literal. Wilber B. Wallis dice: “Un futurismo coherente que quitara totalmente la necesidad de calcular los tiempos no apareció hasta la edad temprana del siglo xix”. En general, la iglesia evangélica, en especial en el mundo angloparlante, regresó al futurismo premilenialista de los primeros tiempos de la iglesia. Ahora se aplicaba el método literal, de-sarrollándose más que en los tiempos de la primera iglesia. Como observa Wallis, las opiniones de Ireneo (aprox. 185) contenían las bases del entendimiento literal y futurista de la profecía bíblica, tal como se las reconoce en el dispensacionalismo moderno. Es importante notar aquí que sin lugar a dudas se llegó a una visión futurista de la profecía gracias a la aplicación consistente de la hermenéutica literal en toda la Biblia, en especial en los pasajes proféticos. Wallis dice: “Hemos vuelto al concepto de Ireneo, que las 70 semanas de Daniel son futuras”.

Si la iglesia evangélica continúa con su tendencia actual, ­alejándose cada vez más de la interpretación literal, se dirige entonces hacia el regreso del misticismo de la escuela de Alejandría y a las corrientes hermenéuticas de la Edad Media. Eso no significa ningún avance, sino que de ocurrir, sería una regresión y una corriente en decadencia.

Un cambio hacia las tendencias interpretativas de la Edad Media tendría serias consecuencias. Beryl Smalley, una erudita especializada en las opiniones medievales sobre la interpretación de las Escrituras, dice: “[…] la erudición ahora ha subordinado el misticismo y la propaganda”. Continúa diciendo: “Nuevamente, la crisis se reflejó en los estudios bíblicos. La especulación de Joachim significó una nueva ola de misticismo”. Por otro lado, dice que: “La revolución y la incertidumbre han desalentado la erudición bíblica en el pasado y han alentado otros métodos subjetivos de interpretación”, y que además: “Las condiciones actuales hacen surgir una cierta simpatía con los alegoristas. Tenemos todo tipo de estudios sobre la ‘espiritualidad’ medieval”. Demasiadas personas dentro del evangelicalismo se unen a las tendencias generales de una sociedad secular y se mueven de una interpretación literal hacia la oscuridad cuestionable de la hermenéutica no literal. Se ha podido observar que la cultura oscila a través de los años entre el racionalismo y el misticismo. Desde 1960, la sociedad estadounidense se ha movido claramente hacia una cosmovisión mística, por la cual es firmemente dominada en la actualidad, sobre todo en relación a las creencias personales. El cristianismo bíblico, sin embargo, no se basa en el racionalismo o el misticismo como punto de partida para la verdad, sino que está construido sobre la revelación de la Palabra de Dios. Cuando el misticismo domina la mentalidad de una cultura, las personas tienden a un misticismo hermenéutico y a una interpretación no literal.

Hace algunos años, se le preguntó al Dr. John Walvoord: “Según su opinión, ¿cuáles serán los puntos de controversia teológica más significativos en los próximos diez años?”. Entre otras cosas, dijo: “El problema hermenéutico es sobre la interpretación bíblica no literal, especialmente en el área de la profecía. La iglesia de hoy está abrazada a la idea de que la profecía no puede ser interpretada literalmente”.

El experimentado erudito evangélico Walter Kaiser opinó hace casi 30 años que la iglesia “ahora atraviesa una crisis hermenéutica que puede ser tan significativa y trascendental como la del tiempo de la Reforma”. En esta crisis, “el significado del texto se encuentra en su objeto, en lugar de encontrarse con lo que el autor del texto quiso decir”. Kaiser sigue explicando: “El proceso de exégesis de un texto ya no transcurre en línea recta, sino de manera circular –el intérprete influye sobre su texto del mismo modo que el mismo texto (a través de su objeto), esto tiene de alguna manera consecuencias sobre el intérprete–. Aquí se confunde claramente la doctrina del ser con la epistemología, el sujeto con el objeto, la “existencia” de los enunciados del texto con todo el “lastre” cultural e interpretativo del intérprete”.

También Norman Geisler expresó su preocupación por la dirección de la hermenéutica evangélica y dijo que estaba “basada en un método alegórico de interpretación de la Escritura profética que socavaría los cimientos de la fe cristiana si se aplicara a otras enseñanzas bíblicas”. Dos mil años de historia eclesiástica han dejado en claro que estamos regresando al subjetivismo y misticismo de la Edad Media si seguimos aceptando las tendencias evangélicas de interpretación de la profecía bíblica. ¿Es concebible que nuestra actual tendencia decadente nos lleve a un falso misticismo que se extenderá durante el tiempo de la Tribulación?

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