Fuerza espiritual para cada día
“Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos.” Salmo 119:162
El gozo del Señor no depende de nuestros sentimientos, ya que no hay nada tan inconstante y voluble como nuestras emociones. El sentimiento, es la expresión de la alegría o la tristeza del alma. Esta alegría imperfecta e inestable llega a ser perfecta y estable por el inmutable gozo del Señor. Todo cambia, pero él no. Está escrito: “Jesucristo es el mismo, ayer y hoy, y por los siglos.” Si no rechazamos la espada de la Palabra de Dios y, por tanto, no rechazamos a Jesucristo, permanecemos en él y nuestra alegría es completa. Tu alma ha de elevarse al Señor y el gozo, el gozo inmutable y eterno del Señor, tendrá tanta fuerza en tu vida que podrás gritar con júbilo: ‘El gozo del Señor es mi fuerza.” Aquel que tiene ese gozo vive, independientemente de los sentimientos, en una forma mucho más soberana, ya sean alegres o tristes las circunstancias del momento. Siempre que el gozo del Señor nazca tan sólo de nuestra angustia interior, estará totalmente ajeno a las amenazas exteriores.