Fuerza espiritual para cada día

“Y cuan­do los hu­bie­ron lle­va­do fue­ra, di­je­ron: Es­ca­pa por tu vi­da; no mi­res tras ti, ni pa­res en to­da es­ta lla­nu­ra; es­ca­pa al mon­te, no sea que pe­rez­cas.” Génesis 19:17

El prin­ci­pal pe­ca­do de So­do­ma fue su de­vas­ta­do­ra in­mo­ra­li­dad: El ho­mo­se­xua­lis­mo, la ava­ri­cia y la co­di­cia. En nues­tros dí­as tam­bién vi­vi­mos en So­do­ma. Los go­bier­nos pier­den su au­to­ri­dad ca­da vez más, y se vuel­ven im­po­ten­tes de­lan­te de la cre­cien­te cri­mi­na­li­dad. A Lot se le di­jo en aquel tiem­po: “Es­ca­pa por tu vi­da.” Sin du­da es­te men­sa­je de amor no fue pro­cla­ma­do en un to­no de in­di­fe­ren­cia, si­no en un to­no muy se­rio. Lot fue un pri­vi­le­gia­do, por­que dos án­ge­les de Dios vi­nie­ron per­so­nal­men­te a él, sin em­bar­go, yo te di­go: Tam­bién tú eres un pri­vi­le­gia­do, pues Dios ha­bla aho­ra a tu co­ra­zón por me­dio de Su Pa­la­bra. Hu­ye ha­cia Je­sús por amor a la vi­da eter­na. Dios mis­mo se di­ri­ge a los hom­bres de hoy que, co­mo en aquel en­ton­ces, vi­ven en una es­pe­cie de So­do­ma. Dios es amor, y El te ama a ti tam­bién. Por eso: Lí­bra­te, sal­va tu vi­da. Pues Dios no de­se­a la muer­te del pe­ca­dor, si­no que él se con­vier­ta y vi­va eter­na­men­te.

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