
Los milagros de Dios con Israel y la vida cristiana
Porqué el Estado de Israel moderno es un milagro de Dios, y porqué eso puede ser importante y fortalecedor para nuestras vidas.
La existencia de Israel es un milagro divino visible en medio de la historia del mundo. En realidad, cada ser humano debería reconocer en el extraordinario desarrollo de Israel y de los judíos, que el Dios de Israel es el Dios viviente. Federico el Grande, un día, parece haber preguntado a uno de sus huéspedes: “¿Puede usted nombrar una sola prueba irrevocable de Dios?”. Se dice que Jean Baptiste du Boyers le habría contestado concisamente: “¡Sí, Majestad, los judíos!”.
Llegará el momento en que las palabras de David a Goliat se cumplirán en su definitiva profundidad profética: “Y toda la tierra sabrá, que hay Dios en Israel” (1 Sam. 17:46). Pero cuando la humanidad reconozca este hecho durante la Segunda venida de Jesús y el juicio de las naciones que va de la mano, será demasiado tarde. Qué privilegio es, si a través de las Sagradas Escrituras, podemos ver los milagros de Dios con su pueblo Israel en el pasado y en el presente.
En relación con esto, son interesantes los Salmos 105-107, que describen una tríada que hace juego. El Salmo 105 describe la fidelidad de Dios con Israel. El salmo entero habla de lo que el Señor ha hecho en la historia de Israel, de Su pacto con los patriarcas, sobre el éxodo de Egipto y la peregrinación por el desierto, hasta la conquista de la tierra de Israel. Vale la pena marcar con rojo todos los pasajes en los que habla del obrar de Dios (de lo que Él hace). Cuando miramos la historia de Israel, podemos ver de la mano de la Palabra profética, que el obrar de Dios con Su pueblo Israel, en los últimos cien años, nuevamente ha avanzado a primera plana de la historia del mundo.
El Salmo 106 habla de la infidelidad y culpa de Israel por el otro lado. También esto lo vemos hasta el presente. Aún no tenemos el Israel redimido delante de nosotros. Por eso, Israel se va acercando a su último juicio. Todo esto, sin embargo, no le impide a Dios obrar en Su pueblo y presentarlo como un milagro en la historia del mundo.
El Salmo 107 finalmente nos muestra la salvación de Israel. Los redimidos alaban Su obrar. Eso aún está sin cumplirse. Posiblemente, nos encontremos mucho más cerca del cumplimiento de lo que pensamos.
Lo que necesitamos hoy es una visión del obrar soberano de Dios en Israel en nuestro tiempo, como lo presenta el Salmo 105. Nuestro tiempo es todo menos agradable si tenemos en cuenta los desarrollos a nivel mundial. El gran peligro consiste, en que nos dejemos contagiar por el alarmismo y el ambiente de crisis, y que también entre creyentes se difunda un ambiente paralizante de fin del mundo. Es cierto que el mal está madurando y las tinieblas se preparan para su última lucha. Pero no son las tinieblas las que dictan los sucesos del mundo y que marcan el ritmo. Es el Dios vivo quien obra por encima de todo. Cuanto más oscuro se ponga alrededor nuestro, tanto más necesitamos una nueva visión de la grandeza y soberanía de Dios. Cuando nuevamente nos son abiertos los ojos para ver los milagros de Dios con Israel en las Sagradas Escrituras, nos es de gran ayuda.
A partir del versículo 11, Ezequiel 34 describe la salvación futura de Israel. Lea usted en su Biblia este pasaje, y preste atención a lo que Dios hace. Todo en cuanto al por qué de la salvación de Israel proviene de Él. Más allá de eso, solamente podemos sorprendernos y adorar. Haciendo esto, nuestro corazón se alegra.
Llegamos a pasar por diversas situaciones y problemas difíciles. A pesar de orar detenidamente, nada cambia. Quizás incluso empeore la situación. En ese caso, rápidamente dudamos del amor y el cuidado de Dios. No obstante, hay una buena medicina contra eso, la cual es el orar, leyendo pasajes bíblicos que hablan de los milagros de Dios con Israel –y de Israel como milagro de Dios (Jos. 24:1-13; Sal. 77; 78; 91; 105; 121; 125; 126; 129; Ez. 34). Si el Señor ha cuidado con tanta fidelidad a Su pueblo y le ha cumplido Sus promesas, podemos sacar fuerza de eso, que tampoco nos olvida a nosotros, y que en Su tiempo cumplirá Sus promesas sobre nuestra vida.
Deuteronomio 6:20-25 enfatiza lo importante que era para Israel grabarles en la memoria a las generaciones futuras los milagros y el obrar de Dios con Su pueblo. Solamente así se podía poner un fundamento inquebrantable para su fe y su identidad espiritual. Del mismo modo, nosotros mismos sacaremos fuerza espiritual del meditar en los milagros de Dios con Su pueblo, adorándolo a Él por eso y dándole a Él la gloria.
Lo que hace que nuestra situación mundial sea tan insegura y explosiva no es el islam, no son los masones, los EE.UU. o quien sea. Es el Dios vivo, Quien en nuestro tiempo obviamente obra otra vez en Su pueblo de Israel. Así como en el final Él hará dar vuelta a Gog de Magog (ver 2 veces en Ez. 38.3; 39:2), para que en los montes de Israel caiga Su ira sobre él, así también hoy Él guía los pensamientos de los poderosos según cómo eso corresponda a Su obrar con Israel y con este mundo. Él enceguece las naciones en el asunto Jerusalén; Él permite que la enemistad del islam arda contra Su tierra; Él endurece el corazón de los enemigos… para que, en el fin, Sus milagros con Israel aparezcan más gloriosa y claramente: “Y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel” (1 S. 17:46).
Por eso, no debemos quejarnos en nuestro tiempo tenebroso, sino estar agradecidos y alabarlo a Él, que podamos ver cómo Él obra con Su pueblo y por Su pueblo. ¡Qué no habrían dado los profetas del antiguo pacto por vivir en nuestro tiempo! Seguramente, a pesar de toda la seriedad y de todas las tinieblas, no se habrían quedado quejándose, sino que ellos, llenos de alegría, se habrían sorprendido de la manera obvia en que Dios está ocupado en cumplir las últimas promesas para Su pueblo.
El diablo tiene todo el interés en entenebrecer nuestra vista para el maravilloso obrar de Dios. Él quiere paralizarnos, al hacer que nos dejemos definir más por el temor y la oscuridad que por la soberanía de Dios. Él está interesado en que no consideremos a Israel como un milagro de Dios, sino como un mal de la historia del mundo. Lastimosamente, también una parte de los cristianos que creen en la Biblia tienden a esa manera de pensar. A eso también se agrega el efecto de habituación. Nos encontramos en peligro de acostumbrarnos de manera equivocada a los sucesos en y alrededor de Israel, y a olvidar la manera milagrosa en que surgió el estado judío en 1948, y cómo se mantuvo firme contra una superioridad de enemigos. La ceguera de la cristiandad frente al obrar de Dios con Israel es un capítulo triste.
Sí, el Israel actual aún no es el Israel renovado y redimido. Pero no permitamos que eso nos deslumbre con falsas apariencias, no con argumentos piadosos ni impíos, para quedar ciegos para el obrar de Dios. En Jeremías 29:14, Él le dice a Israel: “Haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar”.
La resurrección nacional de Israel es un milagro divino en medio de nuestro tiempo. Dios reúne a Su pueblo antes de la tribulación venidera; la higuera comienza a brotar hojas (Mt. 24); los sepulcros son abiertos y los huesos secos regresan a su tierra (Ez. 37). Esta es la primera reunión, la que sucede ante nuestros ojos. La reunión definitiva de Israel con el regreso de todos los judíos aún vivos en ese entonces, sucederá después de la segunda venida visible de Jesucristo. “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mt. 24:31). Aquí habla de Israel, ya que la Iglesia no es reunida por ángeles, sino que Cristo mismo la viene a buscar (1 Ts. 1:10; 4:16). “Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra” (Is. 11:12). Y: “Acontecerá también en aquel día, que se tocará con gran trompeta, y vendrán los que habían sido esparcidos en la tierra de Asiria, y los que habían sido desterrados a Egipto, y adorarán a Jehová en el monte santo, en Jerusalén” (Is. 27:13).
¡Que el actual Estado de Israel exista ya 70 años, es un milagro divino!
“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: no temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti” (Is. 43:1-2).
Interesantes son las dos maneras de dirigirse a Israel: “Jacob” (Israel no-redimido) e “Israel” (pueblo renovado). Esta promesa es válida para los dos del mismo modo. Eso no significa que con eso todo judío e israelí esté “automáticamente” salvo antes de la segunda venida de Jesús. Los versículos tienen un significado complejo; agua y fuego representan figurativamente el sufrimiento en la historia del pueblo. Pero hemos visto su cumplimiento literal en nuestro tiempo. El fuego recuerda a los crematorios de los campamentos de concentración. La aniquilación total de Israel estaba planificada, seis millones de judíos fueron matados de manera espeluznante. Dios llevó a Su siervo Jacob a través del fuego; solo tres años después del fin del Tercer Reich, se fundó el Estado de Israel. El fuego de aniquilación no pudo extinguir al pueblo de Israel. El agua recuerda a los barcos de refugiados, casi chatarra, después de finales del Holocausto. Ya las travesías con esos barcos hacia Israel sin sufrir naufragios, eran milagros. Una parte de los inmigrantes judíos ni siquiera llegaban al puerto, sino a la costa y llegaban a tierra a través del embate de las olas. Y esto, a pesar de que la guardia costera británica quería evitar la inmigración. Aun así, los repatriados no fueron víctimas de las mareas.
El Salmo 129 habla de las agresiones y aflicciones a las que Israel ha estado expuesto desde que fue escogido. Y esto tiene una razón muy determinada. El adversario de Dios, satanás, sabe muy bien que las promesas para la primera y la segunda venida de nuestro Señor están en conexión inseparable con el pueblo de los judíos y la tierra de Israel. Por esta razón, hace todo lo posible para extinguir a este pueblo y la tierra. De lograrlo, Dios quedaría como mentiroso y no llegaría a Su meta.
Con eso, vemos el verdadero trasfondo de esta impresionante lucha de poder detrás del Conflicto del Cercano Oriente, trasfondo escondido ante los ojos de este mundo. Dios llega a Su meta, y nada ni nadie podrá evitarlo. Pero aún así, satanás intenta accionar todo su repertorio en esta lucha.
Israel es la señal de Dios en medio de una humanidad cada vez más hostil. No queremos especular en cuanto a cómo y qué sucederá. Pero queremos agradecerle a Él por Su fidelidad inquebrantable hacia Su Palabra, por las profecías de miles de años de antigüedad que se cumplen en nuestros días, por Su fidelidad a Israel. Que Dios llegue a la meta con Su pueblo, es tan solo milagro de Él. Y eso da ánimo. Así como Él cumple Sus promesas para Israel a través de todas las tormentas, así Él también en todo tiempo construye Su Iglesia, como lo ha prometido.
Eso también es así en nuestra vida personal al seguir a Cristo. El milagro de Dios con Israel nos da la seguridad de que Aquel que en nosotros comenzó la buena obra, también la completará. Y así, juntamente con Pablo, solo podemos exclamar con alabanza en cuanto al obrar de Dios con Israel: “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de Él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Ro. 11:33-36).