Fuerza espiritual para cada día
“Pero evita las contiendas necias, las genealogías, las controversias y los debates acerca de la ley; porque de nada aprovechan y son vanos.” Tito 3:9
Hay personas escépticas y otras que buscan la verdad. Hay hijos de Dios que tienen ciertas preguntas ardientes que no los dejan tranquilos y no encuentran respuesta a ellas. Estoy convencido de que entre mis lectores se encuentran aquellos los cuales, ya muchas veces, clamaron: “Oh Dios, ¿por qué justamente yo?” Y Dios permanece silencioso. ¿Por qué no responde? ¡Porque te ama! Pues está escrito: “Callará de amor.” El Hijo de Dios clamó en la cruz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Pero Dios permaneció callado. ¿Por qué no dijo nada? ¿No era Su Hijo amado el que sufría allí, en angustias de muerte, cargado del pecado de todo el mundo! ¿Por qué no respondió? ¡Por amor a nosotros, a ti y a mí! El poeta del Cantar de Cantares dice: “Fuerte como la muerte es el amor.” Dios amaba tanto a Su Hijo que un día clamó desde el cielo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia. A él oíd.” Por amor, hacia ti y hacia mí, Jesucristo tuvo que soportar el ser abandonado por Dios, y cuando clamó por Su Padre, Dios calló. ¿Por qué? Lo digo una vez más: ¡Porque te amó mucho! Ese amor fue más fuerte que la muerte de Su Hijo.