Los pactos y la profecía bíblica

Ron Rhodes

¿Qué es un pacto? Un pacto es un acuerdo entre dos partes. En la antigüedad, podía tratarse de un contrato o alianza entre naciones (1 Samuel 11:1), entre individuos (Génesis 21:27), de pactos de amistad (1 Samuel 18:3-4) o de un convenio entre Dios y Su pueblo.

En la Biblia, Dios dio promesas pactuales concretas a una serie de personas. Entre ellas estaban Noé (Génesis 9:8-17), Abraham (Génesis 15:12-21; 17:1-14), los israelitas en el monte Sinaí (Éxodo 19:5-6), David (2 Samuel 7:8-16; 23:5) y el pueblo de Dios en el nuevo pacto (Hebreos 8:6-13).

¿Qué dice la Biblia sobre el cumplimiento de las promesas de Dios? Números 23:19 nos asegura que: “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”.

Antes de su muerte, el anciano Josué dijo: “Y he aquí que yo estoy para entrar hoy por el camino de toda la tierra; reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra de todas las buenas palabras que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas” (Jos. 23:14).

Algo similar dijo más adelante Salomón: “Bendito sea Jehová, que ha dado paz a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado” (1 R. 8:56; véase también Josué 21:45). ¡Dios es verdaderamente fiel!

¿Qué es el pacto abrahámico, y qué importancia tiene para la profecía bíblica? El pacto que Dios hizo con Abraham (Génesis 12:1-3; 15:18-21), que confirmó más tarde a Isaac (17:21) y Jacob (35:10-12) es muy conocido. En este, Dios prometió a Abraham convertir a sus descendientes en su pueblo especial; de forma más exacta, sus promesas eran las siguientes:

1. Te convertiré en un pueblo grande.

2. Te bendeciré.

3. Engrandeceré tu nombre.

4. Serás una bendición.

5. Bendeciré a los que te bendigan.

6. Maldeciré a los que te maldicen.

7. Todos los pueblos de la tierra serán bendecidos en ti.

8. Te daré la tierra de Canaán.

¿Eran incondicionales las promesas de Dios en el pacto abrahámico? Sí. Como trasfondo debemos tener en cuenta que en los tiempos bíblicos había dos tipos de pactos: los condicionales y los incondicionales. A un pacto con condiciones se le agregaba un “si”. Este tipo de pacto exigía que el pueblo cumpliera con determinadas responsabilidades o condiciones antes de que Dios cumpliera sus promesas. Si el pueblo de Dios no cumplía con su parte, Dios no tenía por qué atenerse a la Suya.

Un pacto incondicional no tenía ese tipo de requisitos: no contenía ningún “si”. Lo que Dios había prometido, era dado de manera soberana al receptor del pacto, sin ningún tipo de méritos. Algunos eruditos llaman a este tipo de acuerdo pacto unilateral. El pacto de Dios con Abraham era de este tipo y se caracterizaba por los “Yo haré” de Dios, lo que demuestra que está decidido a cumplir lo que había prometido.

Según las costumbres antiguas, las dos partes de un pacto condicional dividían a un animal en fracciones iguales, pasando luego por en medio de esas dos mitades. Eso significaba que ambos interesados debían cumplir con las responsabilidades pactadas (véase Jeremías 34:18-19). En el caso del pacto abrahámico, solo Dios pasó entre las mitades, después de que Abraham cayera en un sueño profundo. Eso significa que en este pacto las promesas que Dios había hecho a Abraham eran incondicionales (Génesis 15:17).

¿Qué importancia tiene el pacto davídico para la profecía bíblica? Dios hizo un pacto con David donde le prometió el reinado eterno de uno de sus descendientes (2 Samuel 7:12-13; 22:51). Ese es otro ejemplo de un pacto incondicional. Su cumplimiento no dependía de ninguna manera de David, y esto le fue notorio al recibir la promesa divina, por lo que reaccionó con humildad y reconoció la soberanía de Dios sobre todos los asuntos humanos.

Las tres palabras claves de este pacto son reino, casa y trono. Estos términos señalan el futuro político de Israel. La palabra casa expresa la idea de una “dinastía real”. Este pacto tiene su cumplimiento definitivo en Jesucristo, descendiente directo de David (Mateo 1:19), quien un día, en el futuro reino milenial, reinará sobre el trono de este rey en Jerusalén (Ezequiel 36:1-12; Miqueas 4:1-5; Sofonías 3:14-20; Zacarías 14:3-11).

Antes del nacimiento de Jesús, el ángel Gabriel apareció a María y le dijo: “El Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lc. 1:32-33). Para describir el futuro dominio de Cristo, Gabriel utilizó tres relevantes palabras: trono, casa y reino. Cada uno de estos términos pueden ser encontrados en el pacto davídico, donde Dios prometió que un descendiente de David reinaría por la eternidad (2 Samuel 7:16). Las palabras de Gabriel deben haber hecho que María, una joven judía piadosa, se acordara de inmediato de estas promesas antiguo testamentarias.

¿Qué es el nuevo pacto? Se trata de un pacto incondicional que Dios hizo con el hombre y en el cual promete perdonar los pecados de la humanidad sobre la base del sacrificio y resurrección de Jesucristo (Jeremías 31:31-34). Bajo el antiguo pacto, los adoradores nunca pudieron sentirse del todo perdonados, pero bajo este nuevo pacto, Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, estableció los requisitos para un completo perdón. Cuando Jesús comió la Pascua con sus discípulos en el aposento alto, dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre” (Lc. 22:20; véase también 1 Corintios 11:25). Por medio de Su sacrificio en la cruz, Jesús garantizó el perdón de los pecados. Este pacto nuevo es la base para nuestra relación con Dios en el Nuevo Testamento.

Extracto de Lo que usted siempre quiso saber sobre profecía bíblica, Ron Rhodes

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