Fuerza espiritual para cada día
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón...” Jeremías 17:9-10
El analizar la naturaleza del corazón es decisivo en perspectiva de lo efectiva que puede ser la Palabra de Dios en nosotros. Frecuentemente no conocemos nuestro propio corazón, ¡pero el Señor sí lo conoce! Debemos cuestionar la manera en la que recibimos la Palabra de Dios en nosotros. ¿Será que tú y yo nos despojamos del temor, del desánimo y del pecado de nuestro corazón antes de disponernos a recibir la Palabra? Santiago 4:7-8 nos exhorta: “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” Estas son cuatro cosas que el Señor nos exige. Te pido que observes la secuencia de las órdenes de este versículo y que las obedezcas, de lo contrario, estarás dejando de recibir Su palabra. Primero: resiste al enemigo en el nombre de Jesús. Segundo: acércate a Dios. Tercero: purifícate por la preciosa sangre del Cordero. Cuarto: santifica tu corazón inconstante.
Si procedes de esa forma, entonces el terreno de tu corazón quedará preparado, en la forma en que el Señor Jesús lo describe en la parábola del sembrador. Si no lo haces, entonces te engañas a ti mismo. Santiago 1:26 advierte que quien hace tal cosa “engaña su corazón, la religión del tal es vana.”