Fuerza espiritual para cada día
“Oye mi oración, oh Jehová, y escucha mi clamor. No calles ante mis lágrimas.” Salmo 39:12
El silencio de Dios en nuestra vida puede tener diferentes razones. Por ejemplo, si, pese a nuestra oración, no queremos admitir toda la verdad: “Mas Jesús callaba.” El sumo sacerdote, quien interrogó a Jesús, quería admitir la mentira en vez de reconocerlo como “la verdad”. Buscó falso testimonio contra él. El problema de muchos creyentes es que, en realidad, oran e invocan Su nombre para pedir ayuda, expresando cómo les gustaría ser santificados. Pero eso no quiere decir que estén dispuestos a obedecer aquello que el Señor les muestra acerca de sus vidas interiores. Es allí que el Señor calla, y Su silencio es la más profunda respuesta.
Otra razón es cuando él ya no tiene mucho más para decir: “Y le hacía muchas preguntas, pero él nada le respondió.” El rey Herodes pensaba que, como rey, podía comenzar una interesante discusión con el Rey de reyes. Pero Jesús no le respondió nada. ¿Por qué no? Porque a Herodes no le interesaba tener un encuentro de corazón con Jesús. Esa es la razón por la que tú tampoco recibes respuesta. ¿Busca tú los milagros del Señor o la persona del Señor? ¿Quieres la ayuda o al Ayudador?