El tiempo de Adviento como espejo de la historia de salvación

Norbert Lieth

Todos los años, el tiempo de Navidad es iniciado por los cuatro domingos de Adviento, pensados para preparar a la cristiandad para la celebración de esta fiesta. Si bien sabemos que esos días no tienen origen bíblico, ellos nos pueden servir para aplicarlos alegóricamente a la Venida, es decir a la Segunda Venida, de Jesús. 

El primer Adviento es una imagen de la primera venida de Jesús hace prácticamente 2000 años atrás: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley” (Gá 4:4). En ese momento se habían cumplido condiciones de trascendencia mundial muy específicas para este evento. El Imperio Romano se encontraba en la cumbre de su poder político. A través de una distancia de 80,000 km se extendía la red de carreteras romanas por todos los países del Imperio, en el cual ya casi no había fronteras, de modo que se podía viajar libremente de país a otro. Una lengua unificada facilitaba la comunicación entre los pueblos. Reinaba una paz relativa, y por la cultura común, el mundo de aquel tiempo se unía más. Existía un sistema escolar altamente desarrollado. En todas partes del imperio romano surgieron sinagogas, y a causa de una decepción profunda con los dioses de aspecto humano de los griegos y el culto a los mismos, la gente se abría al mensaje sobre el Dios de Israel. Los acontecimientos del mundo habían sido dirigidos de tal manera, que todo estaba preparado para la venida de Jesús y la propagación de Su Evangelio. Y así sucedió que el mensaje en los primeros cien años se extendió rápidamente “hasta lo último de la tierra” (entonces conocida). 

Una imagen del segundo domingo de Adviento podemos encontrarla en lo que sucedió en Pentecostés. Fue cuando el Señor Jesús a través de Su Espíritu Santo vino a la Iglesia. Desde entonces se aplica irrevocablemente, que toda persona que invoca el nombre del Señor es salva y agregada a la Iglesia de Jesús, porque Cristo entró a su vida como Salvador. 

El tercer domingo de Adviento es una imagen del Arrebatamiento de la Iglesia. Jesús viene en las nubes para llevar a la casa paterna a aquellos que creen en Él y que pertenecen a Su Iglesia. “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Fil 3:20). 

A su vez, el cuarto domingo de Adviento señala la Segunda Venida visible en gloria de Jesús: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la Tierra harán lamentación por Él. Sí, amén” (Ap 1:7). 

En la actualidad otra vez vemos cómo se cumple el tiempo. Se aspira a un gobierno mundial, se busca la paz para el mundo entero, se anhela unidad global y se trata de establecer un nuevo orden mundial. En Europa, todo se trata de una unidad política, cultural y económica. El mundo se integra más, y los acontecimientos mundiales son dirigidos de tal modo, que tienen que servir a la realización del plan divino en cuanto a la Segunda Venida de Jesucristo. 

John F. MacArthur escribió bajo el título “La próxima vez será diferente” lo siguiente: 

“En la primera venida de Jesús:
Vino encubierto en la forma de un niño. 
Mostró una estrella Su venida. 
Trajeron los sabios regalos para Él. 
No había lugar para Él. 
Había solo unos pocos ahí para Su llegada. 
Vino Él como un niñito. 
En la próxima venida de Jesús: 
Será reconocido por todos.
Se iluminará el cielo con Su gloria. 
Traerá Él el galardón para los Suyos. 
No alcanzará el mundo para contener Su gloria. 
Lo verá todo ojo.”

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