Fuerza espiritual para cada día
“Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente.” Tito 2:11-12
El Señor Jesucristo no puede crecer en nosotros y su honra no es multiplicada en nuestra vida si nosotros no menguamos. Juan el Bautista comprendió esto cuando dijo en relación a Jesús: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.” ¿Cómo podemos menguar? Esto nos lleva a hablar, espontáneamente, de la bondad y la gracia del Señor. ¿Qué hace la gracia? Nos corrige. ¿No es esto acaso una contradicción? ¿Cómo es que esta gracia nos puede corregir, si la misma es amena y amable? ¡Este es un gran misterio! Unicamente recibimos la gracia cuando nos convencemos de que es un favor que no merecemos. La gracia es un favor inmerecido y, en el momento en que acepto ese favor inmerecido de mano de Dios, ya estoy siendo corregido, renunciando a la índole impía de las pasiones mundanas. ¡Te ruego que vivas de la gracia, hoy mismo y ahora mismo! Llegará el momento en que, como personas renacidas, por pura gracia y bondad, seremos transformados y llevados al encuentro del Señor. En caso que muramos antes de esto, podremos mirar las puertas abiertas del cielo y decir: ¡Sólo por gracia salvo soy!