¿Estaremos viviendo en el tiempo de la gran ramera Babilonia? - Parte 1

Wilfred Hahn

Apocalipsis 17 y 18 profetiza sobre la “ciudad ramera”, Babilonia la Grande, de la cual todos los creyentes deberían huir. ¿Ya existe esta ciudad? ¿Somos llamados, en la actualidad, a huir de ella?

La mayoría de las personas apenas son conscientes de los sucesos en la economía mundial. Muchos participantes en el mercado son impulsados por la codicia, dejándose seducir por los atractivos y las comodidades que les brindan las crecientes riquezas. Sin embargo, esta seductora imagen de prosperidad podría terminar siendo falsa. Quizás, ni siquiera se trate de una riqueza verdadera. No obstante, esta diferenciación parece no importarle a la mayoría de las personas.

El autor Edward Balleisen dice en su libro Fraud (Fraude): “El medio más efectivo para hacer que un plan engañoso parezca legítimo, es el de mostrar precios ascendentes”. En otras palabras: mientras la gente crea que el bienestar aumenta, confiará de buena ­gana en cualquier histeria financiera. Durante los auges económicos especulativos, pueden surgir las convicciones más inconcebibles. Se cree que el aumento de la prosperidad es ilimitada y libre de riesgos. También nuevas tecnologías o desarrollos prometedores pueden dar alas a este auge, representando un “gancho” para participantes e inversionistas. No obstante, en estos casos, las perspectivas a futuro son impulsadas a un alza por completo irreal. Los nuevos avances tecnológicos y la ascendente autoconfianza “humanista” alimentan la absurda creencia de que la riqueza futura es ilimitada … quizás para siempre.

Puede que los nombres, las convicciones y los actores implicados cambien, pero el ciclo económico de expansión y de recesión se mantiene llamativamente constante. Por ejemplo, el último “gancho” de este tipo, que ha llamado mucho la atención y que pertenece al área tecnológica, es la así llamada criptomoneda –entre ellas, el bitcóin–. Hace veinte años atrás, fue la burbuja puntocom la que causó un auge financiero maníaco. Aunque la idea básica original, detrás de la invención de la criptomoneda, no haya sido mala, innegablemente ha fomentado la codicia y las especulaciones febriles. Un conocido analista de bolsa lo resumió de la siguiente manera: “El bitcóin es un fraude antiguo, disfrazado de milagro moderno de la tecnología. En el caso del bitcóin, no se trata tanto de un nuevo tipo de activos, sino más bien de un nuevo tipo de crimen. A pesar de eso, las autoridades civiles, hasta la fecha, no están dispuestas a intervenir”.

El ciclo económico de auge y crisis, de especulación maníaca y depresión llevará, finalmente, al consenso mundial sobre la necesidad de crear un sistema de control financiero globalizado. La profecía bíblica señala la creación de un sistema de este tipo (compárese con Apocalipsis 13:17).

En Apocalipsis 18, encontramos una descripción profética sobre Babilonia la Grande –una entidad implicada en el comercio global y con una gran influencia mundial–. ¿Quién o qué es esta Babilonia?

Apocalipsis 18:2-16 dice: […] Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus deleites. Y oí otra voz del cielo que decía: salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades. Dadle a ella como ella os ha dado, y pagadle doble según sus obras; en el cáliz en que ella preparó bebida, preparadle a ella el doble. Cuanto ella se ha glorificado y ha vivido en deleites, tanto dadle de tormento y llanto; porque dice en su corazón: Yo yo estoy sentada como reina, y no soy viuda, y no veré llanto; por lo cual en un solo día vendrán sus plagas; muerte, llanto y hambre, y será quemada con fuego; porque poderoso es Dios el Señor, que la juzga. Y los reyes de la tierra que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites, llorarán y harán lamentación sobre ella, cuando vean el humo de su incendio, parándose lejos por el temor de su tormento, diciendo: ¡Ay, ay, ay, de la gran ciudad de Babilonia, la ciudad fuerte; porque en una hora vino tu juicio! Y los mercaderes de la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ninguno compra más sus mercaderías; mercadería de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de lino fino, de púrpura, de seda, de escarlata, de toda madera olorosa, de todo objeto de marfil, de todo objeto de madera preciosa, de cobre, de hierro y de mármol; y canela, especias aromáticas, incienso, mirra, olíbano, vino, aceite, flor de harina, trigo, bestias, ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. Los frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti, y todas las cosas exquisitas y espléndidas te han faltado, y nunca más las hallarás. Los mercaderes de estas cosas, que se han enriquecido a costa de ella, se pararán lejos por el temor de su tormento, llorando y lamentando, y diciendo: ¡Ayay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas!

Llama la atención la mención de numerosos términos económicos, un total de cuarenta y cinco. Algunos de ellos, nombrados varias veces. Se hace una referencia frecuente a los bienes de lujo y objetos valiosos. En esencia, Babilonia se muestra como una autoridad grande y competente del comercio global, negociando tanto con mercancías como con dinero –son enumerados, en este pasaje bíblico, veintiocho materias primas y productos distintos–.

Esta autoridad comercial llamada Babilonia la Grande, es la fuente y distribución de la riqueza. Los comerciantes de la tierra “se han enriquecidos de la potencia de sus deleites” (v. 3; compárese con v. 15), los cuales también son parte del sistema, ya que el versículo 23 los llama “tus mercaderes”.

Babilonia se presenta prácticamente como la esencia de la abundancia económica –representada de forma figurada como una persona envuelta con las vestimentas más costosas y adornada con oro y piedras preciosas (Apocalipsis 17:3-5)–. Sus lujosos bienes, su “vino del furor” (Ap. 18:3) y sus “hechicerías” (v. 23) funcionan como estupefacientes para los reyes y comerciantes del mundo. Es significativa la omisión de la clase media y baja. El común del pueblo es pasado por alto. Pareciera que solo los comerciantes adinerados y la elite élite son beneficiados con este sistema. En apariencia, se trataría de un plan económico plutocrático. Cada nación y rey tiene relaciones con ella, “fornicando”.

El término fornicando hace emerger algunas preguntas. ¿Qué se entiende por fornicar en un sistema de comercio mundial? Tiene que ser algún tipo de “fornicación espiritual”, un distanciamiento mundial y sistemático de Dios y de Su Hijo, una apostasía humanista que proclama el “cielo en la tierra”. La humanidad se decide a favor de las riquezas y contra Dios. Su “élite” autocomplaciente desarrolla un sistema financiero y económico global e independiente, en particular, para beneficio propio.

Muchos profesores de Biblia, en los últimos dos milenios, han discutido sobre la identidad de Babilonia la Grande. ¿Quién o qué es ella? Existen numerosas opiniones al respecto. Algunos están convencidos de que se refiere a la Iglesia católica romana –quizás con base en la descripción: “BABILONIA, LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA” (Ap. 17:5)–.

Otros sostienen que la antigua ciudad de Babilonia será reconstruida en su lugar original, en la actual Irak. Sin embargo, opino que Babilonia hace referencia al “espíritu de la antigua Babilonia”, el cual poseerá al gigante económico global del tiempo final. No sorprende que muchos conceptos comerciales del mundo moderno tengan su origen en la antigua Babilonia (Imperio babilónico) –como, por ejemplo, los fondos de inversión y los contratos financieros–. Según los hallazgos de los asiriólogos (arqueólogos cuya especialidad es el Antiguo Oriente), Babilonia fue una ciudad altamente comercializada. Más del 90 % de las tablillas de arcilla, halladas en esa región, tienen conexión con el sistema financiero y comercial.

El nombre Babilonia se encuentra seis veces en Apocalipsis, de las cuales cuatro corresponden a los capítulos 17 y 18. Tiene lógica suponer que todos estos pasajes hacen referencia a la misma Babilonia. A pesar de ello, cada vez que Babilonia es mencionada en estos dos capítulos, se enfatiza un aspecto diferente de esta mezcla de comercio, idolatría y falsa religión. Algunas menciones se refieren al «espíritu de Mamón», otras, a los aspectos religiosos de la gran ramera y otras, incluso, al sistema económico financiero.

En esencia, lo que Apocalipsis 17 y 18 presenta, es la asociación “perversa” que existe entre el dinero y la falsa doctrina. Es el último gran “ecumenismo” entre el dinero y la adoración a un dios. Como no puede adorarse a Dios y al dinero (las riquezas), esta descripción apocalíptica –que pareciera incluso tener una apariencia de temor a Dios (compárese con 2 Ti. 3:5)– cabe muy bien en las personas de “[…] mente depravada, carentes de la verdad […] que piensan que la religión es un medio de obtener ganancias” (1 Ti. 6:5, NVI).

Cristo dijo que no puede servirse a Dios y a las riquezas (Mt. 6:24). Satanás, no obstante, ha difundido una idea diferente. ¿Por qué no hacer ambas cosas: adorar a Dios y, al mismo tiempo, al dinero? Muchas mal llamadas iglesias o congregaciones hacen justamente eso en la actualidad. Dicen que podemos tener nuestra mejor vida en la Tierra, esforzarnos por conseguir el éxito financiero y, al mismo tiempo, temer a Dios, y que la Biblia no es más que un “manual” para alcanzar la prosperidad.

Babilonia la Grande es denominada siempre con el sustantivo ciudad. Para ser más exactos, ciudad grande (en Ap. 18:10 es llamada, además, ciudad fuerte). Esto permite suponer que no se trata tan solo de una ciudad común. La expresión aparece siete veces en Apocalipsis. Desde un enfoque de interpretación histórico-gramatical, debemos admitir que muchos términos que nos resultan por completo familiares no existían hace miles de años atrás. ¿Cómo habría hecho un profeta de aquellos tiempos para describir un teléfono inteligente, por ejemplo? Habría sido imposible para el vocabulario de aquel tiempo.

Un caso similar se presenta con la palabra sistema. En la actualidad, este término es fácilmente comprensible. Puede ser aplicado a un sistema financiero, a un sistema de comercio global, a un sistema económico o a muchas otras cosas. Hace miles de años atrás, aún no existía el concepto actual de sistema. La forma de organización que se asemejaba más era, posiblemente, una ciudad. Es posible que el término ciudad en la Biblia represente la idea de un modelo económico. De este modo, la expresión gran ciudad podría describir un sistema especialmente grande y, quizás, completamente universal. Si ese es el caso, entonces Babilonia, la “gran ciudad”, es una imagen de la hipercomercialización desarrollada en los últimos siglos, especialmente en las últimas décadas.

Por esta razón, parto de la base que Babilonia la Grande es un gigante comercial, es decir, un sistema de comercio global, humanista, materialista y despótico. No existe pasaje bíblico alguno que refute tal suposición. ¡Todo lo contrario! Varios son los pasajes que la confirman. La Biblia señala una y otra vez que predominará en los últimos días un materialismo masivo y un reparto en extremo desigual de las riquezas.

Algunas de las pruebas más importantes para esta interpretación se encuentran en Zacarías, Isaías, Santiago y en las profecías sobre Tiro. Isaías, por ejemplo, profetizó acerca de muchos acontecimientos que sucederán en el “Día del Señor”. Este término fue utilizado por el profeta para hacer referencia a los últimos días (posiblemente al período de siete años de Tribulación). Isaías 24:1-3 enfatiza las actividades económicas de este tiempo futuro:

He aquí que Jehová vacía la tierra y la desnuda, y trastorna su faz, y hace esparcir a sus moradores. Y sucederá, así como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que toma prestado; como al que da a logro, así al que lo recibe. La tierra será enteramente vaciada, y completamente saqueada; porque Jehová ha pronunciado esta palabra.

Estos versículos mencionan doce grupos de personas, los que representan a toda la gente que vivirá en la tierra en el “Día del Señor”. La mitad de ellos están involucrados de manera directa en actividades económicas o financieras: vendedores, compradores, prestamistas, prestatarios, acreedores y deudores. Eso es un alto porcentaje de ocupaciones relacionadas con el dinero. Si la mano de obra actual en América del Norte estuviera repartida en la misma proporción, trabajarían cinco veces más personas en el sector financiero de lo que actualmente lo hacen.

Tampoco es coincidencia –después de todo, no existen las coincidencias en la Biblia– que el tema de la deuda sea mencionado cuatro veces, de una u otra manera, en este pasaje. Un acreedor es lo mismo que un prestamista, un prestatario, lo mismo que un deudor. Por lo tanto, no deberíamos descartar el rol decisivo que pueda jugar, en los últimos días, un sistema financiero y económico basado en deudas.

Apocalipsis dice que los comerciantes del tiempo de Babilonia, la gran ciudad, eran “los grandes de la tierra” (Ap. 18:23). ¿Pero qué sociedad ya había considerado a lo largo de la historia a los comerciantes como «los grandes de la tierra»? Esto confirma un fenómeno interesante del tiempo del fin. Las personas más influyentes de la tierra Tierra ya no serán reyes, filósofos, sacerdotes o políticos, sino comerciantes, es decir, empresarios.

¿Cuándo ha sido esto cierto en la historia de la humanidad, al menos a nivel global? En general, los filósofos y los líderes religiosos eran considerados como las personas más cultas e importantes. El comercio era visto como una actividad de poco interés, por ser terrenal y no celestial. En muchas culturas, incluso, se despreciaba la clase mercantil. La búsqueda de la verdad y la virtud era considerada, para estas culturas religiosas, como el llamado supremo. No obstante, en la sociedad apocalíptica, los comerciantes serán los héroes y los grandes hombres del mundo.

¿Qué debería suceder para que los exitosos comerciantes se conviertan en las personalidades más influyentes a nivel mundial? Es obvio que en los últimos días deberá existir un sistema económico y financiero globalizado. Solo así puede explicarse que los empresarios lleguen a ser los “grandes” de la Tierra. En la actualidad, los líderes de este sistema económico comercial reúnen bienes enormes. Son de fama mundial, muchos los veneran y tratan de emularlos. En nuestro mundo, caracterizado por los medios de comunicación, los adinerados –en su mayoría comerciantes– disfrutan de un muy alto prestigio. Todos conocen a Jeff Bezos, Bill Gates y otros.

La glorificación mediática de los titanes de la economía mundial confirma mi interpretación. Por eso, me animo a decir incluso que Babilonia, la gran ciudad, ya está aquí hoy. Ella es un sistema. El nombre Babilonia no determina cierta ciudad, sino que transcribe el entonces desconocido término sistema –si bien una ciudad bien podría ser el centro de este sistema–.

La Biblia deja en claro que grandes propiedades serán la recompensa para la elite élite que coopere con el Anticristo: “[…] a los que le reconozcan [al Anticristo] colmará de honores, los hará gobernar sobre muchos y repartirá la tierra por un precio” (Dn. 11:39, LBLA). Aquí podemos reconocer un posible paralelo o conexión con las elites adineradas de Apocalipsis 18. Eso no es sorprendente, ya que existen muchas interconexiones entre los libros Daniel y Apocalipsis.

En la lista de los veintiocho artículos comerciales o “tesoros”, mencionados en Apocalipsis 18, los primeros tres son oro, plata y piedras preciosas. Exactamente los mismos tres a los que hace referencia Daniel 11:38 –incluso en el mismo orden–. Allí, Daniel anuncia que el último reino mundial –bajo la dirección del Anticristo– y sus gobernantes, adorará “con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio” a un dios desconocido para sus padres. En ninguna otra parte de la Biblia son mencionados estos metales y piedras preciosas juntos y en este orden. Esto no puede ser coincidencia. Una posible conclusión es que este «dios desconocido» es el falso ídolo que representará la fe de la humanidad en el sistema económico y financiero moderno.

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