Cuando suene el gran Aleluya

Norbert Lieth

En ninguna de las cartas apostólicas aparece el “Aleluya” del Antiguo Testamento. Recién al final del Apocalipsis vuelve a sonar. Esto señala una verdad profunda de la historia de la salvación.

En Apocalipsis 19, el cielo estalla en júbilo con motivo de la segunda venida de nuestro Señor en gran poder y gloria: “Y oí como la voz de una gran multitud, cómo el estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía: ¡aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!” (v.9). 

¿Cómo les enseñó a orar nuestro Señor Jesús a Sus discípulos? Herbert Jantzen traduce el Padre Nuestro así: “Nuestro Padre, que estás en los cielos: santificado sea tu nombre. Tu reino venga. Tu voluntad suceda, como sucede en el cielo, así también suceda en la tierra” (Mt. 6:9-10). Cuando nuestro Señor venga, habrá llegado el momento: “¡Aleluya! Porque el Señor, Dios, el Todopoderoso, ha asumido el reinado!”. Jesús, como Dios el Hijo, en Su segunda venida trae el reinado divino a la Tierra. 

Cuando el Señor Jesús celebró la última pascua con Sus discípulos e instituyó la Santa Cena en el Nuevo Pacto, Él cantó con ellos la alabanza: “Y cuando hubieron cantado el himno, salieron al monte de los Olivos” (Mt. 26:30). Esta alabanza consistía de los llamados “Salmos Hallel”, los salmos Aleluya 113 al 118. En Salmo 116:13, por ejemplo, dice: “Tomaré la copa de la salvación, e invocaré el nombre de Jehová”. 

En este contexto, el Señor Jesús también les dijo a Sus discípulos: “Y os digo que desde ahora no beberé más de este fruto de la vid, hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mt. 26:29). Con esto, dio la garantía de que Él volvería para establecer el reinado. Por esta razón, en el tiempo intermedio de la Iglesia, no suena ningún Aleluya (es decir, no lo encontramos en ninguna de las cartas apostólicas). Recién en el Apocalipsis que anuncia Su reinado sobre Israel, nuevamente es cantado el Aleluya. 

Cuando se presentó el “Mesías” de Händel, cuando sonó el gran “Aleluya”, el rey británico y todos los presentes se pusieron de pie. Y así será cuando suene el gran Aleluya en el final de la historia de la salvación, cuando el Señor Jesucristo inicie Su reinado. Todo el mundo se pondrá de pie. 

“Los reyes de la tierra y todos los pueblos, los príncipes y todos los jueces de la tierra; los jóvenes y también las doncellas, los ancianos y los niños. Alaben el nombre de Jehová, porque solo su nombre es enaltecido. Su gloria es sobre tierra y cielos. Él ha exaltado el poderío de su pueblo; alábenle todos sus santos, los hijos de Israel, el pueblo a él cercano. Aleluya” (Sal. 148:11-14). 

El tiempo de la Iglesia, entre la última cena y Su segunda venida, ha sido superado y ahora el Señor otra vez tomará del fruto de la vid, porque la boda del Cordero ha llegado.

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