Controversia en Jerusalén: Israel entre mentira y verdad – Parte 2

Johannes Pflaum

El tratado de paz de Oslo del 13 de setiembre de 1993, tampoco refiere al estatus de Jerusalén. Según el tratado, la jurisdicción palestina no alcanza a Jerusalén. La ciudad no es parte de la autonomía palestina y el tema debe ser negociado aparte.

Desde la fundación del Estado de Israel en 1948 hasta el año 1994, el Vaticano no mantuvo ninguna relación diplomática con Israel. Esto posiblemente tuvo que ver con la falta de visión bíblica en cuanto al futuro de Israel. Movido por el tratado de Oslo, el Vaticano inició en 1994 sus relaciones diplomáticas con Israel y al mismo tiempo con la Organización de Liberación Palestina (OLP).

Después de la resolución de dividir la región que estaba bajo el mandato británico en 1947, el Papa Pío XII exigió la internacionalización de Jerusalén como lugar sagrado de las religiones monoteístas. Detrás de esta demanda estaba la reivindicación de la iglesia católica de Jerusalén, la cual sigue manteniendo hasta hoy.

Cuando Jerusalén oriental fue reconquistada en 1967 por Israel, también el Papa Pablo VI pidió un estatus internacional especial para Jerusalén. Otra vez es interesante leer lo que dicen en este contexto los protocolos del parlamento austríaco del 23 de junio de 1967. En ellos, se menciona una petición de parte de la Santa Sede llamando a la internacionalización de Jerusalén. En el mismo protocolo se afirma que el gobierno federal austríaco ya había tomado la decisión de apoyar la petición del Papa, el día 9 de junio de ese mismo año.

También el observador permanente de la Santa Sede en la ONU, Monseñor Giovanetti, dijo al respecto: “Austria debe abogar activamente para que sea incluido en una probable resolución intermedia acerca del problema de la crisis de Medio Oriente, un párrafo sobre la necesidad de crear un régimen especial para los sitios santos”.

El 30 de agosto de 1967, el arzobispo greco católico Capucci visitó la embajada austríaca en Beirut y entregó al embajador un manifiesto de parte de altos dignatarios cristianos y musulmanes. En el mismo se subrayaba el carácter árabe de Jerusalén y se leía que Jerusalén seguía siendo parte inseparable de Jordania. ¿Qué decir ante tanta ceguera? Este ejemplo muestra claramente adónde uno puede ser llevado cuando pierde de vista el significado bíblico de Jerusalén.

En el año 2000, el Vaticano hizo un acuerdo básico con el gobierno palestino, pidiendo nuevamente un estatus internacional para Jerusalén. No es de asombrar entonces que, enseguida después del reconocimiento de Jerusalén de parte de Trump, tomara la palabra el Papa Francisco mostrando algo de la verdadera cara del papado y de Roma. El 6 de diciembre de 2017 expresó que consideraba una mala idea el reconocimiento de Jerusalén por Estados Unidos. En un comunicado de Radio Vaticano se escuchó lo siguiente:

“Francisco llamó a las naciones a esforzarse por ‘proteger el estatus de la ciudad, tal como lo prevén las correspondientes resoluciones de la ONU’. La ciudad, que según el Derecho internacional está dividida, está siendo reivindicada como capital tanto por los israelíes como por los palestinos. ‘Jerusalén es una ciudad extraordinaria, sagrada para judíos, cristianos y musulmanes’, hace recordar el Papa, ‘y ella tiene una vocación especial para la paz’. Dice que ora para que esta identidad ‘sea guardada y reforzada para el bienestar de la Tierra Santa, de Medio Oriente y de todo el mundo’, y que se necesitan ‘sabiduría y prudencia, para que no se formen nuevos elementos de tensión en un panorama mundial que ya está caracterizado por tantos conflictos crueles’”.

Conforme a esta noticia, Francisco se comunicó por teléfono con el presidente palestino Abás, para intercambiar con él sus pensamientos acerca del tema. Sin embargo, nada se escuchó de algún contacto telefónico con el primer ministro israelí Netanyahu.

En 2001, Ikrima Sabri, que había sido elegido Gran Muftí de Jerusalén por las autoridades palestinas, declaró en una entrevista con el diario alemán Die Welt que no existía ni la mínima señal de que en algún momento hubiera habido un Templo judío en Jerusalén. Según él, en toda la ciudad no había ni una sola piedra que señalara algo de historia judía.

El jeque Raed Salah, uno de los líderes del movimiento islámico en Israel y sospechoso de mantener contactos con Hamás y con el servicio secreto iraní, señaló también: “El movimiento sionista se puso en la cabeza que este es el lugar en el cual estuvo el Templo de Salomón. Pero esto es una mentira”.

Hoy en día se escucha una y otra vez esta retórica islámica. Pero con ella el mundo islámico se contradice permanentemente. En un libro publicado en 1930 por el Consejo Supremo Musulmán, se puede leer que el monte del Templo es uno de los más antiguos sitios sagrados en el mundo y que allí estuvo el Templo de Salomón. También el Corán refiere a la época de Salomón y a la destrucción del Templo.

Para poder llevar a cabo la construcción de una gran mezquita subterránea en el monte del Templo, los palestinos simplemente han volcado grandes cantidades de capas de tierra de sumo valor ar­queo­lógico en un vertedero. En ocasión de una visita a Israel hace algunos años, pude personalmente documentar con fotos cómo se llevaban en pequeños tractores los escombros y las tierras sacados de un sitio cercano al monte del Templo. Los remolques estaban cubiertos por lonas. Probablemente se trataba de tierra del monte del Templo sacada del lugar en el transcurso de las obras de construcción.

Como ya mencionamos, Jerusalén ocupa un lugar de mucha importancia en el libro de Zacarías. En el capítulo 1, el Señor de los ejércitos dice que cela a Jerusalén con gran celo. En el capítulo 12:1-3 leemos: “Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho: he aquí yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella”.

Dios muestra Su poder absoluto como Creador, como de quien vienen todas las cosas y quien está encima de todo. Así como Él creó todo y estableció las leyes de la naturaleza, actúa ahora con Jerusalén. “He aquí” también se puede traducir por “atención” o “cuidado”: “He aquí (atención, cuidado) yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor (…) en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos” (Zac. 12:2-3).

Los sucesos en Zacarías 12 están en directa relación con el regreso de Jesucristo y con la salvación de Israel. El teólogo y autor Benedikt Peters traduce la expresión “copa que hará temblar” por: “palangana que hará temblar”. Explica lo siguiente en un estudio sobre este texto:

“La palabra saf no expresa solamente una copa (…) sino más bien una palangana, contrariamente a la palabra kôs, “copa”, usada en Jeremías 25:15-16. En Zacarías, el énfasis está en que nadie puede tomar todo lo que está en la palangana, como tampoco cargar la piedra pesada (v.3). Por eso, debe ser una fuente grande. Las naciones se mofaron de Israel cuando tuvo que tomar el cáliz de ira de Dios, como podemos leer en Ezequiel 23:32-33. Pero ahora, ellas mismas lo deberán tomar (comp. Habacuc 2:15-16). Y es precisamente a Jerusalén que Dios pone como palangana que hará temblar. Por esta ciudad las naciones se embriagarán. El afán por aniquilar a sus habitantes y por poseer esta ciudad, embriagará a los vecinos de Israel como una bebida alcohólica. La obsesiva idea de que la aniquilación de Israel traerá por fin la paz al mundo, llevará a las demás naciones a la guerra. Sin embargo, su embriaguez dará lugar a una tremenda desilusión: demasiado tarde se darán cuenta de que se enfrentaron con el mismo Dios de Israel”.

El versículo 3 habla de una piedra pesada. Es una piedra con la cual uno no quisiera medir sus fuerzas. Los suizos entienden muy bien de qué se trata, pues tienen una fiesta tradicional, el festival de Unspunnen, cerca de Interlaken, en el cual se levanta y se lanza una piedra de 83.5 kilos. El récord suizo es de 4.11 metros, pero un hombre sin práctica en este deporte probablemente tan solo se lastimaría las manos y se haría una hernia discal. Los hombres fuertes y ejercitados, sin embargo, logran levantar y tirar la llamada “piedra de Unspunnen”.

El problema de Jerusalén será una piedra pesada para todas las naciones, no solamente para los vecinos mencionados en el versículo 2. Todos querrán levantarla y no lo lograrán, sino que resultará en su destrucción.

Jerusalén será una copa que hará temblar a todos los pueblos alrededor de Israel y una piedra pesada para todas las naciones. Desde la resurrección del Estado de Israel en el año 1948, este escenario va tomando formas cada vez más claras. En aquel mismo año, Jerusalén oriental fue ocupada por Jordania, contra el Derecho internacional. Después de casi 2500 años, en 1967 la parte oriental de Jerusalén, con el Muro Occidental o Muro de los Lamentos y el monte del Templo, volvió a ser parte de un Estado judío independiente. (Desde 586 a. C., Israel y Jerusalén han estado bajo dominación extranjera, con excepción de breves episodios de revolución a cargo de los macabeos y Bar-Kojba). Esta es la razón por la cual los vecinos árabes y todo el mundo islámico, se sienten tan escandalizados por la situación de Jerusalén desde 1967.

A continuación, la ciudad ha sido una y otra vez escenario de violentos conflictos. El 8 de octubre de 1990 tuvieron lugar sangrientos choques en el monte del Templo, relacionados con la guerra de Irak. Como consecuencia de este suceso, por primera vez en su historia Israel fue aislado completamente del consejo de seguridad de la ONU a través de la resolución 672. Incluso Estados Unidos, en aquel entonces, votó en contra de Israel. En el tratado de Oslo en 1993, el tema Jerusalén fue explícitamente excluido. Cuando en septiembre del 2000, el primer ministro israelí de aquel entonces, Ariel Sharon, visitó el Monte del Templo, este hecho fue comprendido por los palestinos como una provocación, y llevó a la segunda intifada.

De la misma manera, las mencionadas exigencias de una internacionalización de Jerusalén son una tentativa de levantar esta piedra pesada. En Miqueas 4:11-12 leemos: “Pero ahora se han juntado muchas naciones contra ti, y dicen: sea profanada, y vean nuestros ojos su deseo en Sion. Mas ellos no conocieron los pensamientos de Jehová, ni entendieron su consejo; por lo cual los juntó como gavillas en la era”. En otras palabras: los pueblos que se entrometen en el problema de Jerusalén sin indagar lo que hay detrás del conflicto, son ciegos al verdadero trasfondo del asunto. Con esto, finalmente se irán precipitando hacia el juicio de Dios.

Así, por ejemplo, después del reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel, la Unión Europea enseguida levantó su voz en protesta. Después de un encuentro con el primer ministro de Israel, Netanyahu, la alta representante de esta organización, Mogherini, dijo clara y explícitamente que para la Unión Europea, un reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel era inaceptable. Agregó que considera un peligro el reconocimiento realizado por Estados Unidos, y no una oportunidad para la paz mundial.

Ya sea la canciller alemana Angela Merkel o el primer ministro francés Emmanuel Macron, todos se distanciaron y criticaron la decisión de Trump acerca de Jerusalén. El presidente turco Erdogan incluso habló de la línea roja que significa la cuestión de Jerusalén para los musulmanes y amenazó con interrumpir las relaciones diplomáticas con Israel. Además, Erdogan llamó a los Estados a reconocer a Jerusalén como “capital de Palestina”, basándose en un supuesto derecho internacional que había que defender.

El 18 de diciembre de 2017, un proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU fracasó por el veto de Estados Unidos. Con esta resolución, la decisión del gobierno de Estados Unidos acerca del reconocimiento de Jerusalén iba a ser declarada jurídicamente inválida. A favor del fracasado proyecto del Consejo de Seguridad votaron los miembros permanentes Francia, Inglaterra, China y Rusia, y también los miembros no permanentes Egipto, Japón, Senegal, Ucrania, Uruguay, Etiopía, Bolivia, Kazajistán, Suecia e Italia.

El 21 de diciembre de 2017, la Asamblea General de Naciones Unidas votó con gran mayoría a favor de una resolución que afirma, entre otras cosas, que “la cuestión de Jerusalén es un asunto que habrá que resolver por medio de negociaciones acerca de su estatus definitivo y sobre la base de las pertinentes resoluciones de las Naciones Unidas”. El documento lamenta profundamente las recientes decisiones acerca del estatus de Jerusalén (refiriéndose, sin nombrarlo, al reconocimiento oficial de Jerusalén como capital de Israel de parte de Estados Unidos) y confirma que “todas las decisiones y actuaciones que pretendieron cambiar la imagen, el estatus o la composición demográfica de la Ciudad Santa Jerusalén, son nulas e inválidas y deben ser revocadas bajo observancia de las pertinentes resoluciones del Consejo de Seguridad”. Llama “a todos los Estados a no establecer ninguna representación diplomática en la Santa Ciudad de Jerusalén conforme a la resolución 478 (1980) del Consejo” y exige que “todos los Estados se atengan a las resoluciones del Consejo de Seguridad concernientes la Ciudad Santa Jerusalén y no reconozcan ninguna acción ni medida que vaya en contra de las mismas”.

De los 193 países, 128 votaron a favor de la resolución, 35 se abstuvieron y 9 países votaron en contra. Además de Estados Unidos, estos últimos fueron Guatemala, Honduras, las islas Marshall, Micronesia, Nauru, Palau y Togo. Legalmente, esta resolución no tiene carácter obligatorio, pero demuestra cuál es la posición de los pueblos en cuanto a Jerusalén.

Desde 1948, Jerusalén es como un volcán durmiente: una y otra vez aisladas erupciones anuncian una gran erupción. Las distancias se acortan, los temblores se intensifican. El 6 de diciembre de 2017 fue una erupción más. Sin embargo, no queremos especular sobre cómo seguirá este proceso. Zacarías 12 y 14 muestran claramente que la “erupción” definitiva en este tema estará en directa relación con el regreso visible del Señor Jesús. Pero como la Iglesia será arrebatada antes de Su regreso visible (independientemente de si ubicamos el arrebatamiento antes o durante la época de tribulación), el “he aquí”, es decir, “atención, cuidado” de Zacarías nos lleva a otro pasaje bíblico. En Apocalipsis 22:12 leemos: “He aquí (¡Atención! ¡Cuidado!) yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.

Bibliografía
Bard, Mitchell G. Behauptungen und Tatsachen. Editorial Hänsler-Neuhausen
Keller, Werner. Und wurden zerstreut unter alle Völker. R Brockhaus
Oppenheimer, John F. editor Lexikon des Judentums. Editorial Bertelsmann
Peters, Benedikt. Der Prophet Sacharja. Editorial CLV-Bielefeld
Steiniger, Rolf, editor Bericht aus Israel 1966-1968. Tomo 9. Editorial Olzog

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