El Arrebatamiento, Hechos y Mitos - Parte 1

Ed Hindson, Mark Hitchcock

La profecía tiene mala reputación por varias razones [...] por las muchas predicciones erradas de almas bien intencionadas, pero mal orientadas. Erwin W. Lutzer

A la mayoría de nosotros nos gustaría creer que Jesús vendrá durante el período de nuestra vida. Pero aun si esperamos el regreso del Señor, debemos ser conscientes de que este entusiasmo escatológico puede estar muy cerca del pánico profético. Cada vez que puede apreciarse una “luna de sangre” en Oriente Medio o surge una nueva guerra, los “oportunistas proféticos” aprovechan para convencernos de que el momento ha llegado. Si bien han transcurrido ya veintiún siglos de un esfuerzo de la Iglesia por comprender la profecía bíblica de manera profunda y verdadera, los especuladores contemporáneos afirman a menudo haber descubierto el tiempo en que sobrevendrán los días postreros y el regreso de Cristo –¡algunos incluso se animan a anunciar una fecha exacta!–.

Estas especulaciones escatológicas son aceptadas sobre todo por creyentes nuevos, empujados por el entusiasmo de su nueva fe y la promesa del regreso de Cristo. Estos creen con sinceridad en la Biblia, pero a menudo la interpretación que de ella hacen exagera lo que enseña en verdad la Palabra. Quieren creer que viven en los días postreros y que los acontecimientos actuales tienen un gran significado profético. El problema radica en cómo algunos cristianos leen las profecías futuras desde una perspectiva del presente. Todo esto resulta en una cantidad de conjeturas mal calculadas, basadas en falsas suposiciones.

Por supuesto, no estamos afirmando con esto que no está bien que los cristianos tomen en serio la doctrina de la segunda venida de Cristo. La Escritura dice, en un sentido literal, que Cristo un día regresará a la Tierra con el fin de llevar a la Iglesia y juzgar al mundo. Podemos diferir tal vez en cuanto al cuándo y al cómo de su regreso, pero aun así estamos convencidos de que regresará tal como lo prometió.

No obstante, debemos discernir de manera correcta las doctrinas sobre el regreso inminente de Cristo. Sí, es correcto creer que puede venir en cualquier momento. A no ser por algunas pocas excepciones, la mayoría de los cristianos evangélicos esperan un pronto regreso del Señor. Esta esperanza es de gran consuelo y llena de expectativas a la Iglesia, pero también puede llevarla con facilidad hacia especulaciones exageradas. Algunos ejemplo, clásicos que ilustran esta verdad son el libro 88 Reasons Why the Rapture Will Be in 1988 de Edgar Whisenants (88 razones por la que el Arrebatamiento será en 1988), los anuncios de periódico de una secta coreana que predijo el regreso de Cristo para el 22 de octubre de 1992, las extendidas alarmas que generó la venida del año 2000 y la Cronología 2000 de J. M. Hiles, la notoria “profecía del fin del mundo” de Harold Campings que anunciaba el rapto para el 21 de octubre de 2011, el día del juicio final del calendario de los Mayas para el 21 de diciembre de 2012 y las cuatro lunas de sangre del 15 de abril y 8 de octubre de 2014 y del 4 de abril y 27 de septiembre de 2015.

A causa de su falta de conocimiento en estos asuntos, los nuevos creyentes a menudo adoptan ese tipo de predicciones sin cuestionarlas. Muchos de ellos conocen muy poco la Biblia, y menos aún la profecía bíblica. En la mayoría de los casos, aceptan la postura escatológica que tenían cuando aceptaron a Cristo. Se dicen a sí mismos: “Después de todo, si mi iglesia tiene claro el tema de la salvación, también lo tendrá en los asuntos proféticos”. Incluso algunos pastores con suficiente formación teológica han caído en el fraude escatológico de la actualidad.

Hubo, durante el siglo xx, incontables especulaciones proféticas que, además de ser inexactas, nunca se cumplieron. Del mismo modo surgió la moda de identificar a los importantes líderes mundiales con el Anticristo de los días postreros.

El emperador Guillermo (César Guillermo en alemán) tuvo la intención de conquistar toda Europa y reunificar el antiguo Imperio romano, pero al perder la Primera Guerra Mundial, no cumplió con las expectativas de los especuladores proféticos.

Benito Mussolini, el hombre fuerte de Roma, llegó al poder luego de la Primera Guerra Mundial, siendo considerado, mucho antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial, como el Anticristo venidero. Después de todo, él estaba en Roma, donde podía forjar una alianza con el Papa para provocar el resurgimiento del antiguo Imperio romano.

Adolf Hitler se convirtió en la personificación del mal. Persiguió y asesinó a unos seis millones de judíos e intentó conquistar toda Europa. Durante la Segunda Guerra Mundial se alió con Mussolini, pero ambos fueron en última instancia vencidos y destruidos.

Iósif Stalin era un líder ateo de la Unión Soviética que llegó a aliarse con Hitler durante la Segunda Guerra Mundial, pero que se trataba en el mejor de los casos de un aliado inseguro. Consolidó su poder en la Unión Soviética durante los primeros años de la Guerra Fría y fue responsable por el asesinato de millones de compatriotas.

Nikita Jrushchov era un hombre grande y calvo que dirigió la Unión Soviética. Tenía un carácter directo. Una vez, golpeando una mesa con su zapato, amenazó con enterrarnos a todos, pero se equivocó.

John F. Kennedy era visto por los fundamentalistas anticatólicos de los años 60 como el candidato principal para el Anticristo. Ellos afirmaban que el presidente engañaría a la población estadounidense, formaría una alianza con el Papa y conquistaría el mundo.

Mijaíl Gorbachov era señalado por los extremistas a causa de la mancha de nacimiento que tenía en su frente, la que interpretaban como una posible “marca de la bestia”. Decían que su ofrecimiento de paz, la perestroika y la glásnost eran demasiado buenos para ser reales, por lo que era preferible desconfiar.

Ronald Wilson Reagan fue considerado, a pesar de ser el favorito de la nueva derecha, un candidato para el Anticristo, simplemente porque cada uno de sus nombres se componía de seis letras, lo que algunos relacionaron con el número 666 (véase Apocalipsis 13:18).

Sadam Husein, el jefe de Estado irakí, sería para estos especuladores quien firmaría un tratado de paz con Israel, solo para romperlo más tarde y renovar su enemistad con la Tierra Prometida.

Bill Clinton fue considerado como el Anticristo por muchas personas, quienes creían además que Al Gore era un falso profeta de una nueva religión.

Otros candidatos a cubrir el puesto de Anticristo fueron Henry Kissinger, Margaret Thatcher, Borís Yeltsin, George W. Bush, Hillary Clinton y Barack Obama. El problema con este tipo de identificaciones es que siempre resultan temporales –vistos a través del lente cultural y político de la época–, y a pesar de haber sido populares en su tiempo, hoy no pueden ser consideradas más que afirmaciones ridículas.

A menudo, nos encontramos en la interpretación de la profecía bíblica con un problema de análisis, ya que en general las personas tienden a ver los eventos proféticos con los lentes de su propia experiencia personal. Los alemanes lo llaman Zeitgeist, un estado de ánimo o reacción a ciertas situaciones existentes. Quien pretende interpretar la profecía bíblica se expone siempre al peligro de alejarse de los hechos bíblicos y acercarse a sus propias suposiciones y especulaciones. Si miran el futuro a través de los ojos del presente, sus interpretaciones especulativas pueden, en definitiva, parecer reales. Eso lleva a que, en lugar de rechazar las especulaciones proféticas por lo que son, muchos cristianos se dejen engañar por ellas. Todo aquel que afirme haber descubierto la fecha de la venida de Cristo y la identidad del Anticristo declara saber más que los autores bíblicos. Daniel Mitchell, profesor de teología en la Universidad de Liberty, dijo: “Las especulaciones sobre el regreso de Cristo no solo producen una mala teología […], también retoman una vez más el pecado original: se intenta saber tanto como Dios”.

Desde el tiempo de los apóstoles, la expectativa de que el arrebatamiento puede darse en cualquier momento ha sido para los creyentes una gran fuente de esperanza y consuelo. ¡Todo aparente retraso no se debe a la indecisión de Dios, sino al hecho de que no se nos ha revelado la fecha! Entretanto, somos exhortados a “[…]estad firmes y retened la doctrina [de los apóstoles]” (2 Ts. 2:15), para que seamos fortalecidos “[…] en toda buena palabra y obra” (v. 17). Este pasaje es una evidencia de que la enseñanza del apóstol Pablo no es diferente a la de Jesús, quien nos exhortó a velar, a estar listos y a servir hasta su regreso (Mateo 24:42-46).

Piense en el siguiente principio básico: diferenciar entre los hechos de la profecía y las conjeturas y suposiciones que interpretamos de estos. Si bien a todos nos gustaría creer que nuestro Señor regresará en nuestro tiempo de vida, resulta muy pretencioso partir de la base de que somos la última generación –aun cuando todas las señales parezcan indicarlo–. Jesús podría venir hoy mismo, pero una vez más: también es posible que falten años o incluso décadas para su regreso. Solo el Padre conoce el tiempo exacto de su venida.

Una de las tareas más difíciles en la interpretación de la Palabra de Dios es determinar cómo entender las profecías de los últimos tiempos. Alan Bandy y Benjamín Merkle señalan que casi siempre que los exégetas de la profecía insisten demasiado en hacer aplicaciones contemporáneas, pasan por alto el significado inicial del texto profético. En primer lugar, debemos tener en cuenta que en el tiempo de Jesús muchas profecías acerca de su primera venida habían sido malinterpretadas; por esta razón, no debemos suponer que conocemos todos los detalles con respecto a su segunda venida. En segundo lugar, debemos evitar la tentación de leer las profecías futuras con los ojos del presente.

Es lamentable que en la actualidad sigan habiendo especulaciones imprudentes. Algunos de los escenarios más violentos que pueden ser concebidos han sido fuertemente propagados. Las especulaciones proféticas responden  a menudo a una vigorosa defensa ante las obvias amenazas externas. Eso es así hoy día, sobre todo a causa del extremismo islámico. Desde el 11 de septiembre circulan numerosas y renovadas teorías sobre los días postreros, entre ellas, que el Anticristo tendrá raíces musulmanas.

Existe una gran multitud de especulaciones sobre la fecha del arrebatamiento, la identidad del Anticristo y el comienzo de la batalla del Armagedón. En nuestro esfuerzo por dar sentido a todos estos hechos, proponemos los siguientes puntos:

Acontecimientos
Existen claras afirmaciones proféticas al respecto. Cristo vendrá otra vez por los suyos (Juan 14:13-17), los creyentes serán arrebatados (1 Tesalonicenses 4:13-17), en el fin de la era habrá un tiempo de gran tribulación en la tierra (Mateo 24:21-22); Cristo ganará la batalla final (Apocalipsis 19:11-21), juzgará a los perdidos (Apocalipsis 20:11-15) y reinará tanto en la Tierra como en el cielo (Apocalipsis 20-22).

Extracto del libro: “Esperamos en vano al arrebatamiento”.

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