¿Existe la profecía genuina?
El maravilloso fenómeno de la profecía ya ha convencido a muchos dudosos y escépticos y los ha llevado a la fe en Jesucristo. Entre ellos se encuentra el autor de este artículo.
Hay un término “único” en 2 Pedro. Dice en el capítulo 2:3 que la gente es engañada con palabras “fingidas”. Plastos es el nombre de la palabra en el texto original, que solo aparece en este pasaje del Nuevo Testamento. Nos hace pensar en plástico, y de hecho tiene la misma raíz lingüística.
Hoy en día hay muchos objetos, plantas, flores y alimentos que son imitaciones engañosamente realistas. Algunos escaparates exhiben frutas de plástico con un brillo apetecible. Es tentador dar un mordisco, pero el valor nutritivo es nulo y la decepción será total. Con respecto al alimento espiritual, estos objetos de plástico corresponderían a lo que ofrece el mundo con sus sectas, filosofías e ideologías. Estas dejan vacías a las almas hambrientas y ofrece un sustituto indigesto en lugar de alimento vivo; a veces, incluso, resulta ser mortal.
Tanto más impresionante es el contraste con la verdadera Palabra de Dios, de la que se dice en la misma carta que es “profética” (2 Pedro 1:19). “Profético” significa vivo, activo, cumplidor, ya sea en juicio o en gracia.
Y es precisamente este maravilloso fenómeno de la profecía lo que ha convencido a muchos dudosos y escépticos, y los ha llevado a una fe viva en Jesús.
Ejemplos de cumplimientos proféticos
Un cristiano dio testimonio a un judío sobre el Mesías resucitado. Juntos estudiaban la Biblia. El profeta Daniel relata que el Mesías vendría y sería asesinado, tras lo cual el santuario sería destruido (Daniel 9:26). El santuario, es decir, el Templo, fue destruido hace alrededor de dos milenios. Por lo tanto, el Mesías debería haber llegado antes. Sin embargo, el pueblo judío sigue esperando la venida del Ungido —algo no coincide con esta expectativa.
Poco a poco, este hijo de Abraham se dio cuenta de que solo una persona apareció como el Mesías antes de la destrucción del templo, y que también fue rechazado, como puede verse en esta profecía de Daniel: Jesús de Nazaret. Y cuando el cristiano le mostró además la profecía de Zacarías, donde se dice que los judíos mirarán al Dios vivo, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito (Zacarías 12:10), reconoció a su verdadero y vivo Salvador. Entregó su vida a este Jesucristo resucitado y, como Tomás, confesó: “¡Señor mío, y Dios mío!”.
Y así hay numerosos incidentes de personas en busca del Dios verdadero que encontraron la fe a través de la palabra profética, entre ellos el autor de estas líneas, cuyo ateísmo fue destrozado por las profecías sobre el pueblo de Israel.
El Salmo 83, por ejemplo, muestra la actualidad y frescura de la profecía bíblica: “Oh Dios, no guardes silencio; No calles, oh Dios, ni te estés quieto. Porque he aquí que rugen tus enemigos, Y los que te aborrecen alzan cabeza. Contra tu pueblo han consultado astuta y secretamente, Y han entrado en consejo contra tus protegidos. Han dicho: Venid, y destruyámoslos para que no sean nación, Y no haya más memoria del nombre de Israel” (vv. 1-4). Aunque tienen unos 3,000 años de antigüedad, estas frases parecen el tono original de Hezbolá, Hamás o Irán. Sí, uno podría pensar incluso que el presidente de Irán estaría meditando sobre el Salmo 83 durante su “tiempo de reflexión”.
La Biblia es única en su abundancia profética. Ningún libro religioso del mundo tiene profecías detalladas, ya sea el Corán, el Bhagavad Gita, el Edda o cualquier otro. La Biblia es el único libro en el registro histórico de la humanidad que ha escrito la historia, no solo mirando hacia atrás, sino también hacia adelante; esto es absolutamente único.
Por ejemplo, si se compara Deuteronomio 28 con la historia del pueblo de Israel, si se quiere ser intelectualmente honesto, hay que reconocer que esto lo escribió un Dios omnisciente, al menos alguien que conoce bien el futuro. Las dos grandes catástrofes de la historia de este pueblo también están predichas en esta sección profética más extensa de la Biblia. El versículo 36 predice el primer éxodo, el versículo 64 la segunda dispersión mundial. También vale la pena observar cómo el versículo 36, la primera dispersión, sigue mencionando a un rey. Y de hecho, cuando Israel fue llevado al exilio en Babilonia a vivir entre una nación extranjera, todavía tenía un rey, como se dice explícitamente: Sedequías, el último rey de Jerusalén.
Pero en la segunda diáspora mundial, descrita en el versículo 64, no se menciona a ningún rey. Y así fue cuando Israel se dispersó entre todas las naciones después de la destrucción de Jerusalén en el año 70 d.C. Los judíos ya no tenían rey. Jesús de Nazaret, el verdadero Rey de los judíos, había sido rechazado una generación antes.
Ante las exigencias de un mundo gentil multirreligioso, Dios ofrece precisamente esta prueba: “Dadnos nuevas de lo que ha de ser después, para que sepamos que vosotros sois dioses” (Is. 41:23). Que Dios es el Dios verdadero puede reconocerse por el hecho de que revela lo que está por venir.
Desde Einstein sabemos que el tiempo y el espacio no son independientes el uno del otro, sino que están entrelazados. Un Creador espacialmente omnipresente, y este es un atributo de Dios, debe ser también temporalmente omnipresente. Y es precisamente esta prueba la que aporta el autor de la Biblia. Puede predecir acontecimientos para los que aún faltan miles de años, pero que no plantean ningún problema al Señor en cuanto a su distancia temporal, porque para Él mil años son como un día y un día como mil años (2 Pedro 3:8).
Ejemplos de detalles proféticos
Por ejemplo, David describe la crucifixión con asombroso detalle (Salmos 22). Habla de manos y pies traspasados (v. 16), en una época en la que la crucifixión ni siquiera existía. El método de ejecución de los judíos en aquella época era la lapidación. Pero aquí tenemos descrito, en blanco y negro, el hecho de que los pies de Jesús serían traspasados, y esto no en el Nuevo, sino en el Antiguo Testamento.
Cabe mencionar aquí otro incidente de asombrosa actualidad, sobre todo en nuestros días. El capítulo 11 de Apocalipsis describe un acontecimiento extraño. Habla de los dos testigos de Dios que son asesinados por la bestia del abismo (v. 7). Después, sus cadáveres yacen en las calles de Jerusalén durante tres días y medio, y el mundo entero se felicita por el fin de estos dos profetas. Luego vuelven a revivir (v. 11).
Ahora bien, un comentarista de este último libro de la Biblia —que vivió a finales del siglo XIX— se preguntaba cómo era posible que un acontecimiento, aunque limitado a un tiempo tan corto, pudiera ser percibido por todo el mundo.
Cuando se descubrió América, la gente del viejo continente tardó casi medio año en enterarse. Cuando Abraham Lincoln fue asesinado en 1865, Europa tardó 10 días en conocer la noticia. Mientras tanto, Estados Unidos ya tenía un nuevo presidente.
El libro de Apocalipsis dice literalmente que todo el mundo lo verá. “Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadáveres por tres días y medio…” (v. 9).
Cuando se usan estos cuatro términos en el libro de Apocalipsis: pueblos, tribus, lenguas y naciones, no se refiere a un grupo limitado, sino a toda la tierra habitada. Por ello, este comentarista llegó a la conclusión de que la telegrafía (pues no conocía otra cosa a finales del siglo XIX) estaría tan avanzada en este futuro tiempo de revelación que, aunque solo fuera perceptible durante unos días, el mundo entero la vería, no obstante, literalmente.
Para nosotros hoy esto ya no constituye ningún problema. Si algo sensacional o un terrible desastre ocurren en este planeta, normalmente se puede ver en las noticias el mismo día. Pero el libro de Apocalipsis se escribió hace casi dos milenios, cuando semejante técnica de comunicación global era absolutamente inimaginable. ¿Cómo es posible tanta exactitud? Solo el Dios vivo puede saberlo.
Podríamos citar ejemplo tras ejemplo de cómo solo alguien que tiene una visión completa de los acontecimientos y está más allá del pasado, el presente y el futuro (es decir, Dios) puede revelar tales detalles. Por tanto, Él es también el verdadero autor de la Biblia.
¿Una prueba de Dios?
Desde un punto de vista científico y físico, esto es también una prueba clara de una inteligencia trascendente. La profecía no puede explicarse físicamente mediante ninguna conexión inmanente. Desde el punto de vista científico, es sencillamente inconcebible cómo un modelo existente (el presente) puede conectarse a un sistema que aún no existe (el futuro). Aquí terminan todas las ingeniosas tentativas de explicación que pretenden definir los acontecimientos exclusivamente con base en las leyes del mundo visible.
Si hay profecías detalladas, es una prueba de que ha hablado el Dios verdadero, que vive, que ha vencido a la muerte y no es una invención de los hombres. Y este Dios verdadero volverá, como han predicho los profetas desde tiempos inmemoriales. ¡Preparémonos!