Nos necesitamos mutuamente (Filipenses 1:7-8)

Nathanael Winkler

Filipenses 1:7-8: “…como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia. Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo”. 

Pablo comienza el verso 7 con las palabras: “Como me es justo sentir esto de todos vosotros…”. Él siente que tiene justificadas razones para estar agradecido por los filipenses. En el versículo 6, escribe:
“…estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena otra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Es Dios el que comienza la buena obra en los suyos, y la llevará a cabo hasta el día de Cristo. En relación a este hecho y por su confianza en Dios, es que Pablo expresa su gratitud en el versículo 7.

Él era un padre espiritual para la iglesia de Filipos. La había fundado. En una iglesia, no son solamente los ancianos los que pastorean a las personas, sino que hay muchos hermanos que sirven con una actitud de pastor. Pienso, por ejemplo, en los maestros y maestras de la escuela dominical, en los líderes de adolescentes y de jóvenes, como también en los predicadores que anuncian la Palabra de Dios en las reuniones de los domingos. Incluso cada padre y cada madre, en cierto sentido, son pastores espirituales.

En esta función de pastor espiritual, Pablo fue un gran ejemplo. Una cualidad que vemos en él, en este pasaje, es su afecto e interés por otros creyentes. El versículo 7, sigue diciendo: “…por cuanto os tengo en el corazón”. Pablo estaba en Roma, lejos de los filipenses, pero a pesar de eso se sentía unido a ellos. Oraba por ellos y los conocía por nombre. Le importaba lo que pensaban. De ninguna manera era un contacto superficial, sino que el apóstol se sentía unido a ellos en sus sentimientos y pensamientos. El corazón, que Pablo menciona en el versículo 7, es el lugar de donde vienen todos nuestros pensamientos y sentimientos, tanto los buenos como también los malos. En Deuteronomio 6:5 leemos: “Amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas”. Dios quisiera que lo amemos con todo lo que somos. Si lo hacemos, lógicamente no quedará ninguna área de nuestro ser que no ame al Señor. De la misma manera, Pablo sentía un gran compromiso con respecto a la iglesia de Filipos. No era para él algo secundario, sino un propósito de vida. Él se preguntaba qué es lo que era importante para sus miembros y qué los preocupaba. Así tendría que ser un pastor. No solamente debería guiar a su iglesia, sino también preocuparse por ella, aun estando a la distancia.

El siguiente ejemplo nos muestra cómo se manifiesta tal actitud: un pastor invitó a un joven de su iglesia a su casa, a comer. El joven era una persona muy exitosa y adinerada. Durante la comida, los dos hombres conversaron. De repente, el joven preguntó: “¿Cuánto necesitan?”. Asombrado, el pastor quiso saber el motivo de la pregunta. Resulta que el joven pensaba que el pastor lo había invitado para solicitarle dinero para la iglesia. Entonces, el pastor simplemente respondió: “Yo solamente quería saber cómo estás”. Así, a Pablo le importaba saber cómo estaban los filipenses.

El versículo 8, dice: “Porque Dios me es testigo de cómo os amo a todos vosotros con el entrañable amor de Jesucristo”. Su amor no dependía de la simpatía o de la antipatía. Tampoco excluía a ninguna nación. Cada uno en la iglesia le importaba. Pablo estaba impregnado del amor de Cristo.

El Señor Jesús, el gran ejemplo que Pablo tenía delante de él, no hacía diferencia entre un gentil y un judío. Para los judíos era difícil aceptar a otros. Pero, en este punto, Pablo era diferente de otros judíos. Se jugaba el todo por el todo por la iglesia de Filipos. El versículo 8 habla de su entrañable amor. El griego usa aquí una expresión fuerte: un amor apasionado, un amor que se apodera de toda la persona. Todo esto nos hace comprender cómo y cuánto estaban unidos Pablo y la iglesia de Filipos.

Ser un líder espiritual, o un pastor, no es una profesión, sino una vocación. Hasta ahora, hemos contemplado a Pablo como líder espiritual. Pero, del otro lado estaba la iglesia. ¿Qué relación tenía ella con Pablo? Pienso también: ¿cómo es nuestra actitud frente a las personas que lideran nuestras iglesias, o predican en ellas? ¿Qué trasmitimos a nuestros hijos, en cuanto a cómo deben comportarse frente a los maestros y maestras de la escuela dominical?

En el versículo 7, leemos: “…como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón; y en mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia”. Esto nos muestra que los filipenses estaban tan unidos a Pablo como él a ellos. Pablo era un pastor ejemplar y un padre espiritual. Y los filipenses eran una iglesia ejemplar en cuanto a su manera de andar, a su comportamiento. Pablo estaba agradecido por ellos, porque se habían unido a él en su servicio. Y esto no consistía solamente en palabras. Es muy simple y rápido decir: “Oro por ti”, pero ¿cómo es esto luego en casa? ¿Nos acordamos de eso? Los filipenses tenían más que palabras. Estaban unidos a Pablo con palabras y con hechos. Les importaba cómo estaba Pablo y lo querían animar. Mandaron a Epafrodito con una ofrenda para él, a pesar de que ellos mismos eran pobres.

Conozco iglesias que se preocupan mucho por su pastor, por que esté bien. Les importa que el pastor pueda usar todo su tiempo para la iglesia, y no se tenga que preocupar por cosas terrenales. Los filipenses son en esto un gran ejemplo para ellos. Esta iglesia quería que el hermano que servía con la palabra, estuviera bien. ¡Querían ayudar a Pablo a poder seguir su servicio de defensa y confirmación del evangelio!

La “defensa del evangelio” se refiere a la tarea de dar respuestas a los críticos. Hay que explicar el evangelio a todo el mundo. Y la “confirmación” del evangelio es el servicio en la iglesia. Es importante que la gente en la iglesia pueda crecer, avanzar en la fe. Sería triste si el crecimiento en la fe de un creyente quedara estancado por años. Pero, para llevar a cabo el proceso de crecimiento de la iglesia, se necesitan líderes que se preocupen por el bienestar espiritual de cada uno de los miembros. Pues todos tienen que crecer en la comunión con su Señor y Salvador.

Por eso, los filipenses se preocupaban en seguir creciendo. Se preocupaban por el que los había llevado a la conversión. Tenían comunión con él en el servicio al Señor. Para Pablo, los filipenses eran una obra de gracia, una obra de Jesucristo.

Un pastor necesita de la iglesia y la iglesia necesita del pastor. Uno depende del otro, se necesitan mutuamente. El trabajo no solamente consiste en la organización, es una obra espiritual.

¿Cómo es esto en tu vida? ¿Cuánto te importan los asuntos de tu iglesia? ¿Oras intercediendo por los ancianos? ¿Por los predicadores? ¡Ellos dependen de las oraciones!

Me avergüenzo cuando leo en el informe de un misionero en Argentina que ora diariamente por la iglesia de Llamada de Medianoche en Suiza, y yo mismo no lo estoy haciendo… Y también los misioneros dependen de nuestras oraciones. ¿Nos importa su bienestar? Los filipenses estaban dispuestos a renunciar a los bienes materiales, para que Pablo pudiera estar un poco mejor.

En conclusión: ¡nos necesitamos los unos a los otros!

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