Certidumbre a pesar del caos

Nathanael Winkler

La profecía bíblica habla acerca de tiempos funestos, de una crisis de ignorancia, una seudoseguridad y una apostasía en el cristianismo que se dará justo antes del fin. ¿Dónde estamos hoy respecto a estos eventos? A continuación, presentaremos un estudio de la profecía aplicada a nuestra actualidad.

Ya hemos vivido y seguimos viviendo tiempos turbulentos: la enfermedad del coronavirus, el encierro, la vacunación, la invasión rusa a Ucrania, el temor a una guerra nuclear, la crisis energética, la inflación, el auge de la religión climática, el creciente movimiento LGTB+, entre otros. Sin duda, todo esto nos causa ansiedad; sin embargo, si entendemos la profecía bíblica vinculada a los últimos días, es posible ubicar en ella nuestro tiempo actual. Para muchos creyentes vivimos en la última época o justo antes del final de los últimos tiempos. Una clara señal —ignorada cada vez más por los círculos cristianos— es la restauración del pueblo de Israel en la territorio prometida por Dios a Abraham, Isaac y Jacob. La Biblia nos da mucha información concerniente a los eventos de los últimos días. Y a este respecto, examinaremos cuatro declaraciones proféticas para compararlas con nuestro tiempo actual.

1. Tiempos funestos
El apóstol Pablo dice en 2 Timoteo 3:1-5: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a estos evita”. La palabra griega chalepoi, utilizada para “tiempos peligrosos” puede hallarse también en Mateo 8:28 traducida como “feroces”: “Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino”. Lo mismo ocurrirá en los últimos tiempos, cuando el mal sea cada vez más dominante. Los últimos días serán peligrosos; el diablo y los poderes malignos despertarán y seducirán a las personas, quienes actuarán en consecuencia. Es por este motivo que Pablo nos exhorta, diciendo: “a estos evita”. No debemos adaptarnos al espíritu maligno de esta época.

2. Crisis de ignorancia
Lucas 17:26-27 dice: “Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos”.

Como en los tiempos de Noé, el último tiempo antes del fin se caracterizará por la indiferencia, sobre todo hacia Dios. Los hombres levantarán banderas que dirán: “Dios ha muerto”, “Dios no existe”, “Yo soy Dios”. Hebreos 11:7 dice respecto al patriarca: “Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe”. Noé tuvo temor, reverencia y un gran respeto por el mensaje de Dios. Por su fe condenó al mundo al advertir el inminente juicio divino; por eso se le llamó “el predicador de la justicia” (2 Pedro 2:5). Este hombre de Dios actuó con fe: “…la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (He. 11:1), y al igual que él, tenemos la tarea de advertir a este mundo indiferente acerca del inminente final, aferrándonos a la fe en la Palabra de Dios.

3. Seudoseguridad
El apóstol Pablo dice también en 1 Tesalonicenses 5:3: “…cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán”. Tanto la seudoseguridad como la seudopaz son características de los últimos tiempos. Pensemos en eslóganes como “¡Podemos hacerlo!”, “¡Juntos lo lograremos!”; claro, todo esto sin Dios.

Podemos encontrar también una seudoseguridad de la salvación, la eternidad y la posición ante Dios, un injustificado sentido de derecho que parece obligarlo a aceptar a cada uno “tal como es”. La gente no se da cuenta de que su existencia y su permanencia en este mundo es gracias a la longanimidad y provisión del Señor. No obstante, llegará el día en que muchas personas lo reconocerán y desearán la muerte: “Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Ap. 6:15-17).

La verdadera seguridad y la paz duradera solo serán posibles en última instancia, a través del Señor Jesús, pues solo Él puede hacernos experimentar la completa paz con Dios.

4. La apostasía en el cristianismo y el hombre de pecado
En 2 Tesalonicenses 2:3, el apóstol nos enseña: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”. Sin embargo, ¿qué tipo de apostasía vendrá antes del fin?

Algunos ubican el Arrebatamiento de la Iglesia en este período. Empero, la palabra griega apostasia significa ‘alejarse de algo’, mientras que el “Arrebatamiento” representa nuestra reunión con el Señor. Por lo tanto, al utilizar esta expresión, Pablo no podía estar pensando en el Arrebatamiento. El término griego indica una rebelión militar, política o religiosa, como podemos ver en Hechos 21:21: “Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar [apostasia] de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni observen las costumbres”.

Por lo tanto, la apostasía de los últimos tiempos será un alejamiento deliberado de Cristo. El Señor mismo dice en Mateo 24:9-13: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo”. Muchos tropezarán antes del fin (v. 10), caerán durante la era cristiana y desde el cristianismo, desde su fe, sus valores y su cosmovisión cristiana. Podemos ver hoy cómo la sociedad invierte las verdades bíblicas; un ejemplo de esto es el debate de género. El pueblo cristiano de los últimos tiempos se alejará de Dios, y será en ese tiempo que el hombre de pecado se revelará o preparará el escenario para su aparición.

La Biblia lo llama de varias maneras: “el hombre de pecado” (2 Ts. 2:3), “el príncipe futuro” (Dn. 9:26), “el cuerno pequeño” (Dn. 7:8), “la bestia del mar” (Ap. 13:2-10) o “el anticristo”. Sin embargo, ¿qué sabemos de él? 

Pablo lo describe de la siguiente manera: “…se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (2 Ts. 2:4). Unos versículos más adelante, continúa diciendo: “…entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad…” (v. 8-10).

Aunque este hombre de pecado es una persona, también representa un sistema anticristiano. Esto es claro en Apocalipsis 13, donde, en los versículos del 1 al 10, se le describe como una persona (la bestia del mar), conectada a otra persona, descrita en los versículos 11 al 18, (la bestia de la tierra). Al mismo tiempo, en los versículos 16 y 17, describe un sistema gobernado por este último: “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (compárese con Apocalipsis 17:12-13).

Nuestro interés en el anticristo no parte de una mera curiosidad o tan solo por atender a una mención de la Biblia, lo que nos motiva es la comprensión del misterio de la iniquidad que ya se ha puesto en marcha (2 Ts. 2:7). Si entendemos cómo será el sistema maligno que se revelará en la persona del anticristo, podremos resistir y discernir el mal en nuestra actualidad.

Mark Hitchcock describe al hombre de pecado de la siguiente manera: “El anticristo será una figura atractiva y carismática, un genio, un hombre encantador controlado por demonios y aleccionado por el diablo, que se ganará a la gente. Tendrá respuestas a los enormes problemas de la humanidad. Será todo para todos: un hombre de Estado, políticamente hábil, un lagarto de salón1, un gurú de las finanzas, un gigante intelectual, un líder religioso, un orador magistral, un administrador superdotado. Será la obra maestra del diablo, el falso mesías. Las masas lo seguirán con gran entusiasmo, ofreciéndoles el trono de sus corazones como el salvador y dios del mundo”.

Nuestra actualidad
A partir de los cuatro pasajes proféticos mencionados, evaluaremos lo que sucede en nuestro tiempo.

Las élites del mundo parecen presionar para establecer un Gobierno mundial. Las crisis son utilizadas para fomentar la globalización. “El gran reinicio” alentado por el profesor Klaus Schwab respecto a un recomenzar de la sociedad y una reestructura en las economías mundiales tras la COVID-19, plagado de pensamientos claramente anticristianos, es difundida por el Foro Económico Mundial (fem). Pensemos también en el sistema de control utilizado durante la pandemia. Yuval Noah Harari, un influyente asesor del fem, afirmó: “Hoy tenemos una ecología global, una economía global y una ciencia global, pero seguimos atrapados en la política nacional. Esta desconexión impide que el sistema político aborde nuestros principales problemas con mayor eficacia. Para que la política sea eficaz, debemos o bien desglobalizar la ecología, la economía y el progreso científico, o bien globalizar nuestra política. Puesto que es sencillamente imposible desglobalizar la ecología y el progreso científico, y puesto que los costes de una economía desglobalizada serían prohibitivos, la única solución real es globalizar la política”.

Durante el período de pandemia, las distintas políticas gubernamentales han provocado inflación en muchos lugares. Sumemos a esto la crisis energética a la que se exponen los países de Occidente desde la invasión rusa de Ucrania. Las crisis económicas y sociales se agudizan. En un mundo donde las personas están desesperadas y temen por su existencia, el sistema anticristiano se mostrará como un “alivio” ante las preocupaciones. Todo apunta a una sociedad donde no exista el dinero en efectivo y se digitalicen los pasaportes. Llegado el momento, el control total estará preprogramado.

Por otra parte, vemos resurgir la Guerra Fría como una forma de división entre buenos y malos, entre Occidente y Oriente. La invasión de Rusia a Ucrania todavía podría convertirse en una conflagración a nivel mundial. Además, los rumores de golpes de Estado, que una y otra vez escuchamos en la prensa, no hacen más que reforzar la impresión de que muchos en nuestra sociedad se han olvidado de la crueldad de la guerra —nuestra ignorancia va más allá de lo imaginable.

La libertad de opinión se convierte cada vez más en una dictadura de la opinión. Vivimos en una época posfáctica, en la era de la posverdad, donde nadie puede describir los hechos, sino tan solo alienarse a la corriente dominante. Cualquiera que formule una crítica fuera del pensamiento del rebaño es tachado de “intolerante”, y rápidamente se le condena por “nazi”. En otras palabras, cualquiera que exprese puntos de vista que difieren de las opiniones predefinidas del público en general es difamado como partidario del nacionalsocialismo. Estas comparaciones con la dictadura nazi pretenden escandalizar a los disidentes, calumniarlos y finalmente silenciarlos. Por desgracia, los cristianos solemos condenar de la misma manera, pero con el mote de “falso maestro”. Si alguien o su doctrina no nos gusta, lo empujamos rápidamente hacia el pozo de los lobos vestidos de ovejas.

En este sentido, tampoco está lejos la religión del clima, donde las voces cristianas son tachadas de conspiracionistas o cosas peores. La lucha por el clima se ha convertido en una nueva religión de la que todo depende. Dios ya lo había dicho en el Antiguo Testamento: “No obstante, este pueblo tiene corazón falso y rebelde; se apartaron y se fueron. Y no dijeron en su corazón: Temamos ahora a Jehová Dios nuestro, que da lluvia temprana y tardía en su tiempo, y nos guarda los tiempos establecidos de la siega” (Jer. 5:23-24).

Otra neorreligión se encuentra en el negocio multimillonario de la salud, donde se lucha por alcanzar la vida eterna. ¡Qué diferente a nuestra sociedad son las enseñanzas de la Palabra de Dios!: “Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy. He aquí, diste a mis días término corto, y mi edad es como nada delante de ti; ciertamente es completa vanidad todo hombre que vive. (Selah) Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá. Y ahora, Señor, ¿qué esperaré? Mi esperanza está en ti” (Sal. 39:4-7).

La apostasía impregna todas las esferas sociales: el Creador y Su creación son rechazados en favor de la evolución, borrando la mirada creacionista narrada en las Escrituras. El hombre cree volverse más inteligente, sin embargo ¿no es acaso su necedad lo que va en aumento? Vestido de vanidad excluye a Dios de la sociedad, pues lo considera innecesario: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Sal. 14:1).

Los movimientos LGTB+ y aquellos a favor del matrimonio igualitario no hacen más que despreciar el mandamiento de Dios y rechazar el orden de la creación. Sin embargo, Dios no ha cambiado: la creciente inmoralidad resulta ser incluso una clara señal del juicio divino, sobre todo en las sociedades occidentales: “Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Ro. 1:26-28).

Puede que la selección alemana de fútbol vea en el brazalete One Love una señal contra la discriminación, no obstante, es un símbolo de rebelión contra Dios —una prueba de que Dios los ha entregado. Incluso hemos llegado tan lejos que se motiva a los niños con disforia de género a someterse, sin el consentimiento de sus padres, a una terapia hormonal para cambio de sexo. La transexualidad es el bum del momento. Prestemos atención a la siguiente historia viral publicada en un foro de Internet: Una adolescente cuenta a sus padres que es “trans”. Su padre le responde que él también lo es y, dicho esto, comienza a vestirse de mujer, acompañado de protestas y falsas acusaciones por parte de su hija. Vestido de esta manera la lleva al colegio, mientras ella se avergüenza de él. El padre le exige que, de ahora en más, utilice los pronombres “correctos”. A la mañana siguiente, su hija decide abandonar la moda trans y pide a su padre que él también lo haga. Al final, el padre le dice: “Creo que ser trans es solo la versión actual de los góticos de los noventa.2 Definitivamente, no es interesante si lo hacen tus padres”.

Este ejemplo lo demuestra: salvo raras excepciones, el delirio transgénero no es un fenómeno biológico, sino el resultado de un adoctrinamiento. Sin duda, esta sociedad, incapaz de definir entre un hombre y una mujer, y que desconoce el significado del matrimonio, está desprovista de Dios. Es precisamente esta sociedad sin Dios la responsable del mayor genocidio de la historia: el asesinato de niños no nacidos.
Nuestro tiempo actual se parece cada vez más a los últimos tiempos descritos en el mensaje profético de la Palabra de Dios.

La Iglesia de hoy
El ministerio Puertas Abiertas publicó el siguiente informe: “En China, el acceso a la Biblia está cada vez más controlado. El nuevo objetivo del régimen es censurar las Biblias en audio. Quienes las venden se arriesgan a varios años de cárcel. ¿Acaso la Palabra de Dios hace temer al Gobierno chino? En 2018, prohibió la venta de Biblias por la red: desde entonces, solo las iglesias aprobadas por el Estado pueden venderlas en sus librerías. Sin embargo, varios empresarios cristianos han empezado a ofrecer reproductores por la red con la Biblia en audio.

Uno de ellos es Lai Jingqiang. Su negocio prosperó y vendió decenas de miles de estos aparatos, muy populares en las iglesias domésticas. Esto provocó la ira de las autoridades, quienes en el pasado 7 de diciembre hicieron comparecer a Lai Jinqiang ante un tribunal de Shenzhen, cerca de Hong Kong, donde se le acusó de ofrecer acceso a la Biblia fuera del canal de distribución eclesiástico controlado por el Estado”.

China no solo quiere controlar quién compra y vende qué producto, sino también sus creencias. Procuran dar su propia interpretación de la Biblia y obligar a la población a aceptarla. Esta es una clara advertencia para los cristianos de Occidente. Parece que, ante los acontecimientos de los últimos tiempos, tendremos tan solo dos opciones: adaptar la Biblia y los fundamentos de nuestra fe a las interpretaciones de los organismos de poder del siglo xxi, por ejemplo, en lo referente al género —como ya hicieron varias congregaciones y movimientos cristianos—, u obedecer la Palabra de Dios como fue escrita y asumir las consecuencias. La Biblia dice de sí misma: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (He. 4:12; compárese con 2 Corintios 10:4).

Tampoco el mensaje de Jesús resultó atractivo para la gente de su época: “Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Jn. 6:66-69).

Cuáles son nuestras prioridades
En primer lugar, Dios nos ha puesto en este mundo para ser luz y sal. No debemos ser agentes pasivos de la sociedad. Como parte de la sociedad, Dios nos ha dado un mandamiento… ir por todo el mundo y predicar: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Ap. 14:6-7).

En segundo lugar, debemos entender que todos los cristianos formamos parte de la Iglesia, del cuerpo de Cristo. Por ende, esta debe ser primordial para cada uno de nosotros, y estar, como el cuerpo que somos, inseparablemente unidos: “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu” (Ef. 2:19-22).

Si establecemos bien nuestras prioridades y nos aferramos con fidelidad a nuestro Señor y a Su Palabra, podemos asirnos de numerosas promesas: “Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más” (Is. 45:21-22); “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece” (Jn. 15:18-19); “…y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mt. 28:20); “Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis” (Mt. 10:30-31); “Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro” (Ro. 8:35-39).

1 Un “lagarto de salón” se representa como un hombre bien vestido que frecuenta los establecimientos en los que los ricos se reúnen con la intención de seducir a una mujer rica con su adulación y encanto engañoso. El término se debe en parte a la calidad fría e insinuante de los reptiles (Nota del corrector).
2 Movimiento subcultural que surgió en Reino Unido entre los años 70 y 80 dentro de la escena del rock gótico. En los años 90 tuvo un crecimiento importante en Estados Unidos y Alemania, donde surgió el movimiento dark culture en inglés o schwarze szene en alemán.

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