Israel, un pueblo muy especial - Parte 19

Thomas Lieth

En el año 931 a. C., después de la muerte de Salomón, el reino fue dividido a causa del pecado del rey. El primer libro de Reyes nos dice al respecto:

También Jeroboam hijo de Nabat, efrateo de Sereda, siervo de Salomón, cuya madre se llamaba Zerúa, la cual era viuda, alzó su mano contra el rey.

La causa por la cual este alzó su mano contra el rey fue esta: Salomón, edificando a Milo, cerró el portillo de la ciudad de David su padre. Y este varón Jeroboam era valiente y esforzado; y viendo Salomón al joven que era hombre activo, le encomendó todo el cargo de la casa de José.

Aconteció, pues, en aquel tiempo, que saliendo Jeroboam de Jerusalén, le encontró en el camino el profeta Ahías silonita, y este estaba cubierto con una capa nueva; y estaban ellos dos solos en el campo. Y tomando Ahías la capa nueva que tenía sobre sí, la rompió en doce pedazos, y dijo a Jeroboam: toma para ti los diez pedazos; porque así dijo Jehová Dios de Israel: He aquí que yo rompo el reino de la mano de Salomón, y a ti te daré diez tribus; y él tendrá una tribu por amor a David mi siervo, y por amor a Jerusalén, ciudad que yo he elegido de todas las tribus de Israel; por cuanto me han dejado, y han adorado a Astoret diosa de los sidonios, a Quemos dios de Moab, y a Moloc dios de los hijos de Amón; y no han andado en mis caminos para hacer lo recto delante de mis ojos, y mis estatutos y mis decretos, como hizo David su padre.

Pero no quitaré nada del reino de sus manos, sino que lo retendré por rey todos los días de su vida, por amor a David mi siervo, al cual yo elegí, y quien guardó mis mandamientos y mis estatutos.

Pero quitaré el reino de la mano de su hijo, y lo daré a ti, las diez tribus. Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner en ella mi nombre.

Yo, pues, te tomaré a ti, y tú reinarás en todas las cosas que deseare tu alma, y serás rey sobre Israel. Y si prestares oído a todas las cosas que te mandare, y anduvieres en mis caminos, e hicieres lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como hizo David mi siervo, yo estaré contigo y te edificaré casa firme, como la edifiqué a David, y yo te entregaré a Israel.

Y yo afligiré a la descendencia de David a causa de esto, mas no para siempre (1 R. 11:26-39).

Así pues, Jeroboam, de la tribu de Efraín, llegó a ser rey sobre las diez tribus del norte, llamadas Israel a partir de ese momento. Jeroboam recibió la promesa de la bendición de Dios, a pesar de que no era de la casa de David ni de la tribu de Judá. A pesar de su condición, Dios le prometió que participaría de las bendiciones de Judá si se mantenía fiel a él y lo seguía. Al mismo tiempo, Dios seguía confirmando el pacto inquebrantable hecho con David y la promesa de que a pesar de los pecados de Salomón y los reyes subsiguientes, subiría siempre un descendiente de Judá y de la casa de David al trono de Israel (Judá).

Roboam, el hijo de Salomón, reinó sobre las restantes dos tribus del sur, Judá y Benjamín, los cuales recibieron el nombre de Judá a partir de ese momento (1 Reyes 12:17). La ciudad de Siquem (la actual Nablus) fue establecida como la capital del norte y Jerusalén permaneció siendo la capital del reino del sur. Más tarde, los reyes de Israel nombraron a Samaria como la capital del reino.

Jeroboam pronto cayó en idolatría, desechando así la aprobación de Dios y su bendición. Temía perder su poderío a causa de que el templo y todo lo relacionado al culto divino se encontraban en Jerusalén, la capital del reino del sur. Es así que intentó afirmar su reino por sus propios medios, demostrando con esto su infidelidad y desconfianza en Dios, a pesar de que Dios le había asegurado su bendición y apoyo.

Las consecuencias fueron fatales: Jeroboam construyó sus propios altares en Betel y Dan, levantó ídolos (becerros de oro) y comenzó a celebrar su propio culto. Con esto se separó de Dios y se puso bajo maldición (1 Reyes 12:26-33).«Con todo esto, no se apartó Jeroboam de su mal camino, sino que volvió a hacer sacerdotes de los lugares altos de entre el pueblo, y a quien quería lo consagraba para que fuese de los sacerdotes de los lugares altos. Y esto fue causa de pecado a la casa de Jeroboam, por lo cual fue cortada y raída de sobre la faz de la tierra» (1 R. 13:33-34; compárese con 14:7-11 y 15:25-30).

Durante la época de separación entre el reino del sur y el reino del norte, hubo una y otra vez duros conflictos entre Judá e Israel. Aunque eran hermanos, se convirtieron en enemigos. El reino del norte, con sus diez tribus, perduró unos 209 años, y fue gobernado sin excepciones por reyes impíos y malvados que no agradaron a Dios. A partir de Jeroboam, ni uno de ellos buscó a Dios.

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