La razón por la que debemos dedicarnos a la profecía bíblica

Norbert Lieth

Muchos miran con ojos críticos la dedicación profunda a la palabra profética de las Sagradas Escrituras. No obstante, el Profeta Daniel en su tiempo fue incitado por Dios a prestar atención a la profecía y a entenderla.

A Daniel se le dijo al principio de la revelación de las 70 semanas: “Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. … Sabe, pues, y entiende” (Dn. 9:23, 25). A causa de su oración insistente, Daniel recibe una respuesta. Al mismo tiempo, se le dice que preste atención para saber y entender.

 

Algunos creen erróneamente, que debemos creer ciegamente. ¡No! Lo que fue válido para Daniel, también lo es para nosotros: debemos orar, velar, comprender y saber. ¡Para comprender y saber es que Dios nos ha dado una cabeza! Debemos leer las Escrituras, reflexionar, investigar. Y debemos también “compartir correctamente” la Palabra (predicar y aplicar correctamente), como lo dice 2 Timoteo 2:15. Si no hacemos eso, estamos propensos a todo tipo de doctrina falsa. ¡Debemos aprender a trabajar con nuestra Biblia: comparar versículos bíblicos, prestar atención al contexto, investigar, velar, es decir, estar alerta, y prestar atención a las señales del tiempo!

A esta manera de orar, velar, obedecer y conocer también nos llama Jesús, y también lo hace en cuanto al tiempo del fin. Cuando Él les reveló a Sus discípulos el programa del fin de los tiempos, dijo: “Mirad que nadie os engañe” (Mt. 24:4). “¡… el que lee, entienda!” (Mt. 24:15). “Orad, pues…” (Mt. 24:20). Así “…sabéis que el verano está cerca” (Mt. 24:32). “Velad, pues… Pero sabed esto, que si el padre de familia supiera a qué hora el ladrón habría de venir, velaría y no lo dejaría entrar en su casa” (Mt. 24:42-43). Y el Señor sigue diciendo: “Bie­naventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, lo halle haciendo así” (Mt. 24:46).

Eugen Schmid escribe con respecto al velar en el tiempo del fin: “Velar significa, percibir con exactitud lo que sucede a nuestro alrededor. La Biblia nos ofrece interpretaciones para la historia, la situación política actual y su desarrollo futuro. Estas interpretaciones las encontramos tanto en los libros del Antiguo Testamento como en los del Nuevo. Si las tenemos en cuenta y observamos, notamos lo fascinantemente exactas que estas interpretaciones se aplican a los acontecimientos actuales. Pero necesitamos criterios para interpretar y evaluar la realidad. Es por eso que necesitamos la profecía, para poder diferenciar.”

Como hoy ocurren tantas señales que anuncian el Apocalipsis venidero, es tanto más importante velar y estar preparados. El autor inglés Bullinger dice con respecto al tiempo del fin: “…la atmósfera entera está cargada con los elementos de una tempestad y perdición futuras”. Y el Dr. Fritz Laubach está convencido de que: “solo si seguimos atentamente el acontecer en el mundo y lo evaluamos a la luz de la profecía bíblica, escaparemos del peligro de nosotros mismos caer en el magnetismo de la seducción apocalíptica”. Es una conclusión errónea pensar que el evangelio podría quedar corto si uno pone demasiado énfasis en la profecía bíblica. Lo contrario es verdad: sin profecía es que los evangelios se quedan cortos.

El Dr. Fritz Laubach escribe con base en 2 Pedro 1:19 (“Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día amanezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones”) de manera un tanto provocativa: “…de modo que es cuestión de opinión si en el estudio bíblico personal tratamos con la palabra profética, o la pasamos por alto por ser difícil de entender. Del mismo modo es un descuido grave, si los predicadores en sus iglesias dejan de lado la doctrina bíblica de las ‘últimas cosas’, la escatología, limitando el evangelio al llamado a la conversión y a un modo de actuar para la subsistencia práctica.”

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