Israel en fuego cruzado de Gog y Magog – Parte 2

Nathanael Winkler

Ezequiel 38 y 39 profetizan la invasión de Gog y Magog y sus aliados en la tierra de Israel, y la salvación que Dios brindará en este ataque. ¿Quién es Gog y Magog? ¿Qué significado tiene esta profecía de antaño en la actualidad?

La coalición del sur reaccionará de forma negativa al ataque efectuado por la coalición del norte: Sabá, Dedán y los comerciantes de Tarsis, denominados leones jóvenes (Ez. 38:13). Esta expresión describe a gobernantes sin un poder aparente. En este tipo de coalición del sur podrían estar Arabia Saudita y los Estados del Golfo. Algunos exégetas consideran que los comerciantes de Tarsis representan a Europa.

De todos modos, es interesante cómo Arabia Saudita, quien fuera durante mucho tiempo la voz cantante entre los enemigos de Israel, busque hoy, de manera política y económica, acercarse a esta nación. Incluso parecería querer ganar a Israel como aliado. Detrás de esto, se busca preservar el poder, ya que en el norte comienza a surgir una coalición peligrosa para todo el Cercano Oriente.

La coalición del sur habla en contra de Gog, Magog y sus aliados, pero no actúa (v. 13). Grita, pero no ataca. Eso es muy habitual en la política moderna: hombres y mujeres, líderes de Europa, hablan mucho, pero hacen poco. Y aquellos mandatarios que emprenden alguna acción, resultan criticados. Esta actitud de hablar sin actuar es una señal de desamparo, debilidad y quizá también de cierto desconocimiento.

Ezequiel 38:11-13 dice: Y dirás: ‘Invadiré a un país indefenso; atacaré a un pueblo pacífico que habita confiado en ciudades sin muros, puertas y cerrojos. Lo saquearé y me llevaré el botín; atacaré a las ciudades reconstruidas de entre las ruinas, al pueblo reunido allí de entre las naciones; es un pueblo rico en ganado y posesiones, que se cree el centro del mundo’. La gente de Sabá y Dedán, y los comerciantes de Tarsis y todos sus potentados, te preguntarán: ‘¿A qué vienes? ¿A despojarnos de todo lo nuestro? ¿Para eso reuniste a tus tropas? ¿Para quitarnos la plata y el oro, y llevarte nuestros ganados y posesiones? ¿Para alzarte con un enorme botín?’.

La razón para el ataque es económica. La coalición del norte ataca a Israel con el propósito de adquirir nuevas riquezas. Por lo tanto, es una guerra por motivos financieros. No obstante, la pregunta que debemos plantear con honestidad es: ¿cuáles son los tesoros que posee Israel? En realidad, ningunos.

Intérpretes de la profecía a menudo señalan que Israel, después de todo, resulta muy próspero. Pero esa riqueza es generada por una economía fiable, no por sus recursos naturales. En el caso de una guerra, el bienestar de Israel se derrumbaría –por lo que no habría nada que los conquistadores pudieran llevarse–. Por otro lado, los grandes hallazgos de gas natural israelíes no son nada frente a las reservas que poseen Rusia e Irán.

Es probable que el “gran botín” que pretende la coalición del norte, no se refiera tan solo a las riquezas de Israel. Gog, Magog y sus aliados buscan legitimar una guerra regional, para así adueñarse de las riquezas naturales de todo el Cercano Oriente. Justo ese es el reproche de la coalición del sur: “¿A qué vienes? ¿A despojarnos de todo lo nuestro? ¿Para eso reuniste a tus tropas? ¿Para quitarnos la plata y el oro, y llevarte nuestros ganados y posesiones? ¿Para alzarte con un enorme botín?’” (v. 13).

Debemos considerar que la mayoría de las guerras actuales del Cercano Oriente son realizadas por esta razón. Si bien a menudo se destacan motivos humanitarios –de parte de Occidente– o religiosos –desde el punto de vista musulmán–, en realidad, las grandes potencias se apresuran hacia los conflictos del Cercano Oriente, ya que saben muy bien que aquel que domine la región, controlará también sus recursos naturales. Esta es la razón por la que tantas naciones se han inmiscuido en las guerras en Irak, Siria, Libia, etcétera.

Una guerra por razones económicas solo puede ser legitimada si el atacante presenta una razón inteligente. ¿Cuál sería el pretexto aceptado por el mundo islámico cuando se trata de Israel? La guerra religiosa: la liberación de “Palestina” de manos de los incrédulos. Por este motivo, resulta lógico que los países islámicos tengan un rol tan decisivo en el tiempo del fin, ya que el ataque contra Israel de parte de la coalición del norte se caracterizaría por ser islámica. La coalición del sur, con Arabia Saudita a la cabeza, podría decir poco contra eso, puesto que la fe musulmana justificaría un ataque de este tipo. Lemas que incentivan este tipo de dirección religiosa son los usados en la actualidad por los iraníes y la nación de Turquía, bajo el mandato de Erdogan.

En lo que respecta a la participación de Rusia, quien no podría acudir a la fe como razón para la guerra, es interesante saber, sin embargo, que durante la Guerra Fría fue esta misma nación (en aquel tiempo, la Unión Soviética) la que tuvo un rol importante como aliado y patrocinador de los enemigos de Israel. Fue Rusia quien, desde 1960, equipó de forma activa y consciente a los ejércitos islámicos, con armas y conocimientos tecnológicos. Después de la caída de la Unión Soviética, este papel perdió importancia, aunque las pretensiones de poder del presidente Putin y los acontecimientos en Siria han transformado mucho la situación.

En este contexto, podemos notar que los actuales ejércitos en la región modernizan su armamento como nunca antes. Y de esto se benefician todas las naciones líderes de la tierra –por medio de la oferta y la demanda–.

Como sucede hoy día, la profecía de Ezequiel nos relata que las coaliciones del norte y del sur se están enfrentando y que no se trata tan solo de Israel; muchos exégetas consideran que el texto de Daniel 11:40-45 es un pasaje paralelo, pues allí habla de los reyes del sur y del norte:

“Cuando llegue la hora final, el rey del sur trabará combate contra el rey del norte, pero este responderá a su ataque con carros y caballos y con toda una flota de barcos de guerra. Invadirá muchos países, y los arrasará como una inundación. También invadirá nuestro hermoso país, y muchos países caerán bajo su poder, aunque Edom y Moab y los jefes de Arnón escaparán de sus manos. Extenderá su poder sobre muchos países, y ni Egipto podrá salvarse. Se adueñará de los tesoros de oro y plata de Egipto, y de todas sus riquezas, y también someterá a los libios y a los etíopes. Sin embargo, le llegarán noticias alarmantes del este y del norte, y en su furor se pondrá en marcha dispuesto a destruir y matar a mucha gente. Plantará su campamento real entre el mar y el bello monte santo; pero allí le llegará su fin, y nadie acudirá a su ayuda” (Dn. 11:40-45).

Dios no mirará con indiferencia: “En aquel tiempo, cuando venga Gog contra la tierra de Israel, dijo Jehová el Señor, subirá mi ira y mi enojo” (Ez. 38:18). Por un lado, como señal de su juicio, Dios mismo guiará esta invasión, por el otro, pedirá cuentas a los atacantes ávidos de poder, que actúan como robots sin cerebro. El resultado será:

“Los peces del mar, las aves del cielo, las bestias del campo y toda serpiente que se arrastra sobre la tierra, y todos los hombres que están sobre la faz de la tierra, temblarán ante mi presencia; y se desmoronarán los montes, y los vallados caerán, y todo muro caerá a tierra. Y en todos mis montes llamaré contra él la espada, dice Jehová el Señor; la espada de cada cual contra su hermano. Y yo litigaré contra él con pestilencia y con sangre; y haré llover sobre él, sobre sus tropas y sobre los muchos pueblos que están con él, impetuosa lluvia, y piedras de granizo, fuego y azufre” (Ez. 38:20-22).

Algunos intérpretes de la profecía reconocen en estas declaraciones las consecuencias de una guerra nuclear. Según mi entender, no sería posible: el polvo atómico contaminaría la región entera y la volvería inhabitable. Y este, según Ezequiel 39, no es el caso. Después de la guerra, la región será de nuevo habitada.

Dios mismo hará que los atacantes se maten unos a otros (Ezequiel 38:22). Morirán de manera sobrenatural, siendo claramente reconocible el hablar y actuar de Dios. Tampoco leemos acerca de planes de contraataque o de medidas de defensa, sino tan solo de la intervención divina (compárese con Ezequiel 39:4-5).

En un sentido político y militar, el desenlace de esta guerra podría llevar a que los islamistas pierdan su poder y fuerza en el mundo. Contrario a esto, el resultado para Israel será un gran botín material (Ezequiel 39:9-11). Estas consecuencias “terrenales-políticas” también descartan la opinión de que se trate de una batalla al final del Milenio: después de esta, aparece la gloria eterna de un nuevo cielo y de una nueva tierra. La tesis de que este ataque sucederá, en cualquier caso, antes de la Tribulación, coincide además con el hecho de que los muertos serán sepultados durante más de siete meses y que más adelante, en esta región, se edificará una ciudad llamada Hamona. ¿En verdad podría aplicarse esto a cualquier tiempo durante y después de la tribulación?

“Y seré engrandecido y santificado, y seré conocido ante los ojos de muchas naciones; y sabrán que yo soy Jehová” (Ez. 38:23).

Dios se revelará a los pueblos. Cuando Dios trata con Israel, siempre comunica algo a las naciones: “Así ha dicho Jehová el Señor: no lo hago por vosotros, oh casa de Israel, sino por causa de mi santo nombre, el cual profanasteis vosotros entre las naciones adonde habéis llegado. Y santificaré mi grande nombre, profanado entre las naciones, el cual profanasteis vosotros en medio de ellas; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, dice Jehová el Señor, cuando sea santificado en vosotros delante de sus ojos” (Ez. 36:22-23).

Esto es con exactitud lo que sucederá: los pueblos reconocerán que ha sucedido algo sobrenatural. Como consecuencia de esto: “Y haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Israel, y nunca más dejaré profanar mi santo nombre; y sabrán las naciones que yo soy Jehová, el Santo en Israel” (Ez. 39:7).

Dios revela su santo nombre al pueblo de Israel. Si este ataque estuviera a la puerta y tuviera lugar antes de los siete años de Tribulación, la batalla de Gog y Magog podría resultar en un último mensaje de gracia a Israel y a las naciones. Una vez más, será evidenciado con claridad quién es el Dios verdadero. ¿Puede que haya otro avivamiento?

“Y pondré mi gloria entre las naciones, y todas las naciones verán mi juicio que habré hecho, y mi mano que sobre ellos puse. Y de aquel día en adelante sabrá la casa de Israel que yo soy Jehová su Dios” (Ez. 39:21-22).

Las naciones paganas se darán cuenta de que el juicio viene de Dios. Sin embargo, el conocimiento no siempre resulta en conversión. Podemos ver esto también en el libro de Apocalipsis, donde los pueblos se enteran del juicio de Dios, pero no se arrepienten (Ap. 16:9-11). De este modo, es posible un avivamiento, pero no en el sentido de que todas las naciones se conviertan.

De igual forma sucederá en Israel; todos lo conocerán, pero no todos se convertirán. El avivamiento apocalíptico en Israel hará surgir dos frentes: el primero aceptará la venida del Anticristo y el segundo, formará el remanente prometido y creyente del pueblo. De modo que, si en este contexto, Dios revela Su santo nombre para que en el futuro no sea más profanado, significa que esta guerra es el inicio de la culminación de la era de gracia de dos mil años, lo que acelera el comienzo del tiempo de juicio de la Gran Tribulación.

Ezequiel 39:6 dice: “Y enviaré fuego sobre Magog, y sobre los que moran con seguridad en las costas; y sabrán que yo soy Jehová”. Podemos interpretar con esto que Dios no solo hará que perezcan las fuerzas armadas, sino que se mostrará Santo frente a todas las personas que habiten en las naciones de la coalición atacante.

La conversión definitiva del pueblo de Israel, descrita en Ezequiel 39:25-29, llegará más tarde –según mi entender, cuando Jesucristo vuelva con gran poder y gloria (compárese con Zacarías 12:10)–.

El apóstol Pablo hace énfasis en esto, diciendo: “Porque vo­sotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche; que cuando digan: paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán” (1 Ts. 5:2-3).

El ataque de Gog, Magog y sus aliados puede desencadenar esa condición. El supuesto último enemigo, el islamismo, será destruido, y la humanidad creerá y hablará acerca de que el mundo alcanzó la paz y la seguridad. Quizá este ataque del “fin de los tiempos” sea incluso lo que provoque la aparición del Anticristo, quien como “hombre fuerte” traerá paz y seguridad a la tierra.

Por esta razón, creo que tal vez vivamos este ataque antes del comienzo de la Tribulación. Pero pase lo que pase, Dios es el que actúa y el que llega a su maravilloso objetivo en todo.

“¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Ro. 11:33-36).

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