¿Estaremos viviendo en el tiempo de la gran ramera Babilonia? - Parte 2

Wilfred Hahn

Un ejemplo central de esta comercialización mundial intensiva es la antigua ciudad comercial de Tiro. Ya en el pasado, ha habido tiempos y situaciones en las que los mercaderes disfrutaron de gran influencia. La Biblia menciona a los de Tiro y a los asirios como grandes comerciantes. Acerca de la ciudad marítima, Tiro, cuenta como “cuyos negociantes eran príncipes, cuyos mercaderes eran los nobles de la tierra” (Is. 23:8) y que Satanás, el ángel caído, estaba inherente al comercio y a la abundancia de Tiro (Ez. 28:12-19). Es interesante ver cómo pueden encontrarse en las Sagradas Escrituras muchas profecías referidas a este Moloch financiero de la Antigüedad. Tiro, por ejemplo, debía ser destruida y luego, resucitar por algún tiempo. ¿Pero cuando sucederá esto? ¿Y quién o qué es este Tiro resucitado? Muchos elementos señalan que el espíritu de Tiro es el mismo que está en la esencia del gigante comercial de los últimos tiempos: Babilonia la Grande.

La referencia bíblica acerca del dominio y descenso de Tiro es, de manera concluyente, un paralelo con las profecías sobre Babilonia, la “gran ciudad”, descrita en Apocalipsis. Tiro es una ciudad fenicia de la costa del Mediterráneo, al norte de Israel. En su apogeo (700 a 600 a. C.) fue la nación con el más poderoso comercio marítimo y la más adinerada de su tiempo. Incluso poseía colonias en Chipre y alrededor del mar Mediterráneo. Una descripción detallada de su enorme influencia económica se encuentra en Ezequiel 26:1-21. Tiro era una ciudad muy próspera: “Con tu gran sabiduría, con tu comercio, has aumentado tus riquezas […]” (Ez. 28:5, LBLA).

Los tirios eran maestros del comercio o, mejor dicho, del fraude, como leemos en Ezequiel 28:18. Tenían relaciones con Sidón, otra ciudad fenicia de la costa del mar Mediterráneo. Además, poseían puestos de avanzada en Cartago y Tarsis (posiblemente en la costa este de la actual España). En el año 332 a. C., Tiro, que ya había sido reducida a una ciudad insular, fue destruida por completo por Alejandro el Grande. De este modo, se cumplió la profecía de Ezequiel, la cual mostraba cómo Tiro se convertiría en “una roca desnuda” y en “un tendedero de redes” (Ez. 26:14 LBLA). Pero este no sería el final de esta ciudad –al menos no en lo que respecta a su espíritu–.

Los pasajes bíblicos sobre Tiro son importantes por diversas razones. En primer lugar, hay más profecías bíblicas sobre Tiro y sus ciudades aliadas, Sidón y Tarsis, que sobre cualquier otra nación o grupo de ciudades (con la excepción de Judá e Israel). Tiro es mencionada con mayor frecuencia que la antigua Babilonia, Egipto o Asiria –incluso que la antigua Roma o el nuevo Imperio romano–. Hay un total de veintiún profecías que refieren a Tiro o a sus ciudades aliadas. Además de Jesucristo, hubo siete profetas (David, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Joel, Amós y Zacarías) quienes hicieron declaraciones proféticas sobre esta ciudad. Tan solo Ezequiel profetizó ocho veces acerca de Tiro y sus ciudades aliadas.

La Biblia modela a Tiro como arquetipo de todas las naciones que confían en su propio poder económico y su injusticia (mentiras). Hasta ahora, son diez las profecías sobre Tiro que aún no se han cumplido. Por lo menos, siete de estas se refieren al fin de los tiempos, específicamente al resurgimiento de un gran sistema comercial materialista. Si Tiro es un arquetipo de la Babilonia apocalíptica, está claro que el mayor poder impulsor, detrás del progreso de Babilonia, será el espíritu de Tiro (Satanás): “Hijo de hombre, entona una elegía al rey de Tiro y adviértele que así dice el Señor omnipotente: ‘Eras eras un modelo de perfección, lleno de sabiduría y de hermosura perfecta. Estabas en Edén, en el jardín de Dios […] Fuiste elegido querubín protector, porque yo así lo dispuse. Estabas en el santo monte de Dios, y caminabas sobre piedras de fuego. Desde el día en que fuiste creado tu conducta fue irreprochable, hasta que la maldad halló cabida en ti. Por la abundancia de tu comercio, te llenaste de violencia, y pecaste. Por eso te expulsé del monte de Dios, como a un objeto profano. A ti, querubín protector, te borré de entre las piedras de fuego. A causa de tu hermosura te llenaste de orgullo. A causa de tu esplendor, corrompiste tu sabiduría. Por eso te arrojé por tierra, y delante de los reyes te expuse al ridículo. Has profanado tus santuarios, por la gran cantidad de tus pecados, ¡por tu comercio corrupto! […] Al verte, han quedado espantadas todas las naciones que te conocen. Has llegado a un final terrible, y ya no volverás a existir’” (Ez. 28:12-19, NVI).

Estos versículos no dejan duda en cuanto a quién es el espíritu que respalda el progreso de Tiro. Es decisivo que según la profecía bíblica este espíritu vuelva a aparecer en el tiempo del fin. Isaías 23:17 dice: “Y acontecerá que al fin de los setenta años visitará Jehová a Tiro; y volverá a comerciar, y otra vez fornicará con todos los reinos del mundo sobre la faz de la tierra”.

El término setenta años determina de forma figurada, en este versículo, una era o generación. En otras palabras: después de una era, Tiro volverá a fornicar –esto nos recuerda a la “ramera” de Apocalipsis 17–. Este suceso aún debe consolidarse en el futuro, aunque puede verse hoy día la tendencia a caminar en esa dirección. No es posible hallar en la historia algún indicio de que Tiro haya resucitado después de setenta años, para restablecer sus relaciones comerciales a nivel mundial. Eso no ha sucedido hasta el día de hoy. Además, recién cuando la globalización haya trascendido al mundo entero, Tiro podrá comerciar con “todos los reinos de la tierra”.

Otra prueba de que la reaparición del espíritu de Tiro será en el tiempo final, está en la siguiente profecía: “Pero sus negocios y ganancias serán consagrados a Jehová; no se guardarán ni se atesorarán, porque sus ganancias serán para los que estuvieren delante de Jehová, para que coman hasta saciarse, y vistan espléndidamente” (Is. 23:18). Estas condiciones solo pueden cumplirse en el reino milenial.

El espíritu maligno y demoníaco de Tiro regresa al mundo en los últimos días. La gran ciudad de Babilonia es el paralelo neotestamentario de Tiro (Apocalipsis 18). En otras palabras, las narraciones bíblicas sobre Tiro son una sombra de la Babilonia apocalíptica. En vista de las tendencias y los progresos en la política financiera mundial, del avance de la globalización y de la frenética obsesión por más posesiones, podríamos llegar a la conclusión de que los aspectos comerciales de Babilonia la Grande y del antiguo espíritu de Tiro se corresponden con la actualidad.

¿Será que la Tiro apocalíptica y el gigante comercial, Babilonia, ya existen? Creo que sí. Pero eso no significa que las profecías se hayan cumplido en su totalidad. No conocemos el momento exacto del juicio sobre Babilonia, descrito en Apocalipsis. Tampoco sabemos hasta qué punto se desarrollará este mal. No obstante, la presencia peligrosa, dominante y engañosa de Babilonia es claramente visible en el mundo. Ha surgido dentro de un tiempo muy corto –en el correr de algo más de doscientos años–. Todo historiador financiero estaría de acuerdo conmigo en que el mundo, hacia fines del siglo xviii, fue apoderado por un rápido progreso que continúa hasta el día de hoy.

Un enorme gigante comercial ahora abarca la tierra entera. La esencia de su fuerza motriz es la adoración a la riqueza terrenal (el materialismo). El carácter y las motivaciones del gigante son profundamente corruptos y violentos –se basan en un comercio injusto y engañoso– (compárese con Zacarías 5). Puede que algunos se enojen al leer estas declaraciones, pero estas pueden ser probadas de manera efectiva.

En Apocalipsis 18:23, leemos que Babilonia la Grande engañó a “todas las naciones” con sus hechicerías. Esta observación debería servir a todos los cristianos como advertencia. ¿Será que el embrujo hechizo de este apocalíptico sistema financiero puede apartar también a los creyentes del camino angosto? ¿Estaremos dirigiendo nuestras vidas hacia la seducción de poseer bienes de lujo y a la falsa riqueza de este sistema comercial idólatra?

Debemos tomar en serio estas preguntas. Dios nos ha advertido de manera severa. Él anima a su pueblo a salir de Babilonia la Grande, “para que no seáis partícipes de sus pecados […], porque sus pecados han llegado hasta el cielo” (Ap. 18:4-5). Aun cuando la Iglesia será arrebatada antes del gran colapso catastrófico de este sistema apocalíptico, se nos pedirá cuentas por nuestra complicidad en su surgimiento y expansión universal.

¿Qué podemos hacer para no dejarnos arrastrar por las tentaciones de un auge financiero a nivel global? No podemos esquivar este tipo de de­sarrollo –al menos, no físicamente–. No obstante, no debemos caer, a nivel espiritual, en el servilismo de la mayoría de los ciudadanos de la Tierra y ser muy cuidadosos de no dejarnos engañar por los sonidos del flautista y los deslumbres mundanos. La gente es manipulada con el fin de que ignoren los hechos y los argumentos lógicos, cambiándolos por la fantasía. Los libros de historia están llenos de ejemplos de engaños humanos. Como ya se hizo mención, esta divergencia con el sentido común siempre es impulsada por la codicia o la inseguridad económica. Todas las personas, con independencia de su nivel educativo, son fáciles de influenciar si se dejan llevar por la corriente. La psicología de masas es muy poderosa.

Diversos autores evidencian lo fácil que resulta que la gente caiga en el engaño. Dos libros dignos de recomendar sobre el tema «psicología de masas» son Delirios populares extraordinarios y la locura de las masas de Charles Mackay (1841) y Manías, pánicos y cracs: Historia de las crisis financieras de Charles P. Kindleberger (1978). Estos libros relatan increíbles actuaciones y convicciones de las masas humanas maníacas.

La gente –en especial estas masas– se deja engañar con asombrosa facilidad. Pero la Biblia no fomenta ningún tipo de masas, mayorías o consenso de creencias. Dios dice: “[…] Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí” (Is. 45:5). Cuando se trata de la verdad, Dios representa el cien por ciento de la mayoría. Él “no hace acepción de personas” (Hch. 10:34). Por eso la atracción que genera el frenesí de las masas no debería tener ningún poder sobre nosotros.

Con respecto a las recientes “burbujas financieras”, las convicciones humanistas predominantes y las especulaciones impulsivas, dice la Biblia: “Porque los gentiles buscan todas estas cosas” (Mt. 6:32). “A estos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de desilusión, y os ultrajan” (1 P. 4:4). El Señor conoce nuestra necesidad, por eso “no se afanen” (Mt. 6:31).

La Biblia enfatiza, una y otra vez, que solo Dios enaltece o humilla. Cuando las personas dicen que su prosperidad y su poder son debidos a su propia inteligencia y capacidad, la destrucción es inminente. Moisés explicó este principio en sus últimas exhortaciones al pueblo de Israel, antes de que este ingresara en la tierra de Canaán bajo la dirección de Josué:

“Y digas en tu corazón: mi mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová, tu Dios, porque él Él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día. Mas si llegares a olvidarte de Jehová tu Dios y anduvieres en pos de dioses ajenos, y les sirvieres y a ellos te inclinares, yo lo afirmo hoy contra vosotros, que de cierto pereceréis” (Dt. 8:17-19).

Otro ejemplo de altanería humana es Nabucodonosor. Él se jactó diciendo: “¿No es esta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad?” (Dn. 4:30). Pronunció esas palabras mientras, desde su balcón señorial, admiraba el esplendor de su reino. Apenas salieron de su boca, Dios lo golpeó con una enfermedad del sistema nervioso que lo dejó fuera de combate por siete años. Algo similar sucederá con el mundo durante los siete años de Tribulación.

El rey de Tiro demostró esta misma postura autocomplaciente: “Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado en medio de los mares” (Ez. 28:2). Otra vez vemos que el espíritu de Babilonia es el mismo que el de Tiro, el gigante comercial (Ezequiel 28:12-19). Este espíritu se propagará en los últimos días (compárese con Apocalipsis 18). Babilonia la Grande se caracteriza por tener la misma actitud que el rey de Tiro: “Yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto” (Ap. 18:7).

La destrucción vendrá de manera repentina e inesperada: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia” (Ap. 18:2). Su final sucederá en breve.

El mundo ya tiembla y se estremece. Los mercados financieros están sujetos a fluctuaciones volátiles. La economía mundial y el comercio global se caracteriza por la desigualdad y los altos riesgos. Es lógico llegar a la conclusión que el juicio no se hará esperar demasiado. ¡El día del Señor se acerca!

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