¿Está todo bajo control?

Thomas Lieth

El ser humano cree tener todo bajo control, pero la experiencia muestra que no es así. Las gentes actúan como si fueran a vivir para siempre, a pesar de que la muerte es segura. Lemos en el Salmo 90:9-10: “Pues todos nuestros días pasan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un suspiro. Los días de nuestra vida son setenta años; y en los más robustos, ochenta años. La mayor parte de ellos es duro trabajo y vanidad; pronto pasan, y volamos”.

El hombre hace uso de la ciencia y de la tecnología, y se vanagloria: ¡Todo está bajo control! Sin embargo, ¿cómo es la realidad?

Uno de los más modernos submarinos rusos, el orgullo de las decadentes fuerzas armadas soviéticas, se hundió en las olas del mar de Barents y llevó a la muerte a 118 jóvenes marineros. ¡Cómo se enorgullecían ellos de su submarino! Pero no hubo escapatoria, no hubo salida.

Cientos de personas se embarcaron en uno de los más modernos trenes en las montañas suizas. Se trataba de un primor de tecnología, con protección completa contra incendios.              ¿Y entonces? Los vagones se incendian dentro de un túnel y en muy poco tiempo no quedaba nada de ellos, sino solo hierro retorcido y cenizas. Más de 150 pasajeros murieron de forma terrible. También para ellos no hubo salida, no había cómo escapar.

El Concorde fue celebrado como el avión más rápido de pasajeros del mundo. Nunca había ocurrido una sola caída de esa aeronave. El 25 de julio de 2000 llegó la hora: durante el despegue en el aeropuerto Charles de Gaulle en París, el avión se incendió y cayó. En el accidente murieron 113 personas. Para ellos tampoco hubo la posibilidad de huir, de escapar.

O pensemos en el transbordador espacial Challenger, que se desintegró al regresar a la atmósfera terrestre, y murieron todos los astronautas. Otro ejemplo siempre recordado es el Titanic, que era considerado insumergible, pero hoy reposa en el fondo del mar.

Judas Iscariote también parecía tener todo bajo control. Sin embargo, después de haber traicionado a su Señor y Maestro, su conciencia lo atormentó de tal manera que no vio más salida y acabó suicidándose.

A dondequiera que miremos: sin Dios no existe posibilidad de que el hombre escape de su destino sin esperanza. Con Dios, sin embargo, hay cómo huir de ese rumbo que parece inevitable. Jesucristo invita a todos los seres humanos: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y cargados, y yo los haré descansar” (Mateo 11:28).

¿Está todo bajo control? No, es mejor que usted suelte aquello en que confía y busque orientación en la Biblia. En ella encontrará la indicación de la "salida", del único camino para la vida eterna. Jesús dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6).  ¡Acéptelo ahora mismo como su Salvador! Sólo bajo Su control su vida tendrá un rumbo y un feliz destino.

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