La globalización está a la puerta

Jeff Kinley

El pánico por el Covid-19 aumentó el clamor por una comunidad mundial unida. ¿Tiene esto que ver con el cumplimiento de profecías bíblicas?

El Covid-19 no fue la primera epidemia que amenazó a nuestro frágil planeta. En el correr de la historia, otras enfermedades también trajeron muerte y destrucción. Las plagas que devastaron a Egipto en el tiempo de Israel causaron la muerte de cientos de miles de hombres en una sola noche. Encontramos plagas y pestes en toda la Biblia– existen unas 127 alusiones a ellas.

La peste bubónica, que duró de 1346 a 1353, mató a 25 millones de personas, mientras que la gripe española causó la muerte de unos 50 millones de personas en todo el mundo en el siglo pasado. Más recientemente (desde 1981), la mortal enfermedad del VIH/SIDA se ha cobrado 35 millones de vidas. Pero según el libro del Apocalipsis, estas epidemias no serán las últimas, ni tampoco las más mortíferas.

Un reinicio global (“A Global Reset”)
Después que la pandemia del Covid-19 apareciera de la nada como un meteorito imprevisto y se expandiera por el mundo entero en cuestión de semanas, los líderes mundiales vieron en esta situación una oportunidad de oro para fomentar la unidad mundial. En pleno brote, el exsecretario general de las Naciones Unidas, el surcoreano Ban Ki-moon, presentó su solución: “Para combatir esta amenaza histórica, los líderes mundiales deben dejar de lado su propio nacionalismo y sus consideraciones egoístas a corto plazo para trabajar juntos en interés de toda la humanidad”.

Además, Ki-moon instó a todos los líderes políticos a comenzar inmediatamente a desarrollar un “sistema de gobernanza global” (dirigido por la ONU), que se ocuparía de la crisis internacional. Pidió a los países del G20, al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial que se sumaran a esta iniciativa. Apeló a “los derechos humanos, la solidaridad y la justicia” para asumir nuestra común “responsabilidad como ciudadanos del mundo”.

Actualmente, Ki-moon es vicepresidente de The Elders, un grupo independiente de líderes internacionales que trabajan juntos por la paz, la justicia y los derechos humanos. Entre los elementos clave de su programa mundial figuran la cooperación multilateral entre naciones, la paz, la atención sanitaria universal y la lucha contra el cambio climático, e incluso la “justicia para todos”.

El ex primer ministro de Gran Bretaña, Gordon Brown, se unió a Ki-moon en su empeño por centralizar el poder–pidió con audacia una “forma temporal de gobierno mundial para hacer frente a la crisis del coronavirus”. Otras organizaciones afines también consideran que el poder de un gobierno centralizado sería esencial para luchar contra la injusticia, la crisis sanitaria y el cambio climático. El verdadero enemigo, dicen, es el nacionalismo. Por eso, opinan que una “alianza mundial” es la única respuesta realista.

El grupo europeo de la fundación Democracia Sin Fronteras se hace eco de este sentimiento y quiere, entre otras cosas, incluir y registrar a todas las personas como “ciudadanos del mundo”. El grupo también manifestó lo que considera una necesidad indispensable para un gobierno mundial:

“Estamos interconectados y somos interdependientes, todo está relacionado con todo lo demás... si no aprovechamos esta oportunidad histórica, las generaciones futuras no nos lo perdonarán. El nacionalismo desenfrenado ya ha hecho bastante daño. Es el momento para el cambio, y este momento es ahora”.

El Foro Económico Mundial (FEM Davos) propone la abolición del capitalismo en favor de un nuevo orden mundial socialista. En una reunión virtual celebrada en junio de 2020, algunos de los líderes empresariales más poderosos del mundo llegaron a la conclusión de que nuestro planeta necesita un “reinicio global” (Global Reset).

Ahora bien, si pensamos por un momento: ¿qué tiene de malo que el mundo se una para luchar contra un enemigo común? ¿No es eso algo bueno? ¿No es eso exactamente lo que hicieron muchas naciones durante las dos guerras mundiales? ¿Es tan malo que el mundo se una por una causa común, que tenga una visión que beneficie a todas las naciones? ¿Por qué se demoniza tanto la globalización en los círculos cristianos? ¿Quién de nosotros no desea la paz mundial, la justicia y la seguridad para toda la humanidad? Parece un objetivo noble y honorable, ¿no?

Roma reencarnada
Para responder a estas preguntas debemos reconocer, en primer lugar, que la unidad puede ser un objetivo muy honorable y beneficioso para todas las partes. Tenemos que admitir que, si las potencias aliadas no se hubieran unido para derrotar a su enemigo común durante la Segunda Guerra Mundial, toda una generación habría sufrido bajo el puño de hierro de un líder fascista. Es cierto que, por principio, se puede lograr un mayor bien común si todas las naciones trabajan juntas, por ejemplo, para combatir una pandemia mortífera; esto es algo lógico.

Sin embargo, la cosa cambia cuando pensamos en la realización. Aunque un gobierno mundial parece ser una buena idea, debemos tener claro que ciertamente no funcionaría sobre la base de una concepción judeocristiana de la moral y la justicia. Al contrario: debido a los diferentes valores culturales y las divergentes cosmovisiones que hay en el mundo, utilizaría un código moral sujeto a definiciones de la verdad siempre cambiantes. En lugar de basarse en las normas prescritas por el Creador, cualquier nuevo orden mundial futuro sería dictado por las mentes oscuras de la élite del poder. Las naciones gentiles, dice la Escritura, están destinadas a pensar cosas vanas “contra Jehová y contra su ungido” (Salmos 2:1-2).

Además, este tipo de gobierno, creado en el contexto de una crisis global, privaría a los países de su soberanía nacional. La forma de un gobierno mundial se basaría sin duda en el doble principio del socialismo y la ciudadanía mundial. Significaría vivir en un mundo en el cual los derechos individuales serían abolidos en favor del bien común y del colectivo. La historia nos recuerda que tales conglomerados son el caldo de cultivo de las dictaduras y los regímenes totalitarios. Tal gobierno global requiere que sus ciudadanos cedan sus derechos al Estado, y todo bajo el pretexto de la paz y la seguridad.

En este entorno, todo nacionalismo queda descartado–es considerado intolerante, una reliquia de una época pasada. Con la salud pública y el cambio climático como motivos principales, los globalistas esperan poder vender al mundo su visión, según la cual todos los ciudadanos serán iguales y se beneficiarán por igual. Pero –de nuevo– aquí también la Historia nos enseña que tales regímenes terminan creando una élite que se enriquece y gobierna despóticamente sobre la masa de ciudadanos. 

Esto, sin embargo, no desanima a los defensores de la globalización en sus esfuerzos. Y la misma profecía bíblica nos dice que llegará un gobierno mundial en los últimos tiempos. Este gobierno unirá a las naciones como en ningún otro momento de la historia de la humanidad. Nos preguntamos cómo será posible. La respuesta es sencilla: lo único que hace falta es una crisis global lo suficientemente grande como para hacer necesaria tal unión entre las naciones.

¿Cómo, pues, describe la Biblia este futuro reino global? ¿Cuál será su aspecto? 

Tanto el profeta Daniel como el libro de Apocalipsis nos dan concretas indicaciones acerca de su carácter y forma:

“Y el cuarto reino será fuerte como hierro; y como el hierro desmenuza y rompe todas las cosas, desmenuzará y quebrantará todo. Y lo que viste de los pies y los dedos, en parte de barro cocido de alfarero y en parte de hierro, será un reino dividido; mas habrá en él algo de la fuerza del hierro, así como viste hierro mezclado con barro cocido. Y por ser los dedos de los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido, el reino será en parte fuerte, y en parte frágil. Así como viste el hierro mezclado con barro, se mezclarán por medio de alianzas humanas; pero no se unirán el uno con el otro, como el hierro no se mezcla con el barro” (Dn. 2:40-43).

“Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos. Mientras yo contemplaba los cuernos, he aquí que otro cuerno pequeño salía entre ellos, y delante de él fueron arrancados tres cuernos de los primeros; y he aquí que este cuerno tenía ojos como de hombre, y una boca que hablaba grandes cosas” (Dn. 7:7-8).

“Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a tres reyes derribará” (Dn. 7:24).

¡Es increíble – hace unos 2,600 años el profeta Daniel recibió de Dios estas palabras como interpretación del sueño del rey Nabucodonosor! Este había visto una estatua que representaba cuatro imperios, los cuales se seguirían uno a otro. De la Historia conocemos hoy la identidad de estos reinos: Babilonia (la cabeza de oro), Medopersia (el pecho y los brazos de plata), Grecia (el vientre y los muslos de bronce) y Roma (las piernas de hierro). Llama la atención que Daniel describe los pies y dedos de este último reino como “en parte de hierro y en parte de barro cocido” (Dn. 2:33). La mayoría de los intérpretes explican que la forma definitiva del Imperio Romano será “en parte fuerte y en parte frágil” (v. 42). Esto podría significar que las naciones fuertes hagan alianza con las más débiles.

Leemos en el capítulo 7 que también Daniel tuvo un sueño de parte de Dios respecto a este tema, y en seguida lo anotó. Interpretó los diez dedos de los pies mencionados en Daniel 2:42 como diez cuernos o diez reinos: “Después de esto miraba yo en las visiones de la noche, y he aquí la cuarta bestia, espantosa y terrible y en gran manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro; devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y era muy diferente de todas las bestias que vi antes de ella, y tenía diez cuernos” (Dn. 7:7). “Y los diez cuernos significan que de aquel reino se levantarán diez reyes…” (v. 24).

¿Por qué es tan interesante? Porque el Imperio Romano nunca existió como una unión de diez reyes. Pereció antes de poder llegar a tal división. La historia nos muestra que se dividió en dos (los pies en parte de hierro y en parte de barro cocido; comp. Daniel 2:33) y luego desapareció poco a poco. La parte occidental cayó en 476 d. C. y la oriental en el año 1543. Sin embargo, la visión de Daniel muestra que la configuración de los diez reyes será destruida recién en la venida del Reino del Mesías (Daniel 2:34-35; 44-45).

El hecho de que el Imperio Romano todavía no ha vuelto a existir como pacto de diez naciones nos muestra que la profecía de Daniel tiene aún un cumplimiento futuro. Creo que se cumplirá durante los siete años de Gran Tribulación que vendrán sobre la Tierra. Apocalipsis 13 y 17 nos dicen que los diez reyes (representados de manera simbólica por los diez cuernos) formarán un último gobierno mundial (Apocalipsis 13:1; 17:3,12-13). Con base en la profecía de Daniel podemos decir con bastante certeza que ese gobierno cubrirá la misma zona geográfica que el Imperio Romano.

Aparecerá el anticristo en el escenario geopolítico de la historia, para liderar esta coalición internacional de los días finales. Según la Biblia, se encontrará con la oposición de tres de estos reyes, a los cuales quitará de en medio (Daniel 7:8,24). Los gobernantes restantes se someterán sin condición a su autoridad, entregándole incluso sus reinos (Apocalipsis 17:12-13,17). A partir de ese momento, el anticristo gobernará oficialmente sobre un Imperio Romano restaurado, que extenderá su influencia sobre el globo entero (Apocalipsis 13:3-4,8,12,16).

Es previsible que la estrategia inicial de este último gobierno mundial se base en un programa de “paz y seguridad” (1 Tesalonicenses 5:3; Daniel 9:27; Apocalipsis 6:2). Pero pronto se convertirá en tiranía y dominación dictatorial (Apocalipsis 13:14-17).

Mucho se especuló sobre qué naciones formarán parte de esta coalición de diez países. Hoy ya presenciamos varios intentos de unir a las naciones a raíz de las preocupaciones comunes y por el bien común de toda la humanidad. Existen el G7, el G20 y, por supuesto, la Unión Europea, que actualmente está formada por 27 países. Lo que no sabemos es cuál será la posición y situación de cada nación en el momento del ascenso del anticristo.

Está claro, sin embargo, que el reino del anticristo estará representado por diez reyes o naciones (Apocalipsis 13:1; 17:3, 12-13). Podemos imaginarnos que, en medio del caos global de ese tiempo turbulento, varias naciones se unan y se fusionen en una sola entidad nacional. También es posible que algunas naciones más fuertes y poderosas anexionen a otras para “representarlas” en esta nueva cooperación mundial. Cualquiera que sea el caso, durante la segunda mitad del período de siete años de la Tribulación se manifestará el carácter dictatorial de este reino.

El día de Satanás y el engaño divino
El período de la Gran Tribulación será el mejor momento para satanás, su hora de brillar, cuando finalmente pueda gobernar el mundo sin restricciones y ser adorado por sus habitantes. Este ha sido su objetivo desde el principio (Isaías 14:12-14; Ezequiel 28:11-19). A pesar de ser el “dios de este mundo” (2 Co. 4:4), el diablo nunca ha podido implementar su agenda como lo deseaba. Por lo tanto, toda nueva crisis mundial es bienvenida por él–le permite volver a perseguir su objetivo de un gobierno mundial controlado por su autoridad.

No pretendo dar a entender que la Unión Europea ya sea el cumplimiento del futuro reino anticristiano. Pero es posible que sea un paso en esa dirección y una etapa preliminar del mismo. Saber que todo esto sucederá un día, permite a los cristianos tener un mejor discernimiento espiritual. Por lo tanto, es fundamental que los seguidores de Cristo se den cuenta de que (1) se avecina un gobierno mundial y (2) satanás está intentando, constantemente y con todos los medios posibles, acelerar su entrada en el gran escenario político. El diablo no solo está al acecho de este gobierno mundial, sino que también está poniendo la carnada para incentivarlo.

Pablo advirtió que Dios enviaría un poder engañoso en los últimos días (2 Tesalonicenses 2:9-11). Será un tiempo en que la gente, presa de ceguera espiritual, caerá fácilmente en el engaño satánico y las mentiras del anticristo. ¿Por qué? Por dos razones: (1) satanás los convencerá “con gran poder y señales y prodigios mentirosos” (2 Ts. 2:9). (2) Dios les enviará entonces “un poder engañoso, para que crean la mentira” (2 Ts. 2:11).

Esto puede sonar un poco extraño–pero, en realidad, el envío de un poder engañoso será causado por la negación de la gente a aceptar “el amor de la verdad para ser salvos” (2 Ts. 2:10). Es una situación similar a la del Faraón, cuando Dios endureció su corazón (Éxodo 4:21; Romanos 9:17).

A ti, que amas a Cristo y Su verdad, Dios quiere hacerte ver cómo el espíritu del anticristo está actuando en tu mundo y en tu cultura hoy en día (1 Juan 4:1-3; también 2:18, 22). Satanás engaña a la gente sobre la verdad de Dios y la enceguece para que no entienda el evangelio de Jesucristo (2 Corintios 4:4). La gran mayoría de las personas experimentan y son testigos a diario de las consecuencias que conlleva en la vida humana el continuo rechazo de la verdad de Dios, consecuencias que los arrastran a una oscuridad aún mayor. Esto, a su vez, los lleva a especular en la ignorancia sobre lo que es real y verdadero (Romanos 1:18-22). Y en última instancia, después de perseguir sus propios placeres y su estilo de vida pecaminoso, son entregados por Dios a una mente corrupta, que ya no funciona bien y los conduce a todo tipo de maldad y pecado (Romanos 1:24-32). Simplemente no podemos permitirnos ser ignorantes e ingenuos sobre el estado de ceguera del mundo y de los que no son salvos.

La Biblia nos habla de una unión verdadera y justa que un día se hará realidad aquí en la Tierra. Sin embargo, recién vendrá en el Reino milenario establecido aquí por el Mesías Jesucristo en Su segunda venida.

Leemos en Zacarías 2:10-11: “Canta y alégrate, hija de Sion; porque he aquí vengo, y moraré en medio de ti, ha dicho Jehová. Y se unirán muchas naciones a Jehová en aquel día, y me serán por pueblo, y moraré en medio de ti; y entonces conocerás que Jehová de los ejércitos me ha enviado a ti”.

(Extracto levemente abreviado del libro Nachbeben)

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