
Superman: la gran esperanza del mundo
ChatGPT, Midjourney y las asombrosas capacidades de la Inteligencia Artificial están en boca de todos. ¿Qué es posible ya hoy en día? ¿Qué será posible en breve? Una resumida reflexión desde la perspectiva cristiana.
En 1931, Aldous Huxley predijo en Un mundo feliz, lo que llegaría a suceder gracias a la inteligencia artificial, la manipulación psicológica y el ecologismo. Hablaba de un mundo distópico (lo contrario de la utopía) en el que habría injusticias que animarían a los científicos a remodelar la humanidad y crear una criatura que se llamará “transhumana”.
Ese día está a punto de llegar.
No en vano Vladimir Putin dijo: “La inteligencia artificial es el futuro, no solo para Rusia, sino para toda la humanidad… Quien tome la delantera en este campo dominará el mundo”.
Repito: ¡Quien tome la delantera en el campo de la inteligencia artificial dominará el mundo! Le sorprenderá lo lejos que hemos llegado ya en este camino.
Probablemente ya conozca a Alexa, la asistente virtual desarrollada por Amazon. Pídale a “ella” que le dé información, o haga un pedido, y lo hará. Pídeselo y pondrá la música que le gusta o pedirá pizza para su fiesta. Ni siquiera tiene que decir “por favor” o “gracias”.
Una niña de seis años de Dallas encargó a Alexa una casa de muñecas KidKraft y una cantidad grande de galletitas dulces sin el permiso de sus padres. El pedido llegó a casa de la familia y, en lugar de devolverlo todo, donaron la casa de muñecas a un hospital local. Era una historia fuera de la rutina, por eso logró llegar a las noticias locales.
Cuando la historia se emitió en un programa de noticias de CW6 de San Diego, el presentador terminó el reporte diciendo: “Me encanta la niña, diciendo ‘Alexa me ha encargado una casa de muñecas’”. A raíz de este comentario la cadena recibió numerosas quejas de espectadores dado que los dispositivos Alexa de varios de ellos habían interpretado el comentario como una orden de compra.
Hay otros robots y máquinas que realizan hazañas similares. Pensemos, por ejemplo, en Pepper, un robot con apariencia humana (en este caso un niño de siete años) de Japón que tiene “más inteligencia emocional que un niño pequeño intelectual medio”. Utiliza el reconocimiento facial para detectar la tristeza o la hostilidad, el reconocimiento de voz para escuchar la preocupación… y la verdad es que es bastante bueno en todo eso”. Algunos que son dueños de Pepper, lo consideran como un querido miembro más de la familia, lo llevan de compras y se entretienen con él. Se espera que se utilice en residencias de ancianos para ayudarles a encontrar el camino de vuelta a sus habitaciones y prestarles servicios sencillos.
Este tipo de robots sofisticados son cada vez más frecuentes en Estados Unidos. Es posible que en el futuro veamos a más personas utilizando robots de compañía. Por desgracia, este tipo de tecnología también puede utilizarse con fines sexuales pecaminosos, permitiendo a adúlteros, violadores e incluso pedófilos, satisfacer sus deseos sin consecuencias legales.
Y ahora vayamos a más inventos asombrosos.
Imagina que tu cerebro estuviera conectado a Internet, de modo que pudieras sentarte en un banco de un parque (o en cualquier otro lugar) y navegar mentalmente en busca de cualquier información que quisieras. ¿Increíble? Le sorprendería saber hasta qué punto ha avanzado ya la inteligencia artificial (IA) para crear una raza transhumana, es decir, “humanos cuyas capacidades innatas han sido aumentadas por inteligencia sobrehumana y las máquinas”. En los próximos años, predice Ray Kurtzweil, fundador de la Singularity University del norte de California, “conectaremos nuestro neocórtex, la parte del cerebro donde pensamos, a la nube”.
En The End of Life as We Know It, (El fin de la vida tal como la conocemos), Michael Guillen escribe: “Al encontrar la forma de conectar el cerebro humano directamente a un ordenador, nos permitirán navegar por Internet con la mente, en lugar de con los ojos, los dedos o la voz, para hacernos uno con el ciberespacio y entre nosotros”.
Luego está esta ominosa predicción: “Durante la próxima década, nuestra especie… empezará a encontrar nuestras experiencias espirituales a través de nuestras conexiones con los demás”, dice el autor Dan Brown, “creando una conciencia global que percibimos y que se convierte en nuestra divinidad”. Y añade: “Nuestra necesidad de un dios externo sentado ahí arriba juzgándonos, disminuirá y acabará desapareciendo”.
El dibujante de cómics Scott Adams señala: “Así que un ser supremo debe estar en nuestro futuro, no en nuestro origen. ¿Y qué sería, si “Dios” es la conciencia que surge, cuando un número suficiente de nosotros está conectado a Internet?”. Ya no hablaremos de un Dios que nos creó, sino de un Dios creado por nosotros.
¿Y si hubiera una aplicación que se conectara a tu cerebro y te permitiera aprender español al instante? ¿O tener acceso a los pensamientos de otra persona o a una conciencia colectiva? Dados los defectos de la raza humana —los celos, las enfermedades, la violencia—, ¿por qué no dejar que nuestras mentes sean sustituidas por algo mejor, más humano, que sea más independiente de las flaquezas y debilidades de la humanidad? Según las previsiones, esto sucederá.
Guillen escribe: “Mientras que en revoluciones anteriores la energía de vapor sustituyó a la fuerza de los caballos, la electricidad sustituyó a los engranajes mecánicos y a la luz de gas, y los ordenadores sustituyeron a las máquinas de escribir, la revolución de la IA está específicamente diseñada para sustituirnos a nosotros”. El objetivo es sustituirnos por la IA. La IA puede renovarse a sí misma más rápido que nosotros y tiene una inteligencia superior.
En Auckland, Nueva Zelanda, existe una empresa llamada Soul Machines. Su fundador, Mark Sagar, y sus colegas intentan crear un humano virtual con conciencia. “Queremos construir un sistema que no solo aprenda por sí mismo, sino que esté motivado para aprender e interactuar con el mundo”. El objetivo es crear humanos artificiales que puedan interactuar con nosotros, responder a preguntas e incluso estar motivados para aprender.
James J. Hughes, director ejecutivo del Instituto de Ética y Tecnologías Emergentes, un protranshumanista, describe el objetivo del transhumanismo como dar “a todo el mundo acceso a tecnologías de mejora humana seguras y eficaces que amplíen la salud, las capacidades, la longevidad, las habilidades cognitivas y el control reproductivo”.
Y eso no es todo: el objetivo final podría ser sustituir tus pensamientos por los de otra persona. Podrías despertarte por la mañana pensando que eres otra persona por completo, con sus recuerdos, intereses e identidad.
Afortunadamente, aún no hemos llegado a ese punto, pero los avances en este campo dependerán de cuánto tiempo exista este planeta en su estado actual antes de la Segunda Venida del Señor.
Incluso el difunto astrofísico y ateo Stephen Hawking sabía que la IA no sería inmune a graves abusos y peligros. Dijo: “El desarrollo de una inteligencia artificial completa podría significar el fin de la raza humana… Se volvería autosuficiente y se remodelaría a sí misma a un ritmo acelerado. Los humanos, limitados por la lenta evolución biológica, no podrían seguirle el ritmo y serían desplazados”.
Es difícil decir cómo afectará todo esto al final de los tiempos. No sé, por ejemplo, si el Anticristo será humano o sobrehumano. Únicamente sé que durante un breve periodo de tiempo, controlará a todas las naciones política, económica y religiosamente con puño de hierro. Será odiado, temido y amado. Y como el “Gran Hermano” de Orwell, al final será venerado.
Afortunadamente, el gobierno mundial del Anticristo será reemplazado por el gobierno de Cristo, el Dios Todopoderoso. “Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos” (Ap. 11:15).