El sol de justicia

Norbert Lieth

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.” (Mal 3:20).

Son muy agradables las mañanas de verano, cuando el sol se levanta y la naturaleza despierta: las flores despuntan, los pájaros cantan, y uno está sentado en la terraza desayunando y disfrutando la mañana. Es bello también cuando los agricultores en la primavera dejan salir a sus terneros al aire fresco y al sol, y ellos brincan de alegría. Por algo se dice que el sol “se ríe”. Quizás la luz del sol también sea una razón por la cual la gente de los países más cercanos al Ecuador es generalmente más alegre y despreocupada. El sol le hace bien al ánimo; sin el sol la vida terrenal sería imposible.

La vitamina D es absorbida en un 90% a través de la piel y la retina de los ojos, por medio de los rayos ultravioletas. Especialmente en el invierno esto es muy importante. Una deficiencia de vitamina D puede llevar a diversas enfermedades, como el cáncer, diabetes, trastornos cardio-circulatorios, osteoporosis y depresión. También en esto la Biblia muestra ser correcta cuando dice: “Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol” (Ecl. 11:7).

Cuando una de nuestras hijas nació prematura en Uruguay y uno de sus pulmones aún no estaba desarrollado, los médicos nos mandaron que cada día pusiéramos la niña al sol sin ropita por diez minutos. De modo que el sol es algo positivo; trae salvación bajo sus alas.

El “sol de justicia” es Jesús. Él nos ha traído la salvación perfecta. En Él Dios nos ha regalado todo. Quien cree en Él, puede estar gozoso. Con Él comienza un nuevo día, con Él se nos prende la luz, a través de Él todo comienza a florecer y comienza el crecimiento espiritual. Además de eso, todos los que creen en Su nombre, y se comprometen con Él, en Su segunda venida brillarán en Su justicia y se alegrarán con gran júbilo.

Pasamos por sufrimiento y duelo, somos malentendidos, quizás recibamos hostilidad, tenemos temores y dolores. Cristianos son perseguidos, torturados e incluso asesinados. Pero entonces ellos entran en el descanso y la alegría eternos, en la gloria de Su luz (cp. 2 Ts. 1:7-10). Cuando Jesucristo regrese, el sol se levantará, justicia y sanidad comenzarán a brillar, y en nuestro corazón daremos saltos de alegría.

Alguien dijo: “Una persona que cree en Jesús, ya no vive hacia la muerte, sino que muere hacia la vida”.

El sufrimiento nunca será lo último; al final siempre nos espera el gozo glorioso: “Por la noche durará el lloro, y a la mañana vendrá la alegría… Has cambiado mi lamento en baile; desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría” (Sal. 30:5,11).

No obstante, el versículo de Malaquías 3, citado al principio, se refiere en primer lugar al futuro de Israel. El remanente de Israel primeramente tendrá que pasar por gran aflicción: “ardiente como un horno”, en la cual serán puestos los impíos en el juicio del día del Señor (Mal. 3:19). Este remanente, sin embargo, se convertirá; sobre él se levantará el sol de justicia en la segunda venida del Mesías, y habrá salvación bajo sus alas.

Estos acontecimientos futuros también los señala Isaías: “Y vendrá el Redentor a Sion, y a los que se volvieren de la iniquidad en Jacob, dice Jehová. […] Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Is. 59:20; 60:1-3).

Aquí también podemos consultar Romanos 11:26: “Y luego todo Israel será salvo, como está escrito:

‘Vendrá de Sion el Libertador, que apartará de Jacob la impiedad’”.

Podemos imaginarnos fácilmente la añoranza con que los judíos creyentes en el Mesías durante la gran tribulación esperarán la aparición de su Salvador, y con eso el levantarse del sol de justicia, que hará comenzar la nueva era del reino mesiánico: “Mi alma espera a Jehová más que los centinelas a la mañana, más que los vigilantes a la mañana. Espere Israel a Jehová, porque en Jehová hay misericordia, y abundante redención con él; y él redimirá a Israel de todos sus pecados” (Sal. 130:6-8).

El último capítulo de la Biblia también señala este comienzo de un nuevo día: “Yo, Jesús, he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana” (Ap. 22:16).

La estrella de la mañana anuncia el pronto amanecer, el comienzo de un nuevo día. Jesús es tanto la estrella de la mañana como también el sol de justicia. Cristo regresa en gloria y Él traerá Su luz a este mundo. En aquel día se alegrarán con júbilo aquellos que han esperado Su venida.

“El que da testimonio de estas cosas dice: ¡Ciertamente vengo en breve! ¡Amén; sí, ven, Señor Jesús!“ (Ap. 22:20).

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