El condimento más importante

Elia Morise

El condimento más importante es nuestro testimonio de una vida llena del Espíritu Santo. ¿Cuáles son sus cualidades y qué lo debilita? Una visión general al respecto.

El Señor dijo a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y pisoteada por los hombres” (Mt. 5:13). Las palabras “vosotros sois” son una invitación de Dios a cada uno de nosotros, “…quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos” (2 Ti. 1:9). Los cristianos tienen un valor divino, pues son “la sal de la tierra”. Pedro escribe: “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 P. 2:9). Sin embargo, esta alta vocación fuera del propósito de Dios puede agravar las cosas, ya que la sal insípida no es buena: “…mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis?” (Mc. 9:50). La palabra griega para “insípido” puede traducirse también como “tontería”. Cuidémonos entonces de no volvernos insípidos a causa de la estupidez espiritual.

Las cualidades de la sal

Somos llamados a ser sal, pues Dios nos ha dotado de un valor divino en la redención. Sin embargo, ¿por qué Jesús nos compara con este condimento? Porque esta significativa especia, la más importante, tiene cualidades que simbolizan la vida fructífera de un cristiano:

1. Está disponible en todas partes: “Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mt. 9:35). Así como nuestro Señor, también nosotros recorremos todos los pueblos y ciudades. Los cristianos están en todas partes con el propósito de difundir el evangelio sanador.

2. Es barata: “…sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios” (1 Co. 1:27).

3. Es insustituible, y eso la hace única: “¿Se comerá lo desabrido sin sal?” (Job 6:6). Igual de insustituibles y únicos son los cristianos, portadores de las Buenas Nuevas en la tierra.

4. Tiene un gran efecto incluso en pequeñas cantidades: “Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades […]. Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes” (Lc. 9:1, 6).

5. Es blanca, simbolizando la pureza: “Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” (1 P. 1:15). Cristo nos ha limpiado y santificado a través de su sangre, con el fin de que vivamos puros y santos para Él.

6. La sal molida simboliza la mansedumbre: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley” (Gá. 5:22-23).

7. La belleza de los cristales simboliza un corazón lleno del Espíritu Santo: “…eligieron a Esteban, varón lleno de fe y del Espíritu Santo […]. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios” (Hch. 6:5; 7:55).

8. Es un conservante, por lo tanto, representa el servicio de los cristianos en y para el mundo: “Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo” (Hch. 27:24).

9. Trabaja de manera silenciosa: así llama Dios a su pueblo, “…en quietud y en confianza será vuestra fortaleza” (Is. 30:15). Al igual que lo hizo Cristo: “No contenderá, ni voceará, ni nadie oirá en las calles su voz” (Mt. 12:19).

10. Se disuelve sola: esta es una imagen de la abnegación a la que estamos llamados según el ejemplo de nuestro Señor: “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mt. 16:24).

11. Da sed: como la mujer samaritana en el pozo de Jacob, los cristianos despiertan en la gente sed de agua viva: “Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será este el Cristo? […] [,] y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo” (Jn. 4:28, 29, 42).

12. La sal da sostén: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gá. 6:2).

13. En la Biblia es un símbolo de gratitud, pues estamos agradecidos por el don de la salvación: “Siendo que nos mantienen del palacio, no nos es justo ver el menosprecio del rey, por lo cual hemos enviado a hacerlo saber al rey…” (Esd. 4:14).

14. Servía como imagen de la alianza con Dios en las regulaciones de los sacrificios levíticos: “Y sazonarás con sal toda ofrenda que presentes, y no harás que falte jamás de tu ofrenda la sal del pacto de tu Dios; en toda ofrenda tuya ofrecerás sal” (Lv. 2:13).

Por qué la sal se vuelve insípida

Estas maravillosas cualidades deben hacerse visibles en nuestras vidas a través del poder del Espíritu Santo. Sin embargo, el testimonio de un creyente puede debilitarse. ¿Cuál es la razón? ¿Cuándo se vuelve insípida la sal?

1. Cuando se almacena en el lugar equivocado: “Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo” (2 Co. 6:17). Por lo tanto, no debemos “almacenar” nuestras vidas en donde hay impureza y pecado.

2. Cuando se mezcla: esta es una imagen de cómo influyen las falsas enseñanzas. Por ejemplo, el piadoso rey Josafat contrajo parentesco con Acab, un rey impío (2 Cró. 18:1): “No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres” (1 Co. 15:33).

3. Cuando se le añade impurezas: “Efraín está ligado a los ídolos” (Os. 4:17).

Podemos encontrar un triste ejemplo de una sal insípida en la vida de Lot. Primero se va con Abraham (Génesis 12:4), haciéndose muy rico (Génesis 13:5). Luego lo deja (Génesis 13:12) y levanta su tienda en la ciudad impía de Sodoma (Gn. 13:12). Dios juzga a Sodoma y a Gomorra (Génesis 19:24), por lo que Lot tiene que huir, perdiendo a su mujer, la que se convirtió en estatua de sal por mirar hacia atrás (Génesis 19:26). Las hijas de Lot resultaron estar corrompidas moralmente (Génesis 19:31) y sus nietos pasaron a ser su vergüenza: Moab significa ‘del padre’ y Ben Ammi ‘hijo de un pariente’. El viaje de Lot comenzó bien, como la sal en la boca. Con Abraham vivió una gran prosperidad, sin embargo, terminó en la impotencia absoluta, como la sal que no sirve para nada, más que para ser pisoteada.

Sin embargo, hay esperanza para la sal insípida, solo hay que ubicarla en un nuevo recipiente, en el de la obediencia: “Entonces él dijo: Traedme una vasija nueva, y poned en ella sal. Y se la trajeron” (2 R. 2:20). Por lo tanto, prestad atención a la palabra de nuestro Señor e imitadle para que podamos ser el condimento más importante de este mundo: “Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros” (Mc. 9:50).

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