Fuerza espiritual para cada día
“Más bien, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” Romanos 8:37
Años atrás, se publicó, en Israel, un sello en memoria de los muertos en la guerra. Mostraba a un soldado israelí con casco y “tallit” (manto de oración). ¿Se puede respresentar la fuerza de la oración de una manera más acertada que ésta? Creo que no. El que ora lucha, y el que lucha ora. Nuestra lucha de fe es un gran golpe al aire si no oramos. Si tu vida de fe no acompaña la lucha que te fue ordenada, sucumbirás. ¡Ay de nosotros si anunciamos la Palabra de Dios sin haber antes batallado de rodillas. Todos los hijos de Dios son reyes y sacerdotes pero, en su servicio, que tendría que ser real y sacerdotal, existe, muchas veces, una gran falta de la santa influencia del Señor. Temo que en nuestras actividades para el Señor se encuentre mucho de la manera trivial, agitada y calculadora de un empresario. El que tiene algo que decir o anunciar en el Reino de Dios, solamente puede ser un siervo de Dios y no de los hombres, si ora. ¡Por eso, ora! Ora justamente en aquellas situaciones en que estés delante de un caso sin solución, cuando estés lleno de un profundo desaliento, pues está escrito: “El día que clamé, me respondiste; me fortaleciste con vigor en mi alma.”