Fuerza espiritual para cada día
“De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne.” 2 Corintios 5:16
Digo con gran seriedad y con la misma convicción: Tanto como cada hijo de Dios, individualmente, tiene que reivindicar para sí la fuerza de la muerte de Jesús, tan verdaderamente nosotros, colectivamente como Iglesia de Jesús, tenemos que revestirnos de la muerte de Jesús, porque está escrito: “...si uno murió por todos, luego todos murieron.” Si somos miembros vivos del cuerpo de Jesús, entonces todos juntos, sin ninguna excepción, hemos pasado por Su muerte. En esto consistía el ilimitado poder de la primera iglesia. Todos los conflictos y disensiones tenían inmediatamente su solución en el crucificado. Justamente, por eso, ya no conocemos a nadie por la carne, porque todos hemos muerto juntamente con Cristo. La carne fue juntamente crucificada. El Cordero de Dios murió en la Cruz, para que tú y yo – nuestra vieja naturaleza – pudiese morir con El. Si nos limitamos a decir: “Jesús murió por mi culpa” entonces, en gran parte, reducimos la maravillosa victoria de Jesús. La meta principal de la muerte de Jesús es: “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”