Mantener a Jesús en el centro en tiempos de pandemia

Michael Kotsch, Wilfried Plock, Matthias Swart, and Marco Vedder

Una declaración de principios, firmada por más de cincuenta personalidades destacadas del ámbito cristiano de Alemania y Suiza.

Observamos con gran preocupación las tendencias que las iglesias cristianas han seguido en los últimos meses. En un tiempo en que la Iglesia de Cristo se encuentra desafiada por las restricciones a su derecho de reunión de parte de las autoridades estatales y que tiene, por otra parte, una importante misión pastoral y social por delante, está siendo dividida por los distintos enfoques políticos que se han formado respecto a la pandemia. La unidad de sus discípulos, tan importante para nuestro Señor Jesucristo, está en peligro. El amor amenaza con enfriarse a causa de las contiendas, y el testimonio de la Iglesia comienza a sufrir daño.

Por lo tanto, instamos a todos los creyentes a reencontrarnos con nuestro Señor y Salvador Jesucristo y su Palabra, para impedir, en lo posible, un mayor daño a la Iglesia de Cristo. En este contexto, quisiéramos recordar los principios fundamentales de la Palabra de Dios, los cuales cobran mayor trascendencia en la situación actual.

1. Dios sostiene en sus manos, con firmeza, al mundo y nuestras vidas. La Biblia afirma, sin lugar a dudas, que es Dios quien pone y quita los Gobiernos (Proverbios 21:1; Daniel 2:21; Romanos 13:1). Satanás solo puede influir en la Tierra tanto como Dios se lo permita. Los cristianos sabemos bien que Dios nunca pierde el control y que finalmente tendrá la victoria definitiva (Salmos 118:16; 1 Timoteo 6:15). Al fin y al cabo, las personas no mueren por enfermedades o accidentes, sino por la voluntad de Dios de hacer o permitir. Este es el enfoque que debemos mantener como cristianos, también en estos preocupantes tiempos de pandemia.

2. Dios exhorta a sus hijos a que se sometan a las autoridades (Romanos 13:1, 2; 1 Pedro 2:13-17). Según la Biblia, la Iglesia y el Estado son dos dominios separados de Dios (compárense con 1 Samuel 13:8-14; Lucas 20:25; Juan 18:36). Sin embargo, las normas estatales tienen autoridad sobre el cristiano y la Iglesia. Los pastores y líderes de las iglesias no deberían hacer partidismo político a través de los ministerios que recibieron de Dios. Jesús y sus apóstoles también renunciaron a ello. La política no tiene autoridad en la interpretación bíblica ni influencia en las áreas espirituales y 
éticas de la vida eclesiástica, pero sí en asuntos externos, como en las normativas de construcción, la seguridad, el derecho laboral, financiero o penal, etc., asuntos a los cuales deben someterse las iglesias.

3. La única excepción de desobediencia es, si existe un conflicto directo entre la demanda del Gobierno y los claros mandamientos de la Palabra de Dios. Los cristianos son ciudadanos leales, sin embargo, deben “obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29; véase también 4:19). Ante un conflicto de este tipo, las reglas divinas tienen prioridad. Sin embargo, no es nuestro deber combatir las leyes gubernamentales, aunque las consideremos inmorales, siempre y cuando dejen a los cristianos la libertad de actuar de manera correcta, como en el caso de las leyes de divorcio o matrimonio igualitario. La resistencia contra el Estado se justifica en la defensa de las verdades evidentes de nuestra fe, no de cuestiones subordinadas o desventajas personales, como en el caso de los impuestos excesivos. En caso de conflicto, el cristiano que no obedece, debe estar dispuesto a recibir el castigo previsto por el Estado (Daniel 3; 1 Pedro 3:14). Las normas temporales que el Estado impuso a las iglesias en lo que respecta a las condiciones externas de nuestras reuniones, como el uso de mascarillas, el distanciamiento o el límite de participantes, no atentan contra los mandamientos bíblicos.

4. Dada la compleja situación en que vivimos, deberíamos demostrar una actitud de humildad y disposición a ser corregidos. En cuestiones especializadas, los cristianos no deberíamos cuestionar a los profesionales competentes. Las cuestiones jurídicas en relación con la pandemia deben ser resueltas por el Gobierno y la oposición, es decir, por los juzgados calificados. Las cuestiones científicas, en este sentido, se van actualizando a través de un largo y serio proceso de investigación. Claro que, dado que ni los médicos ni los políticos gozan de autoridad bíblica en las posiciones que adoptan, los cristianos tenemos la libertad de decidir en quién ponemos nuestra confianza. Sin embargo, no hagamos de esto una campaña político partidaria. Todo celo misionero al respecto sería inapropiado (Proverbios 17:27). Y en todos los casos, el lenguaje utilizado por los cristianos en los debates públicos debe estar acorde al mandato y ejemplo de nuestro Señor Jesucristo y sus apóstoles.

5. En un sistema político democrático tenemos la posibilidad de hacer una denuncia ante un tribunal contra cualquier decreto estatal. De ser necesario, los cristianos podemos hacer uso de los derechos que el propio Estado nos garantiza, por el camino legal previsto para ello (Hechos 16:35-40; 25:10-12). Empero, debe hacerse con un previo y cuidadoso análisis, con el fin de evaluar si resulta aconsejable su práctica. En Alemania, podemos recurrir para este fin a los juzgados competentes. Sin embargo, hasta que el veredicto del juzgado entre en vigor, tendrá validación la resolución estatal. Si los juzgados no resuelven a favor de la parte del denunciante cristiano, este debe aceptarlo y respetar la voluntad de las autoridades gubernamentales.

6. La comunión de los hermanos en la iglesia debe estar siempre caracterizada por el amor y el interés mutuo (Juan 13:35). En especial en aquellos temas no tan claros bíblicamente, los creyentes deben enfocarse en el bienestar de sus hermanos en la fe. La libertad que se adquiere al tener más luz o conocimiento de un tema, no debe vivirse o imponerse de manera egoísta, en perjuicio de otros hermanos (1 Corintios 8:9-11; Gálatas 5:13). El Señor nos enseña a posponer nuestros propios intereses por amor y consideración a los demás (Filipenses 2). También en tiempos de pandemia debemos tener en cuenta, de manera especial, a los hermanos angustiados y a aquellos que poseen mayores riesgos de salud, en síntesis, apoyar en este tiempo difícil a todo aquel que se encuentre afectado en su cuerpo, alma o espíritu.

7. Aun en los desafíos presentados por la pandemia de la covid-19, deberíamos afirmar y priorizar en la actividad congregacional las metas espirituales que tenemos como Iglesia de Cristo, en vez de discutir por temas políticos o sanitarios. Entre ellas se encuentra la oración por nuestras autoridades, el apoyo a los necesitados y el anuncio de la esperanza bíblica, disponible para todos los hombres que buscan dirección en esta crisis (Marcos 16:15; 1 Corintios 9:19-27; 1 Timoteo 2:1-4; compárese con Lucas 6:45).

Amados hermanos, antes de emprender su camino hacia la cruz, nuestro Señor Jesucristo oró por la unidad de sus discípulos (Juan 17). Más allá de nuestras opiniones personales con respecto a la situación actual, no podemos permitir que el enemigo de Dios utilice este tema para destruir nuestra unidad. ¡Por eso apelamos a todos los hijos de Dios a que nos unamos a la oración de nuestro Señor! ¡Oremos para que nuestro testimonio hacia afuera y nuestra fuerza hacia adentro no sean debilitados! Hay demasiado en juego.

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