La brecha entre posición y condición

Wim Malgo (1922-1992)

Una exposición sobre el último libro de la Biblia. Parte 28. Apocalipsis 2:20.

El nombre Jezabel significa «la casta», aunque de casta tenía solo la apariencia. Pues este es precisamente el fruto de la doctrina de Jezabel: crear en el creyente una brecha entre la posición en Cristo y su verdadera condición espiritual.

¿A qué nos referimos con «posición en Cristo»? En Cristo somos perfectos, justos y santos (Romanos 8:1; 1 Corintios 6:11, entre otros). Aquel que recibió a Jesús como su Salvador, el que ha nacido de nuevo, tiene una posición santa y sin mancha delante de Dios: «De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas» (2 Co. 5:17). Sin embargo, nuestra condición, es decir, nuestra vida personal debe ser santificada de acuerdo con nuestra posición en Cristo (1 Tesalonicenses 4:3).

Si permitimos que se abra una brecha entre posición y condición, si decimos que creemos en Jesucristo y al mismo tiempo perseguimos el espíritu de este mundo–ya sea en el área moral o financiera– el espíritu de Jezabel estará corrompiéndonos. Es de esta manera que practicamos la doctrina de Jezabel, cuando borramos las distinciones; esto puede incluso llevarnos a una extrema hipocresía, afirmando que quien peca no somos nosotros, sino nuestro viejo hombre.

Apocalipsis 2:20 dice: «Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos». Jezabel seduce a los fieles para que coman del sacrificio a los ídolos, es decir, los invita a tener comunión con aquellos que andan en tinieblas. El amor del Señor es traicionado por el mal comportamiento de la Iglesia, y Su santidad es ofendida. Las malas obras de la Iglesia no consisten en un pecado puntual, sino en la tolerancia que han tenido con el enemigo. Pues, al fin y al cabo, tolerar el mal es reafirmarlo.

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